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La Plaza de Viares, frente al Ayuntamiento de Suances, fue el sitio elegido para expresar ayer el drama del municipio tras despertarse con el trágico suceso ocurrido en el pueblo de Hinojedo, que se saldó con una madre fallecida, Milagros Izquierdo, presuntamente a manos ... de su hijo, Rubén Fernández, quien posteriormente, se quitó la vida ahorcándose en el garaje.
Si bien el equipo de gobierno convocó la concentración, que tendría lugar a las doce del mediodía, con apenas dos horas de antelación, algunos vecinos se enteraron y quisieron acercarse a mostrar su dolor por medio también de un minuto de silencio. Entre los asistentes, los miembros de la Corporación local, con el alcalde, Andrés Ruiz Moya, a la cabeza, y también los integrantes de los partidos de la oposición, así como trabajadores del Consistorio. «Es una noticia terrible para el municipio, la cuenca del Besaya, la comunidad y toda España», lamentaba el regidor, que pedía «prudencia», a la espera de la investigación de la Guardia Civil, poniendo el acento en el secreto del sumario. «Dentro de unos días, sabremos cuáles han sido las causas de esta terrible noticia con la que ha amanecido hoy el Ayuntamiento de Suances», expresó. Lo que es «evidente», decía, es que hay dos personas fallecidas, «un hijo y una madre», y a partir de ahí, insistió en la necesidad de tener «prudencia».
Ruiz Moya conocía a ambos. Les veía pasear por el entorno de Hinojedo y concretamente de la casa familiar, en el barrio Darío Pedraja. Sobre el hombre, señalaba el alcalde que había estado trabajando en diferentes épocas en proyectos de Corporaciones Locales, concretamente, en varias ocasiones, en el aparcamiento disuasorio de La Ribera en época estival. «Parecía un chaval majo, simpático, agradable y comprometido con su trabajo». No parecía tener «ningún tipo de problema» y se mostraba como «un chico estupendo en todos los sentidos: buena gente, trabajador, muy responsable dentro de su labor y una persona, cuanto menos, ejemplar». Estaba «permanentemente» pendiente de su madre. Por todo ello, el regidor de Suances se declaraba «sorprendido con lo sucedido». Ella, la madre, estaba enferma, pero es una «familia normal. Son personas normales, muy integradas dentro del municipio». En definitiva, este hecho lleva aparejada para Suances una «consternación total».
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Entre los asistentes se encontraba María Luz Vega, quien no dudó en acudir pese a sus limitaciones de movilidad. Guardó el minuto de silencio apoyada en su andador. Esta vecina conocía a Milagros y la describe como «una señora muy simpática y muy cariñosa». «Lo tenía todo», añadía. «Tenía sus achaques como tengo yo, pero dentro de lo que cabe, ahí estaba ella».
María Luz se enteró de lo ocurrido la noche del miércoles por su hijo, y para ella fue «un palo». «La querías, era vecina de toda la vida, venía a Suances, porque la hija vive aquí, y la veías», recordaba. «No hace tanto la vi con el hijo y con la hija aquí, porque la hija también iba mucho con ellos».
Andrés Ruiz Moya
Alcalde de Suances
María Luz Vega
vecina
Y rememora cómo hace décadas la mujer trabajó en la farmacia situada a pocos metros de la Plaza de Viares, donde ayer se guardó el minuto de silencio. Los dueños actuales no la recuerdan porque la empresa ha cambiado de titularidad, pero sí los clientes. «Era muy simpática», contaba uno de ellos apoyado en el mostrador. «Venía de Soria y estuvo trabajando aquí hasta que se casó. Luego ya no siguió».
En los locales más modernos, como el de la cafetería de La Gallofa, también ubicada en la zona más transitada de la villa, las jóvenes trabajadoras no los conocían. Pero los clientes sí: «Los viejucos esta mañana han estado hablando de ello; es normal, esto no pasa mucho aquí», comentaba una camarera.
Gloria López, que también estuvo en la concentración, los conocía «de siempre». «Somos vecinos de toda la vida y es una gente estupenda, maravillosa, sin ningún problema. Y el niño igual», aseguraba, tras lo que lamentaba que «no sabemos lo que pasa en la cabeza de nadie, las circunstancias que rodean a todo esto, lo que cada un sufre con sus dependientes».
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López recalcaba que el hijo trataba a la madre con «un cariño y un mimo... Y una dedicación exclusiva hacia ella». Y la sacaba de paseo: «La llevaba, la traía...». Y supuso que «era la lucha diaria y hay que vivirlo para saberlo». Así, defendía que lo que puede pasar en una cabeza «lo saben los que han vivido determinadas cosas».
Para terminar, la vecina se declaraba «muy triste» con esta noticia, que «le duele mucho al pueblo entero». Y al final es una situación complicada para todos: «Para los que están, para las familias, para los que se han ido...».
En la misma línea, otro asistente se intentaba poner en el lugar del hijo. «Estar cuidando a la madre sabemos todos que es un peso añadido», decía. «Yo mismo he tenido que hacerlo en un momento dado y es muy duro, lo que pasa es que éramos muchos hermanos», explicaba para dar idea de la gran «carga emocional» que se puede vivir en determinadas situaciones.
En relación con las dos jornadas de luto oficial decretado ayer por la mañana, en conjunto con el minuto de silencio, pretende servir, como consta en la resolución de la Alcaldía, «como testimonio del dolor del pueblo de Suances ante el fallecimiento de sus vecinos». También se busca mostrar a la familia «la solidaridad de este Ayuntamiento y de todos los vecinos».
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Torrelavega dirige la investigación que comenzó la noche del miércoles con la inspección ocular de la vivienda, donde se encontraron los cuerpos de Milagros Izquierdo y Rubén Fernández. El cuerpo de ella apareció en la vivienda, con claros signos de haber sufrido estrangulamiento, pues las marcas en el cuello indicaban que había sido ahogada con «una cuerda, un cable o similar». El autor de los hechos, su hijo, según pudo comprobar el dispositivo de la Guardia Civil que se trasladó al lugar a última hora de la tarde, estaba ahorcado en el garaje que se encuentra junto a la vivienda. Todas los accesos al hogar estaban ayer acordonados a la espera de que llegase la división científica de la Benemérita. El equipo encargado de recabar el resto de pruebas:desde huellas, restos de ADN y otros detalles que pueden resultar finalmente cruciales para arrojar algo de luz sobre lo sucedido. La investigación de estos especialistas puede prolongarse incluso varios días, dependiendo de la complejidad del suceso y del espacio donde han sucedido los hechos.
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