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Una mañana de vendaval en Santander. Así ha sido la jornada de este miércoles en la capital de Cantabria, donde el viento ha azotado con dureza por toda la ciudad con rachas de hasta 100 kilómetros por hora. Los restos del huracán 'Kirk' se han ... hecho notar especialmente en el paseo marítimo. El muelle de Calderón se ha convertido, una vez más, en el escenario de una película en la que las olas han compartido protagonismo con el viento y con los paraguas que adornaban las papeleras de la zona por los coletazos de esta borrasca.
Los árboles parecían bailar al compás de la música que ofrecía el fenómeno y los curiosos que se han acercado a contemplar el oleaje han acabado abrazados a las farolas al no poder caminar por la fuerza de 'kirk'. Estos mismos no han dudado ni un segundo en acercarse a la barandilla para hacer la foto perfecta a la típica farola que alumbra las noches en la bahía.
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Todos con el móvil en la mano para inmortalizar el impacto de las olas que rompían contra el muro del paseo marítimo. Algunos querían 'sentir' tanto el mar que éste les acabó empapando por su afán por conseguir la postal definitiva. «Me he calado, pero tengo la foto», comentaban sonrientes, y también goteando, los afortunados que se habían convertido en atrevidos reporteros por segundos.
Otros optaron por sentarse tranquilamente en los bancos y disfrutar del paisaje viendo cómo las banderas de los postes no paraban ni un segundo de ondear y las olas se metían dentro del paseo marítimo como si quisieran invadir el firme. Testigos de todo ello fueron los raqueros, con gotas por todo su cuerpo de acero, parecía que querían lanzarse al agua y darse un cole. Aunque con el oleaje que había pocas monedas iban a haber cogido. Al espectáculo de olas no se han sumado las lanchas que cada día recorren la bahía de Santander. Desde Reginas han indicado a El Diario Montañés que «no ha habido servicio de ninguna ruta». Según han apuntado, ha habido cancelaciones durante toda la jornada porque «la marea está alta y con el viento que hay no nos dejaba atracar aquí».
Otros que no han podido ofrecer su servicio en perfectas condiciones han sido los bares del alrededor. Un camarero del Bar del Puerto aseguraba que los restos del huracán 'Kirk' han roto las sombrillas de la terraza, entre otros desperfectos. Una terraza que no se ha podido montar durante todo el día porque «con este viento es imposible». «Las copas de vino se rompen, el pan se cae, los manteles salen volando, algunos cubiertos se pierden, las mesas vuelcan…», describe Pablo Ramírez, trabajador del local hostelero, quien ha añadido que con estas condiciones «es muy muy difícil mantener un servicio».
En la carretera se vivía la borrasca de una manera diferente. Los coches y autobuses, y alguna moto que también estaba pasando por la zona, parecía que metían una marcha menos para poder contemplar efímeramente las olas y cómo el viento azotaba a los árboles. Algunos aprovechaban que el semáforo estaba en rojo para quedarse con la mirada fija en la bahía alrededor de 20 segundos, que es lo que dura la señal de control de tráfico, y otros, que tenían más prisa, pitaban al de adelante para despertarle del sueño en el que se había introducido y poder continuar el camino.
Eso es una mañana de vendaval en Santander. Mil historias vividas por los raqueros, las gaviotas que volaban a contracorriente del viento, los curiosos que se acercaban a la zona, los conductores que transitaban por las carreteras aledañas y algún perro que, junto a su dueño, paseaba por el muelle de Calderón pensando en lo agustito que estaría en su casa.
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