El hospital de los héroes Soldados indestructibles Ucrania: la batalla de los mutilados de guerra
Heridos de guerra, mutilados, amputados... En los hospitales de Ucrania, lejos del frente, se libra una batalla de la que nadie habla. Sus protagonistas: veteranos de guerra cuyas vidas Putin ha cambiado para siempre. Hablamos con ellos.
Viernes, 14 de Julio 2023, 08:07h
Tiempo de lectura: 7 min
Yevhen se somete a una dura sesión en la piscina de rehabilitación del llamado Centro para Superhombres de Lviv, en Ucrania. El agua acaricia su cuerpo mientras, de fondo, se oye la voz de Néstor, su terapeuta. Yevhen debe mantener su cuerpo a flote y controlar cada músculo. Hace meses que dejó de sentir la pierna que perdió, la derecha, el 17 de abril de 2022, cuando fue herido en Pospana durante un combate contra las tropas rusas.
Yevhen es apenas uno de los miles de soldados ucranianos marcados por la guerra. «Hice lo que debía hacer –afirma–. He sido soldado profesional desde 2017 y mi deber es defender mi patria. Todo sacrificio mereció la pena». Perder una pierna es muy duro, pero reconoce que, gracias a ello, conoció a su mujer; en pocas semanas, además, se convertirá en padre. A pesar de todo, se considera un afortunado.
Las bajas militares son un tema espinoso en Ucrania, pero una reciente filtración de supuestos documentos de inteligencia de Estados Unidos sitúa el número de soldados rusos y ucranianos caídos en 354.000. Entre los supervivientes, muchos sufren lesiones y traumas que transforman sus vidas. El Centro para Superhombres es una clínica de ortopedia altamente especializada dedicada al tratamiento y rehabilitación de víctimas de guerra que dependen de una prótesis. Su filosofía de atención hace hincapié en un enfoque personalizado para la reconstrucción corporal, la adaptación de prótesis, la realización de trasplantes de piel y la implementación de exoesqueletos impulsados por dispositivos de vanguardia fabricados localmente.
Los estragos de la metralla
En otra sala del centro, Serhiy Malechko, un hombre de 37 años oriundo de Lviv, espera con la mirada perdida mientras una enfermera lo conecta a su máquina de rehabilitación. Enviado a combatir en la ciudad de Bakhmut, en diciembre de 2022, resultó herido de metralla el 20 de ese mes cuando acudía al rescate de unos camaradas heridos. Sobrevivió a dos amputaciones y a una operación para extraerle metralla alojada a dos centímetros de su corazón. «Quiero recuperarme pronto, ser independiente, ser útil para mi país y ser un ejemplo para mis tres hijos», desea.
La rehabilitación de las cicatrices de guerra visibles es solo el preámbulo en el proceso de recuperación. El verdadero adversario son los daños psicológicos y el trauma que les espera una vez retornan a sus casas. Únicamente unos pocos centros hospitalarios estaban equipados con las instalaciones y los servicios necesarios para enfrentar esta marea de víctimas de amputaciones, pero indudablemente Ucrania no estaba lista para lidiar con las consecuencias psicológicas de una invasión a gran escala.
Ayudar a los veteranos de guerra
La doctora Ulyana Krynytska-Berezyuk, directora del Departamento de Psicología del Proyecto Unbroken en Lviv, nos habla de esta carrera contrarreloj, agravada por la incertidumbre sobre el final de la guerra. Asegura que, gracias al apoyo del Estado, de naciones donantes como Estados Unidos y del compromiso de la primera dama de Ucrania, Olena Volodímirivna Zelenska, han ido dando pasos hacia una respuesta psicológica integral para los soldados y heridos de guerra. Pese a la dificultad, la doctora cuenta que han avanzado y que se encuentran en constante aprendizaje y mejora, pues son conscientes de que, una vez termine el conflicto, habrá que ayudar a los veteranos de guerra.
Estos soldados quieren ser un modelo para otras víctimas y mostrar que, al igual que su país, son indestructibles
Dos de ellos, Petro Buriak y Oleksiy Prytula, se entregan a la pausa tranquila de un cigarro ante la fachada del hospital. Son figuras reconocidas en Ucrania, ejemplos del sacrificio en defensa de la libertad. Su intención es ser un modelo de resistencia para otras víctimas; demostrar que, al igual que Ucrania, ellos y la sociedad civil son indestructibles. Tras la última calada, Oleksiy comparte su historia.
«Fue el 30 de septiembre. Realizábamos una evacuación cuando nuestro vehículo dijo 'basta'. Nos vimos forzados a abandonarlo y a buscar refugio en un barranco. Pero, mientras esperábamos a que llegara la ayuda, un proyectil impactó en mis piernas. Al despertar, me apliqué dos torniquetes en los muslos, oí a nuestros muchachos en una trinchera cercana e intenté alertarlos con serenidad. 'Chicos, ¿alguien puede oírme? Estoy herido. Por favor, ayuda'. Y una voz me respondió: 'Hermano, voy hacia ti'».
El rostro de Oleksiy adopta una expresión de gratitud al recordar. «Se acercó, me miró y le pregunté: '¿Podrías ayudarme?'. Él respondió: 'Sí, haremos todo ahora'. Encontraron un blindado BMP, no sé si era suyo y lo habían ocultado o lo interceptaron en la carretera debido al tráfico de nuestros vehículos. Me alzaron sobre el capó en camillas blandas y me transportaron al primer punto de evacuación, el lugar del que habíamos partido».
«Siempre llevaré estas cicatrices, pero confío en que, con la cirugía, podré llevar una vida algo normal», dice un veterano
A poca distancia del dúo de veteranos, encontramos al doctor Danylo Turkevych, cirujano plástico y especialista en cirugía reconstructiva del hospital San Panteleimon, en Lviv. «Mi trabajo es evaluar las consecuencias de la amputación y, a partir de ahí, aplicar técnicas de reparación de nervios y vasos sanguíneos –comenta sin dejar de examinar una herida reciente en uno de sus pacientes–. Esto nos permite reconstruir partes dañadas o ausentes con tejido de los propios pacientes».
Uno de ello es Ihor, conocido en el frente de batalla como 'Zahar'. Miembro de la brigada 28, fue herido repetidamente en los brazos y la cara durante un combate cuerpo a cuerpo con las tropas de Wagner en Bakhmut. Estabilizado cerca del frente, fue trasladado a Lviv y ahora espera una operación para reconstruirle el rostro y las manos. «Mi cara siempre llevará estas cicatrices –admite–. Pero confío en que, con la cirugía plástica, podrán reconstruir al menos mi boca y el lado izquierdo de mi cara. Así, espero poder llevar una vida algo normal».
Los centros sanitarios de Ucrania no estaban listos para lidiar con las consecuencias psicológicas de una invasión a gran escala
El hospital de San Panteleimon, en Lviv, se ha convertido en uno de los centros de referencia del país para heridos de guerra con amputaciones en fase de recuperación. Aquí se encuentra la sede del proyecto estatal Unbroken ('Indestructible' en español). Este potente término, tan cargado de fuerza y resistencia, se ha convertido en sinónimo de ser ucraniano. Desde el inicio de la invasión, que comenzó en febrero de 2022, el Primer Sindicato Médico de Lviv se ha erigido en un bastión de esperanza, brindando atención médica de alta calidad a más de 15.000 víctimas de la guerra.
La batalla de los hospitales
Cada semana, heridos de batalla son trasladados desde las líneas del frente hasta sus instalaciones, donde tanto adultos como niños reciben atención médica integral de alta calidad. Las habilidades de los profesionales son tan diversas como necesarias: desde cirugía reconstructiva hasta ortopedia y prótesis robótica. Y, si bien el soporte físico es crucial, el proyecto no ignora el aspecto mental, proporcionando rehabilitación física, psicológica y psicosocial a militares y civiles por igual.
Contemplando con detenimiento una sesión de rehabilitación para un grupo de militares, nos encontramos con Solomiya Yakubechko, la tenaz directora del Departamento de Comunicaciones y Desarrollo de Proyectos de la Asociación Médica de Lviv y del innovador Unbroken. «Este programa ya estaba en marcha antes de que la invasión a gran escala de Rusia cambiara el curso de todo –revela–. No estaba exclusivamente destinado a las víctimas de guerra, pero sí que atendíamos algunos casos, ya que el conflicto en Ucrania se desató, en realidad, en 2014. Por aquel entonces, la mayoría de nuestros pacientes eran civiles. Con la invasión, sin embargo, todo cambió abruptamente y nos vimos obligados a concentrarnos en responder a las necesidades urgentes del país».
Yakubechko describe el panorama futuro con una mezcla de resolución y preocupación: «Nos espera mucho trabajo. No sabemos cuándo acabará la guerra y necesitamos mucha más ayuda para afrontar todas las demandas médicas que la situación nos impone. La guerra se está librando en la línea del frente, pero no podemos olvidarnos de esta otra batalla que se lucha en los hospitales. Necesitamos más apoyo».
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