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Los vecinos del entorno de la Alameda de Oviedo, calle Vargas, San Fernando y vías adyacentes que desembocan en la alameda valoran, por encima de todo, el hecho de habitar en una vía principal de la ciudad, con mucho tránsito de gente, numerosos comercios ... y servicios pero, al mismo tiempo, tener como vía de escape acceso directo a un jardín de árboles centenarios, que es un pulmón verde para la ciudad y un punto de encuentro apacible y de desconexión.
Así que, cuando en 2006 el Ayuntamiento planteó ejecutar en la alameda un aparcamiento subterráneo, los vecinos no tardaron en alzarse en contra del proyecto para defender sus árboles. «Ese proyecto hubiera afectado a las raíces de estos árboles, que inevitablemente hubieran muerto», aseguran. Desde entonces los vecinos de la zona forjaron una unión que persiste a día de hoy.
La lucha vecinal mereció la pena porque ganaron la batalla y se desestimó el proyecto. Con idea de que no volviera a plantearse y garantizar la protección de sus árboles, los vecinos solicitaron la calificación de Parque y Jardín Singular, una figura que se consiguió y que custodia los árboles e impide cualquier tipo de alteración en todo el perímetro.
Marian González Maza | Pta. de la Asociación de Vecinos
«Estos árboles centenarios nos dan sombra en verano y hojas en otoño para el disfrute de los niños. Nos tapan los bloques de viviendas tan altos que lamentablemente se construyeron en esta zona, en sustitución de las antiguas casas bajas que había por esta zona», explica Marian González Maza, presidenta de la Asociación de Vecinos. «Es como vivir en una casa con jardín, es una maravilla bajar las escaleras de casa y reunirte en esta preciosa alameda. Me encanta sentarme en los bancos y ver a los niños que juegan en el parque infantil y charlar con alguien del barrio. Y funciona como un excelente termorregulador natural».
La alameda, construida en 1833, es el parque más antiguo de Santander, después de los Jardines de Pereda (1805); se extiende a lo largo de 725 metros, desde Cuatro Caminos a la plaza de Numancia, y cuando la Guerra Civil irrumpió, los prisioneros carlistas participaron en los trabajos de este paseo y plantaron los primeros árboles.
Si sus adoquines hablaran, contarían el alboroto que se ha vivido en el lugar con las Ferias de Santiago que acogió durante décadas, desde 1865 hasta 1947 que se trasladaron a la Cañía; además de los grandes circos que recalaban en la ciudad y ferias con caballitos, noria y atracciones y ferias ganaderas de prestigio, cerca del matadero, hoy la plaza de México.
Marisa García | Vecina
Los 18.000 metros cuadrados de alameda se aprovechaban, dándole protagonismo en la ciudad. Pero su papel como epicentro de ocio hoy es secundario. A muchos de sus vecinos, comerciantes y hosteleros les gustaría recuperar actividad, ambiente y vida social en la alameda, que tanta gloria tuvo en el pasado. «Nos gustaría que el Ayuntamiento utilizara más la alameda para eventos. Solo tenemos el Mercado Romano, que sirve de ejemplo de las posibilidades de este espacio de Santander», apuntó la vecina Marisa García.
El barrio tiene empadronados cerca de 4.700 vecinos que valoran que su zona tiene «de todo», continúa Marisa, que llegó a vivir a esta zona con 14 años. «Hay comercios locales y también cadenas nacionales; además de supermercados, fruterías y la Plaza del Mercado de México y su mercadillo». También valoran otros servicios como bancos, carnicerías y las vías de comunicación. Pero lo que falta es «actividad, que le den más vida, es un espacio infrautilizado, un pulmón de la ciudad que está olvidado».
Julio Alonso, de 90 años, es de los más veteranos de la alameda. Vuelve de comprar el pan y se para con otros vecinos a recordar cuando esta zona se consideraba «el extrarradio» y no había apenas tráfico, «un coche aparcado, lo más». Qué diferente con hoy en día, cuando la saturación del tráfico de la calle Vargas es un problema. Pero los vecinos están «contentos» con el anuncio del Ayuntamiento de semipeatonalización de esta calle y soterrado de las basuras. «La calle Vargas es zona 30 pero no se cumple el límite de velocidad», dicen.
Por poner algún 'pero', algunos vecinos denuncian «la permisividad» sobre negocios de hostelería que «se han ido instalando en la alameda, la ensucian, invaden espacio público»; se quejan de «la falta de limpieza y la ausencia de policía», una crítica extendida en otros barrios; y dan un tirón de orejas a ciertos dueños de perros, «por la cantidad de excrementos que no se recogen».
Los barrios
María de las Cuevas
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