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Javier Ceruti, Miguel Saro y Fuentes-Pila conversan antes del debate. Javier Cotera
Cordialidad, debate y vuelta a la calma

Cordialidad, debate y vuelta a la calma

El ambiente distendido entre los candidatos no fue obstáculo para que entraran en el cuerpo a cuerpo

Mario Cerro

Santander

Miércoles, 22 de mayo 2019, 07:24

Nadie perdió la sonrisa. Ni antes ni después del debate. Eso lo habían entrenado. En el cuerpo a cuerpo ya era más difícil, ahí cada uno fue a lo suyo, pero esa cercanía que trasladaban, esa aparente relajación, se palpaba antes de que Gema Igual, Pedro Casares, José María Fuentes-Pila, Miguel Saro, Javier Ceruti y Guillermo Pérez-Cosío entraran en el plató de televisión que El Diario fabricó en el Hotel Santemar. Hubo saludos y más saludos, risas, apretones de manos e, incluso, besos cuando apareció la alcaldesa -la última en llegar-. Se notaba que no era la primera vez. Los protagonistas de esta historia se conocían, cuatro de ellos a fondo. Han sido muchas horas de debate en esos interminables plenos con turnos de mañana, tarde y noche, así que transmitían tranquilidad. Tanto es así que en los primeros minutos del debate daba la impresión de que no querían hacerse mucho daño. ¡Eso sí que es compañerismo! Hasta con los nuevos, no vaya a ser que sean necesarios a partir del lunes. Que se lo digan a Casares, que no dudó en cargar el vaso de agua del candidato de Ciudadanos hasta en dos ocasiones para que no se quedara seco. Que no sea por agua.

Sonrisas, saludos, compañerismo. Y debate. El tono potente del portavoz socialista despertó al personal y la primera foto de una protesta del MetroTUS -la palabra más utilizada- desató las hostilidades en una única dirección: Gema Igual. Adiós al compañerismo, adiós a la cordialidad, adiós a las sonrisas. Si la regidora pensaba que iba a tener de apoyo a la derecha, con Guillermo Pérez-Cosío, o al centro, con Javier Ceruti, estaba equivocada. El primero, hasta con un punto de gracia, atizó a todos -gobierno y oposición- y el segundo, con más contundencia, se centró en ella. Casi como Casares, en su papel, y mucho más que un sosegado Fuentes-Pila y que Miguel Saro, quien solo subió el tono bajo de voz en su minuto de oro. Así que la alcaldesa, que sabía donde se metía, tuvo un debate más que movido, nada que ver con aquel placentero que el resto de candidatos autonómicos dispensaron a Revilla hace una semana. Y después del intenso debate, vuelta a la calma. A los saludos, a los apretones de mano, a los besos. Otra vez relajados. Y cansados. Ni el maquillaje podía disimular el déficit de horas de sueño de todos ellos. A partir de lunes, veremos quién duerme mejor.

Javier Cotera
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