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El torero salmantino Juan del Álamo (Ciudad Rodrigo, 1991) eligió en 2011 la plaza de toros de Santander para tomar la alternativa. Ya de novillero había hecho el paseíllo en un par de ocasiones, dejando muy buenas sensaciones. El día 25 de julio ... se programó la ceremonia en la que Jonathan Sánchez Peix, que así se llama en realidad Del Álamo, dio el anhelado salto a matador de toros. Aquella tarde salió a hombros y durante cinco años más, la de la capital cántabra fue su plaza talismán. Una malograda actuación en 2016 le dejó desde entonces fuera de la Feria de Santiago, y a pesar de que posteriormente lograra salir por la puerta grande de Las Ventas, en pleno San Isidro; indultar un toro por primera vez en la historia de La Glorieta (Salamanca); y obtener numerosos triunfos en el resto del país y en Francia, nunca más ha vuelto a Cuatro Caminos. Él espera reencontrarse en el futuro con el público santanderino y, hombre cabal, no se queja. Sólo desea que los éxitos en las ferias importantes le permitan, de nuevo, su regreso.
–¿Cómo recuerda el día de su alternativa hace ahora diez años?
–Fue uno de los días más bonitos de toda mi carrera, un sueño hecho realidad desde que empecé en esta profesión. Una tarde en la que compartí cartel con El Juli, mi padrino de la alternativa, y Miguel Ángel Perera. Disfrute ese día ya desde por la mañana. Pasé un rato muy agradable en el hotel con los dos maestros, en especial con Perera, que se quedó un buen rato charlando conmigo. Después llegó el triunfo en la plaza. Fue un recuerdo único.
–¿Qué le dijo El Juli en la ceremonia de la alternativa?
–La verdad es que no me acuerdo bien. Estaba tan metido ese día en lo que tenía que hacerle al toro que no sé lo que me dijo. Eso sí, recuerdo que me deseó suerte para esa tarde y para el resto de mi carrera. Me da rabia no acordarme de más, pero es que estaba demasiado concentrado.
–¿Y a quién le brindo ese primer toro en un día tan especial?
–Brindé el toro de la alternativa –'Corregidor', 516 kilos, del hierro Jandilla– a mis padres. Le di las gracias a mi madre por traerme a este mundo y a mi padre por meterme en esto del toro. Fueron palabras de agradecimiento. Ellos me han apoyado en todo, desde siempre.
–¿Qué significa para usted la plaza de Cuatro Caminos y su público?
–Santander, desde mi etapa como novillero, es para mí una plaza talismán. El público siempre me ha tratado muy bien, con mucho respeto y cariño. Allí tengo además mi peña, con cerca de medio centenar de socios que me apoya en todo momento. Hacer el paseíllo en Cuatro Caminos es algo muy emocionante.
–¿Hasta cuándo estuvo toreando en Santander desde su alternativa?
–La última vez que lidié allí fue en 2016. Un encierro de Miranda y Moreno, con mucha expectación pues compartía cartel con Enrique Ponce y Roca Rey. No fue una tarde agradable, en esta profesión no todos los días salen las cosas bien. Me tocó un lote muy exigente y no pude ofrecer mi mejor versión como torero. No hizo justicia la corrida a mi paso por esta plaza, a la que tanto quiero, donde tomé la alternativa y tuve triunfos importantes y en la que se me quiere. No fue una tarde típica de Santander, con la plaza de nuevo llena de público, donde tanto se me ha apoyado. Una plaza siempre al lado del torero.
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La muerte en 2017 de Iván Fandiño, en Aire Sur L'Adour (Francia), afectó profundamente a Juan del Álamo, ya que el suceso se produjo cuando el torero de Orduña hacía el quite a uno de sus toros. Al día siguiente de aquella fatídica corrida, Del Álamo estaba anunciado en Ledesma (Salamanca) en una tarde de calor insoportable y a cerca de 700 kilómetros de la ciudad francesa. Nadie, minutos antes de que comenzara el festejo, sabía si Juan torearía con Fortes y Marín. Al poco apareció con su vestido azul noche y oro... para cortar cuatro orejas.
–Muchos años pues acudiendo a la llamada de Santiago.
–Hasta ese julio de 2016 había hecho el paseíllo en Cuatro Camino en ocho ocasiones, contando las dos de novillero. Y es que yo he crecido en esta plaza.
Sin embargo, la suerte sí le sonrió en otras ferias ese 2016. En septiembre hizo historia en la plaza de Salamanca. Allí, en uno de los cosos más torista del país, logró indultar el primer toro en La Glorieta. Pero fue 2017 el año del diestro miroviguense. El 8 de junio logró salir por la puerta grande de Las Ventas. La asociación de abonados de la primera plaza del mundo le nombró triunfador de la Feria de San Isidro, tras cortar dos orejas en la corrida de Alcurrucén. Ese año debió estar en Santander, pero los carteles de Santiago se habían cerrado unos días antes, sin esperar a los resultados en Madrid. «Pero bueno –reconoce–, las cosas son como son y eso me ha hecho más fuerte. Espero volver a Santander y para ello tengo que hacer las cosas muy bien, y además creo que tengo motivos suficientes. Mis peñas de Santander y Salamanca están muy unidas y ambas ciudades también. Esta profesión es además una carrera de fondo, unos años estás arriba y otras abajo. Yo creo que figurar en las grandes ferias está por llegar y sé que el público de Santander me va a volver a ver en su plaza. Tengo muchas ganas y fuerzas suficientes».
–Esta temporada comenzó toreando en la Feria de San Isidro en la plaza de Vista Alegre y, además, con nuevos apoderados.
–Estoy muy ilusionado. Son Javier y Cucho Valverde. Han estado conmigo todo el invierno pasado en el campo y tengo mucha fe en ellos y ellos en mí. Javier es torero y Cucho un médico muy reputado. Mi confianza es plena y tienen ganas de trabajar.
Del Álamo está acartelado por ahora el 14 de agosto en Tudela y el 13 de septiembre en Tordesillas. Dos oportunidades para abrir la puerta de las grandes ferias.
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