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Cazoña, con 6.000 empadronados en la actualidad, nació como ciudad dormitorio de Santander en los años 70 y poco a poco se fue urbanizando hasta convertirse en una zona familiar integrada de lleno en la ciudad. El barrio pertenece al distrito Noroeste, ... junto con El Alisal y San Román.
Entre sus atractivos, sus vecinos destacan el amplio parque Morales, creado en 1983 en la antigua parcela del sanatorio del Doctor Morales. Con 170 hectáreas, se utilizaba como pista de motocross hasta que se acondicionó como espacio verde con árboles centenarios. Allí los niños juegan, se pasea, se practica deporte y los perros pueden correr.
A partir de los años 80 y 90, en los que Cazoña llegó a conocerse como el 'barrio de los rascacielos', sus habitantes creen que «se ha estancado». Miembros de la Junta Vecinal Amigos de Cazoña denuncian una falta de mantenimiento. «La limpieza ha decaído de seis días a dos por semana». Pero lo peor para ellos es que «la población envejece y los jóvenes se mudan a otros barrios».
Luis Ángel Huerta, Pte. asociación de vecinos
Hipólito Casado, Nacido en Cazoña
«El 60% de los vecinos de Cazoña es población jubilada. La juventud se nos ha ido. Llegamos a tener seis equipos de fútbol en el barrio, después cuatro y hoy ninguno. Queremos recuperar el equipo para ir a verles jugar los fines de semana al pabellón Gerardo Diego. Nos traía muchas alegrías», recuerda Luis Ángel Huerta, presidente de la asociación de vecinos. El barrio cuenta con tres colegios públicos, y «en todos -añade- sobran plazas».
No solo envejece su población. El problema se extiende a los edificios del barrio, algunos de los cuales parecen dinosaurios, abandonados a su suerte y destartalados, como es el caso del mercado de abastos de la calle Joaquín Bustamante. En la actualidad se trata de un mugriento edificio de tres plantas que presenta óxido, agujeros y cristales rotos en la fachada. Este mercado tuvo mucha actividad hace dos décadas. «Llegó a tener más de cien puestos y en sus pasillos se hacía mucha vida de barrio. Hoy solo quedan abiertos cinco».
Otra instalación obsoleta de esta zona es la Residencia Cantabria. La asociación de vecinos reclama un proyecto «definitivo» para este inmueble que está fuera de servicio desde 2016. «En esta ciudad hay dos zonas. La postal del Paseo de Pereda y los barrios, en los que no invierten desde hace años. Queremos que nos traten a todos por igual», critica Huerta.
En el lado positivo de la balanza, los vecinos de Cazoña se muestran «esperanzados» con las obras de remodelación anunciadas en la Residencia de Caja Cantabria, que pasará a convertirse en una residencia de estudiantes. «Estamos deseando que se haga realidad el proyecto y el dinamismo que traen los universitarios vuelva a vibrar en las calles de Cazoña».
En el paisaje urbanístico del barrio priman las elevadas torres marrones, algunas de ellas con terrazas. El centro cívico construido en 2014 aporta un toque de «modernidad», opina José Fernández, miembro de la junta vecinal. Fernández cree que «el centro cívico podría incluir salas de reunión para echar la partida y ver la tele». «En definitiva, que este espacio tenga más contenido para sacarle partido a la inversión de 2,8 millones de euros».
Cazoña está situado en lo más alto de la ciudad, a 50 metros de altitud, lo que le permite funcionar como un balcón con vistas panorámicas sobre la bahía, Peña Cabarga, Lunada, la Virgen del Mar o los Picos de Europa. Tanta altura le expone al viento, que sopla con fuerza. «Somos el Chicago de Santander», señala Hipólito Casado, natural del barrio. «Nací aquí hace 68 años. Recuerdo las primeras callejas que se urbanizaban y también cuando empezó a acondicionarse el parque Morales, el 'Central Park' de Cazoña».
La parte principal del barrio se concentra en torno a la plaza de Manuel Llano, donde se encuentra la glorieta con la puerta a la que algunos llaman «la otra Puerta de Alcalá» -en realidad es la portada de un edificio que estuvo en la calle Federico Vial, en el que había un lavadero y los propietarios se la cedieron al Ayuntamiento-. La zona cuenta con 14.000 metros cuadrados de parques infantiles y espacio verde sobre el nuevo aparcamiento y el falso túnel del Distribuidor de la Marga de 2014.
Muchos vecinos de Cazoña acostumbran a ir andando al centro a diario y, a la vuelta, se cogen el autobús. Disponen de siete líneas, aunque les gustaría aumentar la frecuencia de la 1 y 2, que «en verano se saturan». También cuentan con apeadero de tren junto al parque Morales.
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