Derivado de este último rasgo surge un cuarto, cuya trascendencia es clave. Casi todos los encuestados condicionan la evolución de Cantabria este año a una buena recepción y utilización de los fondos de la Unión Europea para la recuperación pos covid. Esta afluencia de recursos es crucial, según todos los opinantes. Sin embargo, como también muestra hoy El Diario en una información de Daniel Martínez, dentro del Gobierno de Cantabria la Consejería de Economía empieza a dar la voz de alarma por la impreparación de la mayoría de los departamentos a la hora de cumplir requisitos formales sin los que los fondos de Bruselas no podrían venir a Cantabria. Podría faltar personal para tramitar proyectos o para hacerlo a la vez con los proyectos europeos extra y con la ejecución normal del presupuesto de la autonomía. Así las cosas, las expectativas de recuperación de Cantabria se desmoronarán si falla el soporte de Europa.
El peligro de un fiasco histórico en la gestión de nuestra comunidad no debe infravalorarse, y resultaría de extraordinaria gravedad, ya que este periodo de ayudas, combinado con la laxitud monetaria del Banco Central Europeo y la laxitud presupuestaria de la Comisión Europea (las reglas de déficit y deuda siguen suspendidas), constituye una posibilidad prácticamente sin precedentes para realizar inversiones públicas e incentivar las inversiones privadas, es decir, para impulsar la tan anhelada transformación de la economía cántabra.
El resultado de la EPA del cuarto trimestre de 2021 ha supuesto un serio aviso. El decepcionante desempeño de nuestro mercado laboral, a la cola de España en generación de empleo y reducción del paro, es una señal inoculable de que, como dice algún empresario en el reportaje, «hay que ponerse las pilas». Los mensajes optimistas del Gobierno regional durante todo el año pasado quedan desmentidos por las cifras del desempleo. No ha sido un año de recuperación clara, sino casi de estancamiento, porque reducir el paro en solo 200 personas de diciembre a diciembre, cuando no ha habido frenos de Bruselas al gasto público, es sin duda un fracaso de orientación y de gestión.
Así pues, la prudencia de los empresarios, combinada con la duda sobre los fondos europeos y con el toque despertador de la EPA, dibuja un panorama de incertidumbre en el que el liderazgo político, no solo de declaraciones, sino de realizaciones, es imprescindible. Hay proyectos, empleos, futuros en claro riesgo de no materializarse de acuerdo a las expectativas generadas. Hay que formular un llamamiento al sentido de la responsabilidad de los gobernantes, para despejar estas sombras y proporcionar en 2022 un horizonte mucho más esperanzador.
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