Las grietas de la iglesia de Bejes obligan a trasladar la liturgia al exterior del templo

Los vecinos escucharon al sacerdote Domingo Landeras, párroco de Cueto y de Monte, en el exterior con un paisaje de fondo que no desmerece. El cura, que acude a esta cita desde hace 39 años, se dirigió a los fieles para explicarles que «hemos celebrado la misa en el exterior por precaución, ya que el interior de la iglesia no reúne las condiciones de seguridad». En uno de los muros se ha formado una grieta importante, de un extremo a otro de la pared, y es la zona del arco principal que da paso al presbiterio, la que presenta un mayor deterioro y amenaza con venirse abajo.

Una situación ante la que el párroco, según indicó en la misa, no va a quedarse parado. «Espero que el próximo año –dijo– este templo esté restaurado y podamos celebrar la liturgia dentro de la ermita». Landeras aseguró que el problema ya se ha puesto en conocimiento del Obispado, la Consejería de Cultura «y los bancos», informó antes de pedir a los fieles «la oración para que esta obra sea una realidad».

Aparte de rezar, será necesario lograr financiación. El alcalde, Jesús Cuevas, también es consciente del mal estado de la ermita de Bejes. Cuevas visitó el templo hace tres años con el arquitecto municipal y el arcipreste de Liébana «y comprobamos que ya había grietas que han ido a más en los últimos tiempos». El regidor está dispuesto a colaborar en la rehabilitación del edificio –incluso con la aportación de mano de obra–, pero incidió en que antes, «habrá que redactar un proyecto y averiguar cuáles son las causas de los defectos en la estructura». Cuevas aseguró que se ha puesto en contacto con la directora de la Fundación Camino Lebaniego, Pilar Gómez, «para que le comunique el asunto a la consejera de Cultura y ver qué se puede hacer al respecto».

Por su parte, el presidente de la Junta Vecinal de Bejes, Ángel Roiz, manifestó que la estructura «lleva varios años en un estado precario, de manera que ha afectado hasta a algunas dovelas del arco del altar mayor». «El Arciprestazgo de Liébana está al tanto de la situación y ya hace unos cuatro o cinco años se sondeó el templo con una máquina».

Para Roiz «la situación de la iglesia es preocupante, vayan o no vayan los vecinos a misa, pues no deja de formar parte del patrimonio y del paisaje de Bejes y cumple una función social de bienvenida y despedida de los seres queridos, aparte de ser un lugar de reunión». Sin embargo, «se ha llegado a oficiar la misa de un funeral en La Hermida para garantizar la seguridad de los asistentes». El pedáneo también se mostró dispuesto a ayudar a resolver esta «precaria situación».

Desde el Obispado de Santander aclararon que la situación que presenta la iglesia de Bejes, como la de otros templos de la Diócesis con problemas serios, ha de ser tratada en la Comisión Mixta formada por la institución religiosa y el Gobierno de Cantabria, que es donde se toman las decisiones sobre dónde actuar y se establecen las prioridades.

En este sentido, recordaron que actualmente, el caso más preocupante es el de la iglesia de San José de El Astillero, que lleva cerrada desde febrero por problemas estructurales. Con todo, dijeron, «no cabe duda de que a pesar de que hay más de mil templos en la diócesis, hay que intentar restaurar los que presentan peor estado». El Obispado es consciente «de que no existen suficientes recursos para actuar en todos los templos que experimentan este tipo de problemas, pero hay pueblos con recursos propios que pueden aportar su parte para ayudar con estas iniciativas». Ejemplos de estos también hay varios en Cantabria, como la iglesia de San Pedro Ad Vincula en Cóbreces, donde la comunidad de fieles logró recaudar fondos para ir acometiendo las diferentes fases de rehabilitación, con la ayuda de la Administración local y de entidades privadas, además del propio Obispado de Santander.