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Caldo, sofrito, carne o langostinos y el ingrediente estrella del día: arroz. Desde algo antes de las once de la mañana los peñistas y vecinos de Torrelavega ya se agrupaban este miércoles en la Plaza de La Llama. Todos estaban preparados para los concursos de ... arroz, que exigen de ellos buen gusto y, sobre todo, un esfuerzo añadido por sacar el máximo partido posible al ingrediente imprescindible.
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En las calles adyacentes ya se podía oler desde temprano los platos que amigos y familiares cocinaban entre risas. A un lado, el certamen tradicional volvía a celebrar una edición más, como cada año durante las fiestas de La Patrona. En la pista de baloncesto, todo estaba preparado. Situadas en un cuadrado, a las mesas no les faltaba de nada. El fuego, las bombonas, los paquetes de arroz, el aceite y sal siempre a mano. Llamados por el micrófono, los cuarenta concursantes de la jornada se aproximaban a su lugar para comenzar con sus platos. Las opciones de cocinado podían ser dulce –algún postre– o salado –paella–, compitiendo por separado.
Las peñas también participaron en este lado de la plaza, aunque limitadas a 25 personas en representación de sus agrupaciones. Uno de ellos es Francisco Fernández de 'La conocí bailando'. «Nunca he participado, pero tengo ganas y más confianza que nervios», reconocía con una sonrisa mientras organizaba lo necesario para cocinar su paella de marisco y pota.
Además, este año la peña organizadora, Club cántabro de Campismo, decidió hacer los premios más suculentos si cabe. «Hemos querido incentivar la participación con mayor dotación económica», comentó Saturnino Fernández, a cargo de la competición. Tras una deliberación de los jueces que puntuaron todo el proceso –y no sólo el resultado final–. El primer premio en la categoría postres, dotado con 300 euros, fue para Giovanna Ruiz con su milhojas de arroz con leche;en el caso de los salados, con 500 euros, Eloína Jiménez se erigió como autora del mejor plato de arroz de todos.
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En el otro lado de la plaza, había una auténtica fiesta en la que las peñas eran las protagonistas. Cada grupo –listo con sus mesas de madera, sillas de camping, tablas de cortar, ingredientes etc.– intentaría sorprender al jurado con su originalidad. Entre fogones y paelleras algunos bailaban al ritmo de la música, con cerveza o copa en mano, pendientes del trabajo de los cocineros. «Cuidado, que se te quema», avisaba una chica a su amigo. Otros cataban el punto de sal y buscaban la presentación perfecta. Llegadas las 13.00 horas, el tiempo apremiaba. «En cinco minutos empezamos a recoger», anunció el altavoz. Los participantes comenzaron a tapar sus paellas con papel de aluminio «para conseguir el punto de reposo final», como aconsejó uno de los allí presentes. Los entendidos se multiplicaron en esos segundos.
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Pero más que ganar, entre bebidas, comida y música las peñas buscaban pasar una buena mañana y tarde en compañía de los suyos mientras cocinaban el arroz. Además, la participación en el evento les ayudó a ganar puntos y avanzar puestos en la Liga de las Peñas –esta es una de las muchas pruebas puntuables–. Tan solo por participar, cada grupo se llevó dos puntos; además, los que consiguieron la primera, segunda y tercera posición acumularon 20, 15 y 10 puntos, respectivamente.
Las variedades parecían infinitas y cada arroz único. Con calamares y mejillones, salchichas y pancetas, la opción mixta, negro con alioli o incluso en forma de croqueta. Todo casero, claro. Los camareros no paraban de entrar y salir con platos llenos de la antigua sede de la Cámara de Torrelavega, donde los jueces hacían la degustación. «Estamos probando algunos muy distintos, pero tienen alto nivel», decía uno de ellos en la mesa, presidida por Jesús María Sainz. A la hora de juzgar se tuvieron en cuenta dos aspectos principales: una fase visual, dando importancia al aspecto del plato; y otra degustativa, donde el sabor y aroma influyen en la decisión y en la valoración general.
En el tiempo en que todos esperaban el veredicto, los grupos abrían más cervezas y comenzaron a comer sus platos, tomándolo directamente de la paella o servido en decenas de platos de plástico, para que nadie se quedase sin probar. Era tiempo de cargar energías; después de todo, la fiesta tenía que continuar en el parque de Miravalles durante toda la tarde –y fuerte–. Más aún para aquellas cuadrillas que se alzaron con alguno de los premios:los primeros, 'Petakers';en segundo lugar, 'Con huevos y sin patatas';y cerrando el podio, 'Grupo Grupal'. Lo dicho, que las peñas de Torrelavega son el motor y el corazón de las fiestas de la Virgen Grande.
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