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«El barrio de El Dueso también existe y debe ser atendido y mejorado como el resto de espacios de Santoña». El ruego lo lanza Jesús Villar, vecino desde hace dos décadas de este rincón -ubicado entre el centro urbano y la playa de ... Berria-, haciéndose eco del sentir general de los residentes, que lamentan que, en los últimos años, se ha «abandonado y descuidado» este barrio, que acoge y da nombre al centro penitenciario de El Dueso.
Villar es consciente de que el nuevo equipo de gobierno deberá atender numerosos proyectos; no obstante, solicita que tenga entre sus prioridades, acometer acciones centradas en mejorar la seguridad de la carretera de acceso a este barrio y en renovar infraestructuras. Algunas de esas demandas implican a los gobiernos regional y central, incluida Instituciones Penitenciarias, por lo que solicita que se lleven a cabo gestiones que permitan reordenar la circulación y se alcancen convenios para restaurar dos edificios en avanzado estado de ruina.
En los últimos ocho años, crítica Villar, los trabajos municipales que se han acometido en El Dueso se han limitado a cuatro intervenciones. «La limpieza de hierbas con operarios de Corporaciones Locales, la reparación del suelo y de las paredes de la ermita de San Miguel, el repintado de los muros de la parte alta del barrio y la restauración del parque infantil, aunque no se eliminaron las barreras arquitectónicas». Nada más. Mientras que en el casco urbano de la villa, dice este vecino, «hemos visto que se han mejorado aceras y asfaltados, aquí ni siquiera está delimitada en la carretera de acceso la parte de carril peatonal y la de los vehículos».
La reclamación más acuciante para los residentes -que aumentan considerablemente los fines de semana- es resolver el «caos circulatorio» en la única vía existente para acceder a los domicilios. Está permitida la circulación de coches en ambos sentidos, aún tratándose de una carretera, «muy estrecha» en la mayoría de su trayecto. El vial, con una acusada pendiente, «carece de señalización de advertencia de sus características y tampoco limita el paso de vehículos, sea cual sea su tamaño».
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Raúl Gómez Samperio
Esto origina que a la altura de la curva del lavadero municipal -donde solo cabe un único vehículo por el estrechamiento- los coches se ven obligados a dar marcha atrás, con una complicada maniobra en cuesta, que se agrava si se trata de furgonetas o autocaravanas «Es muy peligroso», remarca Villa, que pide la instalación de dos pequeños semáforos que regulen el tráfico.
De igual manera, alerta de la falta de badenes y en diversas zonas se precisa de la colocación de elementos de protección que eviten la salida de los vehículos de la carretera y, en caso de colisión, su caída por los laterales. Y es que, hay zonas sin visibilidad.
En la misma línea de seguridad vial, los vecinos consideran necesaria la construcción de sendas rotondas tanto en el cruce de la CA-907 para acceder al barrio -donde está la parada de autobús- como en el cruce de Berria en dirección al cementerio. En este mismo vial, en la curva del camping, reclaman un espejo para ver si viene un coche de frente y que se ensanche todo el camino paralelo al penal eliminando la hierba que crece en un lado y sustituyéndolo por asfalto.
La lista de carencias es extensa. Villar dirige también su atención sobre dos viviendas en ruina, que pertenecen a prisiones -una justo al inicio de la subida al barrio y otro a la altura del parque infantil-, que precisan de una rehabilitación. «También se debería soterrar el cableado de la luz y contar con repetidores para televisión y radio». Desde hace casi cuatro años está pendiente una obra, aprobada en Pleno a petición del PP, para retranquear un muro que genera un taponamiento, y el «desinterés» afecta a la estructura del Polvorín del Dueso, de la época napoleónica, que está cerrado a cal y canto y sin ningún tipo de cartelería. «Está infrautilizado cuando podía estar abierto a las visitas». Y es que este barrio recibe a cientos de turistas que lo transitan en sus rutas por el monte o por los faros del Caballo y el Pescador. «No hay día que la gente no nos pregunté por dónde se va al faro porque se carece de una señalización clara de estos puntos turísticos». Tampoco tiene un panel explicativo el lavadero municipal.
El parque infantil, describe, cuenta con numerosos escalones que «se deben sustituir por rampas para garantizar la accesibilidad», y la pista deportiva requiere de «un vallado perimetral para evitar que se salgan los balones y golpeen a los vehículos». Villar alienta a los nuevos gobernantes a fijarse en este barrio «en el que se pueden hacer cosas maravillosas. Dentro del Plan Turístico encajan un gran número de actuaciones que agradecerán vecinos y visitantes».
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