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Los vecinos del Barrio Pesquero tienen un gran sentido de pertenencia y, en la mayoría de casos, son hijos o nietos de pescadores que han crecido en el barrio. Reconocen que ya no es igual que hace años «cuando las puertas de las casas ... se quedaban abiertas amarradas con solo una cuerda», en una época en la que todos los chiquillos del barrio aprendían a nadar tirándose por la rampa del puerto, recuerdan algunos de esos críos. Pero aunque los años han cambiado, este tradicional barrio todavía mantiene una familiaridad entre vecinos: «En Pesquero vamos todos a una. Si surge una urgencia, todos los vecinos se ofrecen a echar una mano. ¿Acaso en todos los vecindarios te vas al médico y le puedes dejar tus hijos a la vecina? Pues aquí sí pasa, y con toda la tranquilidad de que sabes que estarán bien cuidados. Nos ayudamos unos a otros», asegura Pilar del Castillo, presidenta de la Asociación de Vecinos.
En el Pesquero conviven en torno a 300 familias en casas sencillas, de tres alturas, con vistas al mar. Lo mejor de vivir en este barrio es... «todo», responde Pili, madre de la anterior y toda una veterana del barrio que se tuvo que mudar a otra zona de la ciudad a su pesar, «pero es como si siguiera aquí porque es donde paso los días y donde me gustar estar. Es donde está mi familia». Pili siente un gran orgullo por La charanga, ya que fue una de sus fundadoras, y que está integrada por más de 70 mujeres. «Para mí se trata de lo más valioso del barrio», a partes iguales con el gran día de la festividad del Carmen. «Por encima de todo, la procesión de la Virgen, que vivimos todos con fervor. Empezamos a organizarlo meses antes e implica mucho trabajo».
pilar del castillo, presidenta de la asociación de vecinos
Otras cosas que aprecian sus habitantes son el puerto y sus vistas, la gente, el ambiente que tiene en verano «gracias a la labor de los restaurantes que lo hacen muy bien», señalan sus vecinos, «unos se quejan del ruido pero hay que ser transigente», opinan. Y un nombre propio, el de el futbolista Pedro Munitis, «nuestro vecino más querido y admirado, que además vive aquí y se le quiere muchísimo».
Además del Carmen, el barrio celebra a lo grande otras fechas como Carnavales o Halloween, en las que los vecinos se unen para organizar y crear vestuarios. «Nos juntamos en el local de la asociación de vecinos de la avenida Sotileza, el que tiene la fachada azul que pintamos nosotros mismos y organizamos todo. La respuesta de la gente que vienen a verlo es buenísima. Nuestro pasaje del terror de Halloween es espectacular». La asociación también ofrece muchas actividades, desde costura, a baile y deporte. «Todas las clases están llenas. Si pusiéramos más, se llenarían. Estamos intentando ofrecer ocio a la juventud para que tengan formas saludables de pasarlo bien», destaca el vecino Pachi González.
Menos de un kilómetro separa la calle Antonio López del Barrio Pesquero, en cambio, «la distancia mental es enorme», continuó González. «El mal estado del pavimento al inicio de la calle Marqués de la Ensenada y la falta de asfaltado en la calle Varadero, sumado a la ausencia de iluminación y de limpieza, hace que parezca que la ciudad termina en este punto y que no hay nada más», lamenta. «Queremos estar más integrados y que no cueste físicamente llegar», reclama. El deseo de la asociación es que además de en verano, el resto del año haya más gente paseando por el barrio y de visita. Lo que se conseguiría con la construcción de un paseo amable y accesible y un mirador», apuntaron desde la asociación.
En los últimos años han surgido nuevos proyectos empresariales en estas calles, como La nave que late, una sala alternativa para eventos, o el centro deportivo Air Box (de 'crossfit'). Los vecinos están a favor de «todas las nuevas ideas que ayuden a activar la economía del barrio, pero se quejan de que «la falta de urbanización no ayuda a los negocios».
pachi gonzález, vecino del barrio
Por eso, reclaman darle prioridad y acelerar el proyecto anunciado por el Ayuntamiento en colaboración con el Puerto para urbanizar el perímetro desde la Biblioteca Central a la calle Varadero y Marqués de la Ensenada y entrada a la Iglesia del Carmen, que se completará con la construcción de un parque infantil. «Solo hay uno con caballitos viejos, que están en malas condiciones». En este sentido, está en ejecución un proyecto en el terreno que antes ocupaba el restaurante Los Viveros, que fue derribado el pasado verano, donde se levantará un espacio para niños y se alargará el paseo.
Serie Barrios de Santander
María de las Cuevas
María de las Cuevas
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