![«Todo lo que marcó el sonar se inspeccionó con el robot sin indicios de Fernando»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202107/28/media/cortadas/66408132--1248x766.jpg)
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El laredano David Gutiérrez (1982) ha formado parte del equipo humano encargado de dirigir por control remoto el robot submarino, que ha buscado durante dos jornadas y media el cuerpo del armador santoñés, Fernando Solano, sin encontrar ningún indicio de su presencia ... en la zona en la que se hundió el pesquero Maremi. Este ingeniero técnico naval y licenciado en Máquinas Navales por la Universidad de Cantabria trabaja, desde hace más de una década, como ROV Supervisor para la empresa gallega ACSM, a la que Salvamento Marítimo contrató sus servicios para manejar el ROV Comanche.
Desde que le comunicaron que formaría parte de esta operación en Cantabria, «mi tierra», para intentar encontrar a un pescador de Santoña, «villa hermana de Laredo», y que es «un compañero de la mar», ya que como marino él también pasa «la mitad del año en los barcos viajando por el mundo», deseó con todas sus fuerzas que «todo acabara bien». Pero, lamentablemente, «no ha podido ser así». No obstante, asegura que el equipo que manejó el robot desde la cabina de control del buque Don Inda (dos supervisores y cuatro pilotos) más el jefe de la búsqueda de Salvamento Marítimo, «hizo todo lo que se tenía que hacer, incluso se tomó algún riesgo de más para intentar localizar a Fernando, pero donde se miró con el ROV no estaba».
David Gutiérrez | Supervisor del ROV
El robot llegó desde Ferrol a la posición del hundimiento del pesquero -a nueve millas al norte de Cabo Mayor- a las diez de la mañana del pasado jueves. La primero que hizo el Don Inda fue realizar un barrido del fondo submarino con una sonda multihaz. «Se detectó un eco, que parecía coincidir con las coordenadas del hundimiento, paramos el barco y bajamos el robot», explica Gutiérrez. Pero no había ni rastro del Maremi. «Como estábamos en el polígono de búsqueda que quería inspeccionar Salvamento estuvimos buscando, pero no se encontró nada».
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Los técnicos contactaron entonces con la Torre de Santander que envió otras coordenadas. «El viernes se pasó la sonda multihaz en ese punto, dio un eco, bajamos y ya sí se encontró el pesquero». Se había desplazado desde la posición de vuelco «unos 200 metros al oeste». Se aproximaron con el robot de sur hacia el norte y el sonar detectó «unos puntos» que, como temían, eran «redes flotando». En pasos, de diez en diez metros, se acercaron más y con la cámara vieron que «estaban todas las redes saliendo del Maremi hacia arriba».
David Gutiérrez | Supervisor del ROV
Como tenían la corriente de frente, decidieron izar el ROV, recolocar el buque y atacar el pesquero desde el norte hacia sur. «Con la inspección visual vimos que el Maremi estaba apoyado sobre su quilla y acostado sobre su lado de babor». Lo primero que pudieron examinar, detalla Gutiérrez, fue «la aleta de estribor, la popa, la bañera que tiene en popa, que estaba vacía, y todo el costado de estribor hasta el folio (matrícula del barco)». De todo ello, se hizo un barrido y se inspeccionó visualmente a varios niveles: a la altura de la quilla, mitad del casco y la altura de la barandilla. Ninguna imagen aportó indicios del cuerpo. «El puente estaba todo cubierto de redes y solo tenía visible la puerta de estribor». Con sumo cuidado, revisaron la voladura de las redes que tenía por babor hacia la superficie y nada. Aparte, había dos sacos de redes cerrados en popa y en proa, tirados en el fondo, se pasó por encima y tampoco se detectó nada. «Todo lo que marcaba nuestro sonar y nos daba eco de que podía ser algo fuimos para tener confirmación visual sin resultados». Tampoco se vio ninguna bota o que se hubiera caído algo personal. «Todo era material de pesca».
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Gutiérrez incide en que se miraron todas las inmediaciones del barco y se peinó la zona hasta un radio de separación de unos 300 metros en los que el fondo ya estaba limpio. Reconoce que la embarcación estuviera envuelta en las redes complicó la labor, pero «al menos estaban en el costado de babor y se pudo revisar la popa y todo el costado de estribor». De hecho, añade, «el sábado por la mañana volvimos a bajar el robot, porque queríamos intentar acercarnos al lado de babor, pero era inviable». El ingeniero no quiere que haya dudas de que «por fuera se buscó todo lo posible y más. El dispositivo funcionó bien». Por el tamaño del ROV (1,5 metros de largo, 1 de ancho y 1 de alto) no es posible introducirle en el interior del Maremi de 23 metros de eslora y es imposible que los buzos se sumerjan porque el barco estaba a 132 metros de profundidad. «Todo el equipo íbamos preparado para nuestro objetivo y fue duro no encontrar a Fernando».
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