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No es la Comunidad de Madrid la que ha reclamado al Gobierno que prorrogue el estado de alarma más allá del 9 de mayo. El más insistente en su advertencia de que no hacerlo puede ser una «temeridad» ha sido el lehendakari Iñigo Urkullu. ... También volvió a pedir una reconsideración el presidente de Castilla La Mancha, el socialista Emiliano García-Page. Y de forma parecida, el vicepresidente de Castilla y León, el dirigente de Ciudadanos Francisco Igea. El Gobierno, sin embargo, reiteró este jueves su negativa y vinculó todas las exigencias a un intento de desgaste por parte del PP.
La vicepresidenta Carmen Calvo alegó, durante una comparecencia en Barcelona, que el Gobierno siempre se ha mantenido «claro y firme» frente a quienes le acusaban de recentralizar competencias, de imponer una «dictadura constitucional» o de eludir responsabilidades, según el momento. «Hemos escuchado muchas cosas bastante poco leales durante mucho tiempo –rememoró en referencia al primer partido de la oposición– ahora hay que ir saliendo, tener confianza en la capacidad que tenemos de ayudarnos y lanzar un mensaje que tiene que ser de confianza en el futuro».
Calvo cargó además de manera expresa contra Isabel Díaz Ayuso, a la que acusó de haberse declarado en «rebeldía institucional» y aseguró que le ha importado «poco» la salud de los ciudadanos.
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María Eugenia Alonso
Aunque es cierto que la Comunidad de Madrid ha recurrido a los tribunales algunas decisiones del Gobierno central, como el cierre perimetral en el puente de San José y Semana Santa, las ha acatado todas, pero el hecho de que la campaña de la presidenta madrileña –a la que todos los sondeos sitúan en condiciones de doblar el 4 de mayo el apoyo electoral que obtuvo en 2019– pivote sobre su apuesta por la «libertad», por mantener abierta la hostelería con menos restricciones que otras comunidades autónomas, condiciona en buena medida la actual actitud del Ejecutivo. Porque en la Moncloa admiten que en este ámbito ella tiene el marco ganador. «La gente ya no aguanta más...», conceden.
Ayuso explota sus bazas y este jueves también retó al Gobierno. «Está esperando al fin de la campaña para tomar medidas impopulares –dijo– Yo le animo a que lo haga ya mismo porque las personas que sí gestionamos la pandemia, no como ellos, necesitamos saber con días cómo organizarnos, los ciudadanos necesitan saber con antelación cómo van a vivir y cómo se tienen que organizar».
El problema para el Gobierno es que su confianza en que la situación epidemiológica vaya mejorando de forma sustancial en paralelo a la aceleración en el ritmo de vacunación no se está viendo avalada por los hechos de manera uniforme en toda España. A pesar de que se esperaba una curva decreciente, desde el pasado 19 de abril la incidencia acumulada a catorce días se mantiene estable en una cifra elevada, de en torno a 230 por 100.000 habitantes, y aún hay ocho territorios en el nivel de riesgo extremo de contagios (Aragón, Cataluña, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja, además de Ceuta y Melilla).
Calvo insistió pese a todo en que la vacunación está «ayudando mucho» y pidió optimismo. «Vamos a echar entusiasmo al futuro –dijo– y eso lo tenemos que hacer todos, sin echarnos unos a otros la carga que cada uno tiene que llevar de acuerdo al lugar en el que le han puesto las urnas y al marco legal». Quienes no se mueven en las coordenadas de la campaña electoral, sin embargo, comienzan a inquietarse seriamente y el malestar es especialmente palmario entre los nacionalistas vascos, socios preferentes del Ejecutivo.
Urkullu, que la semana pasada remitió una carta a Pedro Sánchez solicitando formalmente que no acabe con el marco jurídico que ahora le permite mantener el toque de queda o decretar cierres perimetrales, insistió en que hay que mantener el estado de alarma durante al menos dos meses más y en toda España, no solo en algunas comunidades como ya estuvo sobre la mesa a la vuelta del pasado verano. Y el portavoz del PNV en la comisión de Sanidad del Congreso, Joseba Agirrexea, advirtió a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, de que no hay «ninguna razón» que justifique su fin y desestimó todos los argumentos blandidos por Calvo. «Nosotros fuimos leales y ustedes ahora han hecho oídos sordos», le reprochó.
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