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Fortalezas en Togo
Martes, 14 de Mayo 2024, 14:00h
Tiempo de lectura: 2 min
Dos niños observan la sabana desde su choza-castillo en la región de Koutammakou, al nordeste de Togo. Allí viven los sombas, un grupo étnico que ha conservado sus peculiares construcciones fortificadas desde el siglo XVII. Las llaman tata, que significa 'fortaleza', y los han protegido de alimañas y de las incursiones de esclavistas. Cada casa es una unidad defensiva y familiar, con torres y estrechos laberintos interiores desde donde poder lancear al intruso. Una auténtica fortaleza contra el esclavismo.
Una mujer con sus hijos frente a su tata. Estas edificaciones únicas en África tienen dos plantas. Abajo está la cocina y es donde duermen los animales; arriba se ubican los graneros, las habitaciones de la familia y una terraza para secar el grano o para dormir en la época más calurosa. Otra peculiaridad es que todas las puertas miran al oeste, porque es la 'dirección de la vida'.
Construyen sus 'castillos' alrededor de sus cultivos de sorgo y mijo. La base de su alimentación es pasta de sorgo mezclada con salsa de hojas y semillas de baobab. El mijo es el ingrediente principal de la cerveza local: el chapalo. En la imagen, un guerrero se prepara para la caza junto con su mujer en el interior de su casa.
Los sombas se hacen incisiones en cara, espalda y pecho desde niños para identificarse y marcar su estatus. No ha penetrado en ellos el islamismo ni el cristianismo. Son animistas. Hablan un dialecto de las lenguas gur, con las que se comunican, con diversas variantes, unos 12 millones de personas en África.
Cuando un hijo varón se emancipa de su familia, debe construir su propia tata. Para elegir la ubicación, lanza una flecha desde la casa familiar y allí donde cae queda fijado el lugar donde edificar su futuro hogar. Es una tradición que se conserva.
Se han quedado al margen de nuevos inventos: todavía cazan con arco y flechas. Y son polígamos. Cada esposa ocupa una tata con sus hijos: el mayor hereda la casa. El resto de los varones tendrá que edificar la suya. La sociedad somba está poco jerarquizada, y muchos trabajos se hacen en grupo. Pero los ancianos –como Gastón, que aquí posa con sus armas– ocupan el lugar más alto y respetable.