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Es un tipo tan irregular como interesante. Amante de los clásicos del cine de género, de los que bebe sin saciarse con educación, François Ozon (París, 1967) es uno de los realizadores europeos más intensos y prolíficos del momento. Estos días estrena 'El amante doble' ... , un thriller erótico presentado en Cannes que tira de Brian de Palma y supone su película número 17, una cifra nada desdeñable si cotejamos la información y comprobamos que ha filmado en dos décadas casi una película al año, algo poco habitual en los tiempos que corren. "En mis películas hablo a menudo de la necesidad de lo imaginario para sostener la realidad", explica sobre sus obsesiones a propósito de su nueva propuesta, protagonizada por Marine Vacth, con la que ya trabajó en la recomendable 'Joven y bonita'. "En cualquier relación de pareja, por muy feliz que sea, siempre hay una parte de frustración y la necesidad de un espacio mental donde expresar las fantasías. El otro nunca podrá satisfacer completamente nuestros deseos. A veces necesitamos algo más, algo diferente".
Ozon es un nombre habitual en los festivales cinematográficos de todo el planeta. Su rica filmografía ya daba de qué hablar en sus inicios, en los años 90, con piezas que se alejaban por poco del formato largometraje como 'Regarde la mer'. 'Sitcom', su ópera prima, llamó especialmente la atención por su loable sentido del humor, fresco y excéntrico, marca de la casa que el director galo ha aprovechado en sus siguientes trabajos, con diferente intensidad. Su trayectoria está plagada de odas al surrealismo y experimentos hipnóticos que mantienen una regularidad encomiable. Calidad incuestionable la de una comedia coral como '8 mujeres', con un reparto excepcional, o la utilización de los mínimos recursos para introducir al espectador en la intrigante 'Swimming Pool'. En 'Ricky', reflejo de una cotidianeidad en un contexto de fantasía, algo que excita a su autor, proponía la historia de unos padres normales con un hijo extraordinario, un bebé inusual, con reminiscencias a 'Tobi', la entrañable película de Antonio Mercero protagonizada por Lolo García. 'Potiche', 'Amantes criminales', '5 x 2', 'Ángel', 'Mi refugio', 'Una nueva amiga' o "Frantz' forman parte de su interesante carrera donde las relaciones humanas mandan.
'En la casa' es, para muchos, el mejor trabajo de Almodóvar francés, tal y como le denominan en algunos círculos. Con tan recomendable filme se llevó la Concha de Oro a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián de 2012, y el premio del jurado al mejor guión, dos galardones más que respetables. El filme describe la relación entre un profesor y uno de sus alumnos, introduciendo al espectador en un juego impredecible entre la realidad y la ficción que tira de elementos del drama y el thriller con fruición, sin olvidarse del peculiar sentido del humor del personal cineasta. La pieza está inspirada en la obra 'El chico de la última fila', de Juan Mayorga. "Me llamó la atención la relación entre el profesor y el alumno cuando leí la obra de teatro", indicaba en su día el director francés. "Simpatizamos tanto con el profesor como con el alumno. Se nos ofrecen ambos puntos de vista. Normalmente, los alumnos aprenden del profesor, pero en este caso, el aprendizaje va en ambas direcciones. Las idas y venidas entre la realidad y la escritura se prestan a divertidas reflexiones acerca de la narrativa y de la imaginación".
"Al leer la obra, vi la oportunidad de hablar indirectamente de mi trabajo, del cine, de la inspiración y de sus fuentes, de lo que significa crear y ser espectador", añadía, desvelando las fuentes principales de su creatividad desbocada. "La obra es un diálogo continuo. No hay actos, ni escenas realmente definidas. Los decorados no se especifican ni se diferencian, se está en todas partes a la vez: el aula, la galería, la casa, el parque. Mi primer trabajo fue crear una estructura temporal y espacial, organizar la historia en cuanto al tiempo y a las localizaciones". La película comienza con el inicio del curso escolar. El protagonista, profesor de francés, corrige los primeros deberes de sus nuevos alumnos y se encuentra con un hatajo de torpes, excepto un chico de la última fila que llama su atención por su talante observador. Surge entre ambos una amistad que no sabe bien hacia donde va. Algo maquina el joven, inmerso en la prosa, investigando en la vida a través de las letras, alentado por su tutor. "Llegué a preguntarme si no debería añadir algo dramático con el fin de llevar la película más hacia un thriller, darle misterio, tipo Hollywood", explicaba Ozon, adicto al pastiche. "Pero me di cuenta de que el verdadero reto consistía en hacer de la normalidad algo fascinante. Quise convertir cosas ordinarias en extraordinarias, contándolas y filmándolas para que la tensión incrementase. El guión fue concebido para aumentar la participación del público, para estimular la imaginación y hacernos participar en la historia". El resultado gustó mucho en San Sebastián, con el beneplácito del público una vez estrenado el filme en las salas. El mejor Ozon es el que se deja llevar, el que abraza el delirio y grita a los cuatro vientos, sin complejos, que adora todo tipo de géneros.
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