Medicinas que matan Un tráfico más lucrativo que el de drogas Medicamentos falsos, un negocio rentable y mortal
La venta de medicamentos falsificados es 25 veces más rentable que el tráfico de drogas. Ni la cocaína ofrece tantos beneficios: 57.000 millones de euros al año. Le explicamos cómo funciona este gran negocio. Su vida puede estar en juego.
Un comprimido azul de gozosas propiedades hidráulicas marcó el camino: Viagra. Es uno de los medicamentos más rentables de la historia y también el más falsificado. Tan legendario que la CIA lo usó como 'moneda' para pagar a sus soplones en la guerra de Afganistán. Y las ofertas fraudulentas que lo emplean como cebo llegaron a copar el 25 por ciento del tráfico mundial de spam. El laboratorio Pfizer, su fabricante, vende cada pastilla auténtica por unos 15 euros, un alto precio que hace muy tentadora la opción de recurrir a Internet y buscarse proveedores alternativos, aunque sean dudosos. Viagra compite con otras marcas y con genéricos más baratos desde que la patente expiró, pero sigue siendo un filón, tanto para su compañía farmacéutica como para los falsificadores.
El coste de producción de una pastilla ilegal de Viagra en China o la India es de 3 céntimos; y por Internet se está vendiendo desde 2 euros, con un margen de beneficio superior al 6000 por ciento que, en ocasiones, puede dispararse por encima del 20.000 por ciento. Ni la cocaína es tan lucrativa. Son datos del Instituto de Seguridad Farmacéutica; datos que hay que poner en cuarentena, como casi todo en este turbio comercio, pues proceden de un lobby que agrupa a 24 grandes laboratorios.
Las grandes mafias han entrado con fuerza en el negocio. Aporta enormes beneficios con menos riesgo que el narcotráfico
Pero Viagra solo es la punta del iceberg. La venta de medicamentos falsificados es el nuevo gran negocio del siglo: 25 veces más rentable que el tráfico de droga, según el Consejo de Europa. Además, el riesgo para los delincuentes no es muy grande si se compara con las penas a las que se enfrentan los narcotraficantes. Esto ha provocado que la criminalidad a pequeña escala haya dado paso a mafias farmacéuticas globalizadas. Se estima que este mercado ilegal genera beneficios a nivel mundial de 57.000 millones de euros.
Interpol coordina cada año una gran redada cibernética, que complementa las redadas en aduanas. La llaman operación Pangea y en su edición de 2021 participaron 92 países. Permitió el cierre o la eliminación de 113.200 enlaces de Internet, entre los que había sitios web y mercados en línea, lo que representa el mejor resultado desde 2008, año en el que tuvo lugar la primera operación Pangea. Solo en el Reino Unido, las autoridades se incautaron de unos tres millones de medicamentos y dispositivos médicos falsos por un valor superior a 13 millones de dólares.
Lo más llamativo es que las pastillas intervenidas no solo eran potenciadores sexuales para tratar la disfunción eréctil, suplementos alimentarios de dietas milagrosas y anabolizantes utilizados en gimnasios, que son los tres productos tradicionalmente más demandados. Cada vez hay más antibióticos (pues los médicos son ahora menos proclives a la hora de recetarlos), antidepresivos, analgésicos, pastillas abortivas e incluso anticancerígenos. En esta botica mundial hay de todo: compuestos contra la malaria, para bajar la tensión, para las enfermedades coronarias, antigripales y cócteles contra el sida.
La Organización Mundial de la Salud calcula que hasta el diez por ciento de los medicamentos de todo el mundo son falsificaciones. Esto no quiere decir que no contengan el principio activo correspondiente, pero cualquiera sabe en qué proporciones o cuáles fueron las condiciones higiénicas en su elaboración. En el caso de Viagra, el porcentaje de principio activo llegaría al 77 por ciento, según un estudio científico que, de nuevo, hay que coger con pinzas, pues se realizó en cooperación con el departamento de seguridad global de Pfizer. Roger Bate, un experto citado por la revista Forbes y autor de un libro de investigación sobre la materia, realizó sus propios análisis de espectrometría y concluyó que solo el 7 por ciento de las muestras de Viagra compradas por Internet eran fraudulentas, pues no contenían la molécula de sildenafilo.
En Estados Unidos, un anticoagulante contaminado causó 149 muertes. En África, 700.000 personas mueren cada año por fármacos falsos
¿A quién creer? Pasa como con las manifestaciones, que las cifras de asistentes suelen ser muy discrepantes dependiendo de quién haga las cuentas. Pero el problema es real. Y puede llegar a ser mortal. En 2008 murieron 149 personas en los Estados Unidos a causa de un anticoagulante contaminado procedente de China. Un jarabe adulterado mató a 84 niños nigerianos en 2009. Y en 2012 se produjo un brote de meningitis por un esteroide de origen desconocido con 64 fallecidos y 700 afectados, de nuevo en los Estados Unidos, donde el problema es más acuciante que en la Unión Europea, porque a millones de estadounidenses sin seguro les resulta prohibitivo comprar fármacos a los precios que marcan los laboratorios. En enero de este año, la ONU alertó de la muerte de 300 niños en Indonesia, Gambia y Uzbekistán por ingerir jarabe contaminado.
Pero la guerra de cifras esconde, además, una guerra de intereses formidable. No solo entre las farmacéuticas y los estafadores, también entre el Primer Mundo y laboratorios legales de países emergentes que fabrican genéricos. Y tiene dos epicentros: la India y China.
Los más demandados en el mercado negro de nuestro país son los potenciadores sexuales y las sustancias dopantes
La India es la farmacia del mundo desde que en los años setenta abolió las patentes. Es la gran exportadora de genéricos a los países pobres. Y cada vez más a los ricos, pues ya es el segundo proveedor estadounidense y su industria exporta por valor de 11.000 millones de euros anuales. Le declaró la guerra a los grandes laboratorios, que han llevado al gigante asiático repetidamente a los tribunales. El último litigio fue con Novartis por un anticancerígeno. Después de siete años, la justicia dio la razón a los fabricantes indios de genéricos, pues no era un medicamento innovador, sino una versión de otro cuya patente estaba a punto de expirar, controvertida táctica de las farmacéuticas. El problema es que algunos laboratorios indios son de primera y cumplen con las normativas internacionales… y otros dejan mucho que desear. La Organización Mundial de la Salud estima que uno de cada cinco fármacos fabricados allí es falso.
El director general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos, Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, que representa los intereses de los laboratorios de genéricos españoles, denuncia que padecen campañas de desprestigio. Los genéricos ya copan el 36 por ciento del mercado en España, con crecimientos de dos dígitos en los últimos años por la finalización de patentes de productos de gran venta y por el copago. «De cada diez genéricos que se consumen en España, siete se fabrican aquí. Del resto, no llega ni a la mitad los que vienen de Asia –ha declarado al diario digital Vozpópuli–. Además, estos proveedores son fuentes a las que acudimos no solo los genéricos, sino también las marcas».
El problema es más acuciante en EE.UU. que en la Unión Europea porque a millones de estadounidenses sin seguro les resulta prohibitivo comprar fármacos a los precios que marcan los laboratorios
En España, el comercio de fármacos ilegales no es elevado. Es prácticamente imposible que lleguen a las farmacias, aunque la venta por Internet es una puerta abierta a todo tipo de medicamentos no regulados, como en cualquier lugar del mundo. Aún resulta muy difícil perseguir este comercio ilegal on-line por parte de las autoridades, pese a las nuevas regulaciones. En el caso de nuestro país, a la demanda habitual de potenciadores sexuales, adelgazantes y sustancias dopantes, hay que añadir en los últimos tiempos antibióticos, analgésicos y antigripales.
Pero el drama más sangrante está en África. La Organización Mundial de la Salud cree que en algunos países africanos, como Nigeria, más de la mitad de los medicamentos son falsos. No importa tanto que los estafadores mezclen a veces ingredientes nocivos, como talco, raticidas o ácido bórico. El peor delito es que no lleven el principio activo o lo lleven en una cantidad insuficiente. Según la Deutsche Welle, unas 700.000 personas mueren cada año en África por tomar fármacos falsos contra la malaria y la tuberculosis. No es que los mate el medicamento: los matan la malaria y la tuberculosis contra las que esos fármacos son totalmente inocuos.
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