'La casa junto al mar', cine poético y social
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Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin, dos habituales del Robert Guédiguian vuelven a ponerse a sus órdenes en esta reflexión sobre el aburguesamientoSecciones
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Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin, dos habituales del Robert Guédiguian vuelven a ponerse a sus órdenes en esta reflexión sobre el aburguesamientoL
Los temas con alcance social atraen sobremanera a Robert Guédiguian, cineasta político incapaz de no revolver conciencias con cada una de sus obras cinematográficas. «Aunque sea una exageración, me atrevo a decir que hoy en día no podría hacer una película sin hablar ... de los refugiados: vivimos en un país donde hay gente ahogándose en el mar a diario», resalta a propósito de su nueva apuesta, 'La casa junto al mar'.
«Escojo la palabra refugiados deliberadamente. Me da igual que sea debido al cambio climático, la guerra o cualquier otra razón. Vienen buscando un refugio, un hogar». Comprometido hasta la médula con las historias que cuenta, aunque reincida con excesivo ahínco en algunas de sus obsesiones, cuya presencia se come todo lo demás, el director galo apuesta por lanzar cuestiones sobre el mundo en el que vivimos y el que dejaremos atrás.
Corre el invierno y en una pequeña cala cerca de Marsella se reúnen varios familiares en la casa del padre enfermo. La aparición de una patera remueve el estado de las cosas. ¿Dónde quedaron los ideales transmitidos a lo largo del tiempo? ¿Hacia dónde van?
'La casa junto al mar', presentada en los festivales de Venecia y Toronto el pasado año, cuenta con un casting sincero que engrandece el relato, rostros habituales en la trayectoria del artista marsellés: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan y Anaïs Demoustier.
Guédiguian brilla a la hora de convencer al espectador con los hechos que describe, con puntuales destellos de poesía. Los lazos familiares alimentan una fabula que escarba en el aburguesamiento generalizado. Se respira nostalgia en un filme que peca de cierta obviedad a la hora de recalcar los mensajes que insiste en difundir.
La presencia del ocaso de la vida es constante en un drama con visos de enganchar a la audiencia adulta asidua al circuito de exhibición en versión original. Un poso de optimismo cierra la historia, una puerta a la esperanza, otro signo habitual en la filmografía del responsable de títulos como 'Bajo el sol' o 'Una historia de locos'.
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