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El juicio por la muerte de Carlos Cubillas (21 años) en el apeadero de Boo de Piélagos en febrero de 2024 quedó este jueves visto ... para el veredicto del jurado, que este viernes tendrá que pronunciarse. En la cuarta sesión, los dos acusados, Ángel R.C. y Rubén G.A., ofrecieron su versión de los hechos y, después, las partes elevaron a definitivas sus conclusiones. Lo que supone que la Fiscalía mantiene su petición de pena de 13 años de cárcel y la acusación particular de 12 años y medio, mientras que las defensas solicitan la libre absolución.
Los dos procesados, que tienen el derecho a no declarar contra sí mismos o a no decir la verdad, negaron la versión de los testigos, a los que acusan de «mentir», también rechazaron las conclusiones de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Santander, descartando haber tirado a Cubillas a la vía. Su versión es que la víctima «tropezó y cayó. No le tiramos». Vamos, que fue algo «accidental».
El primero en declarar fue Ángel, que contestó a las preguntas de todas las partes. Tras ese «pique» dentro del tren al que hizo mención un amigo del otro acusado, dice que llegaron al apeadero de Boo de Piélagos, donde «yo me bajé primero, después lo hizo Rubén y por último, y por su propio pie, Carlos». Un extremo que no coincide con la versión de una testigo, que declaró que los dos acusados «estaban cogiendo a Cubillas de los hombros para sacarlo del tren».
En un momento dado dice que Rubén «dio un puñetazo» a la víctima en la cabeza y Carlos «se abalanzó sobre mí». «Yo me solté, Carlos agarró a Rubén y se fueron acercando hacia el andén». ¿Y usted no le dio una patada?, preguntó la fiscal. «No, yo no le golpee en ningún momento», contestó, a pesar de que un testigo, y amigo suyo, declaró el martes que «Ángel le dio una patada en las costillas y Cubi cayó al andén». Sin embargo, los dos acusados negaron esa caída. Y eso, a pesar de que los forenses concluyeron que una de las marcas y golpes que presentaba la víctima en la cara fue ocasionada por los tornillos de un poste que hay en el andén y por las baldosas rugosas que hay en esa zona.
Después, dice que Cubillas, «que se encontraba de pie, cayó a las vías». «Se tropezó». ¿Con qué?, preguntó la fiscal. «Apoyaría mal el pie, no lo sé». Su posterior reacción fue la de salir de corriendo, como hizo previamente Rubén. ¿Por qué no auxilió a Carlos? «Porque no vi como cayó. No sé si había caído bien o mal».
Ángel negó que la víctima tuviera la sudadera subida, con los brazos bloqueados, en el momento de caer a la vía, a pesar de que su amigo y testigo vio como Cubillas «no veía ni se podía defender de los golpes» por ese hecho.
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La fiscal también preguntó a este acusado por su relación con unas de las dos testigos que sostiene que los dos acusados «arrojaron a la vía a la víctima» y que durante años fue su amiga, así como sus respectivas familias. «En su momento me trató mal. Cuando estábamos solos me llamaba Calamardo (personaje ficticio de la serie Bob Esponja) porque tengo la nariz grande y eso me llevó a tener un complejo. Me odia tanto como para culparme».
El otro acusado, Rubén, que solo quiso responder a preguntas de la fiscal y su abogado, ofreció un relato de los hechos muy similar. Negó haber bajado por la fuerza a Cubillas del tren, y dice que la víctima fue quien le lanzó un puñetazo, que «esquivé», y que respondió con otro que sí encajó el finado. «Carlos se tiró a mi cuello, forcejeamos, intentó hacerme un barrido por detrás, tropezó con su propio pie y se cayó de espaldas a la vía, aunque no vi la caída». Su reacción fue salir corriendo «porque pensé que Carlos me podía seguir», «no le vi en las vías y no sabía si se había levantado o no». «Fue un accidente, yo solo le di un puñetazo, no tenía intención de hacerle nada. No sé porque las dos testigos mienten», añadió.
Tras reproducirse la llama al 112 en la que una de las chicas que presenciaron los hechos informaba de que a la víctima «le han pegado dos y le han tirado a la vía» (versión que han mantenido en todo momento), las partes emitieron sus correspondientes informes.
Para la fiscal, que mantiene que los acusados son autores de un delito de homicidio con dolo eventual, «porque sabían las consecuencias de su acción», «las pruebas contradicen a Rubén y Ángel». «Carlos murió porque los dos le arrojaron a la vía», aseveró, al tiempo que dijo que tras los primeros golpes «siguieron pegándole porque querían matarlo o no les importó hacerlo». «No es un accidente ni mala suerte, es una acción querida y dolosa».
Por su parte, la acusación particular cree que el jurado «tiene pruebas y datos para condenar a los acusados por homicidio doloso», a pesar de que las defensas opinan lo contrario y, por eso, pidieron a los jueces legos que tengan en cuenta que, en caso de duda, tienen que respetar la «presunción de inocencia».
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