![Santoña, sumida en la pena por Fernando](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202108/01/media/cortadas/66513026-k5FE-U150114325748KgC-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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Los días pasan, uno tras otro, y la mar continúa sin devolver el cuerpo del armador santoñés, Fernando Solano, desaparecido tras el naufragio del pesquero Maremi, a nueve millas al norte de Cabo Mayor, el pasado 15 de julio. Desde que ocurriera la ... tragedia, de madrugada, Santoña ha vivido con el corazón en un puño. La esperanza de las primeras horas, cuando el barco volcado aún seguía a flote pudiéndose haber formado una burbuja de aire, dejó pasó a la desolación al hundirse la embarcación - a 132 metros de profundidad -, llevándose cualquier probabilidad de encontrarlo con vida.
La angustia creció con el dispositivo de búsqueda por aire y por mar sin hallar ningún rastro del marinero. Entonces, toda la fe se depositó en el trabajo de un robot submarino ante la creencia de que el cuerpo pudiera estar en la zona del buque, pero su inspección tampoco arrojó ningún resultado.
Ahora, tras dos semanas sin el más mínimo indicio de Solano, su familia, sus compañeros de la mar y sus vecinos están sumidos en la tristeza por no poder darle el último adiós a este pescador de 54 años. La pena y las lágrimas por su ausencia se entremezclan con la rabia y la decepción ante la sensación de que no se ha buscado al pescador todo lo que se debiera.
MÁS TIEMPO
Los vecinos consideran que las dos jornadas y media en las que el ROV Comanche estuvo inspeccionando el exterior del barco son «insuficientes» y reclaman a Salvamento Marítimo, a las autoridades, que utilicen todos los medios necesarios para seguir buscando a Solano y para examinar el interior del pesquero, ante la posibilidad de que pudiera estar ahí. «Queremos que hagan todo lo posible por traer a casa a Nando», claman.
En la villa sobrevuela un sentimiento de incomprensión respecto a todo el protocolo de rescate y son muchos los que se cuestionan por qué no se actuó con mayor rapidez cuando el barco estuvo a flote desde las cinco de la madrugada hasta las cuatro y media de la tarde de ese aciago primer día. El director de la Marina Mercante, Benito, aludió al peligro para justificar que no se interviniera en esas doce horas cruciales «La única forma de actuar sobre un pecio que está dado la vuelta es mediante buzos. Hay que garantizar las condiciones la seguridad de las personas. No se puede mandar a los buzos a una situación que entraña un enorme peligro para ellos».
Dichos buzos fueron solicitados a la base de Ferrol y llegaron ya avanzada la mañana, poco antes de que se hundiera por completo el Maremi. «Lo que se pudo hacer es poner una boya de localización en el pecio y se logró verificar que no había señales de vida a bordo, mediante el golpeo del casco con una herramienta metálica», dijo
Dentro de la tragedia, afortunadamente los otros nueve tripulantes del Maremi pudieron ser rescatados del mar cuando estaban agarrados, como buenamente podían, a las redes, a los corchos y al bote tras volcar el barco sin margen para reaccionar. Cerca, faenaban otras embarcaciones que, al percatarse de la situación, acudieron de inmediato en su auxilio. El Itsasoan rescató a cuatro pescadores y el Siempre al Alba a cinco. La tripulación de este segundo barco, con base en Santoña, amarró, luego, en el puerto sin ser capaz de expresar lo vivido en alta mar. Solo el armador narró brevemente lo ocurrido sin poder imaginar que, justo, una semana después, ellos iban a tener que ser los rescatados.
PRIMEROS MOMENTOS
Cuando todo Santoña estaba pendiente de la búsqueda de Fernando, la desgracia volvió a asomar con el incendio del Siempre al Alba faenando en aguas vizcaínas. Costaba creerlo. Otro duro golpe para la flota local. Con el pesquero en llamas, los once marineros se lanzaron a la balsa salvavidas. La tripulación del barco Nuevo Terreño consiguió alejarles del 'infierno' y subirlos a salvo a su cubierta. Por suerte, no hubo víctimas, pero el buque se hundió. En menos de un año, la Cofradía de Pescadores de Santoña ha perdido tres emblemáticos barcos de cerco «muy preparados». A los dos recientes se suma el naufragio del Marhvin, que se fue a pique en agosto del año pasado, a 53 millas al norte de Punta Galea. Los ocho tripulantes fueron rescatados sanos por otro barco.
La última tragedia marítima que lloró Santoña, casualmente, la sufrió el Siempre al Alba. Sabe lo que ahora mismo siente la tripulación del Maremi porque ellos también perdieron a un compañero. La madrugada del 14 de octubre de 2010 el marinero senegalés, Adama Sano, por razones desconocidas, se cayó por la boda del barco mientras pescaban al norte de Pasajes. Se lanzaron a por él pero su cuerpo fue engullido en la inmensidad del Cantábrico. Pero, si hay un naufragio grabado en la memoria local es el del Nuevo Pilín, acaecido del 19 de noviembre de 2004, a diez millas al norte de Punta Lucero, en el que perdieron la vida sus cinco tripulantes. Encontraron los cuerpos del patrón de la embarcación, Elías José Gallego, y de los marineros José Luis Fernández y José Legaz. Nunca más se supo de José Ramón Pérez y Agustín Fidel Escalante.
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