
Un archivo con historia
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Un archivo con historia
Domingo, 05 de Octubre 2014
Tiempo de lectura: 3 min
El episodio más singular en la vida de Ragel (Jerez 1893, Madrid 1951), es el relacionado con el oro de Moscú. Trabajaba para una revista comunista cuando al final de la Guerra Civil le pidieron que fotografiase los documentos de las transferencias del oro y la plata que se estaban enviando desde el Banco de España a Moscú ante la inminente llegada a Madrid de los nacionales. Ragel ocultó los 31 clichés originales en su domicilio. Acabada la guerra, entregó los clichés al Ministerio de Hacienda, lo que permitió recuperar parte del dinero en París. Gracias a esto, Ragel –republicano confeso– consiguió ser funcionario. Fue fotógrafo oficial del Banco de España desde 1941 a 1951.
El ministro de Hacienda de la República, Juan Negrín, fue el que tomó la decisión de enviar las reservas de oro del Banco Central de España a la Unión Soviética para sufragar el material bélico que Stalin estaba dispuesto a vender a la República. El 12 de septiembre de 1936, el Gobierno que presidía Largo Caballero decidió seguir el consejo de Negrín de sacar de Madrid las reservas de oro, 510 toneladas, y trasladarlas a la base naval de Cartagena. El objetivo era que no cayeran en manos de los militares sublevados. Con esos fondos, la República trató de adquirir armamento en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, esta última puso en marcha un Comité de No Intervención para bloquear la llegada de ayuda militar a España, una medida que teóricamente iba encaminada a frenar la escalada bélica.
Además de boicotear los intentos de los republicanos de comprar armas a las democracias occidentales, ese organismo internacional no hizo nada para impedir el envío de aviones y carros de combate alemanes e italianos a los militares rebeldes. Esa fue la razón por la que Largo Caballero pidió a Moscú que aceptara el depósito del oro para comprarles armamento a ellos.
La decisión de enviar el oro a Moscú sigue siendo objeto de polémica entre los historiadores. Si unos afirman que el Gobierno republicano no tenía otra opción que recurrir a esas reservas para comprar armas a los rusos, otros opinan que Largo Caballero y Negrín se precipitaron. En 1938, Moscú afirmó que aquel oro se había agotado. Las especulaciones sobre si los soviéticos se quedaron con parte de ese botín o realmente se evaporó siguen despertando curiosidad y morbo.
Ragel era hijo del fotógrafo González Lozano, quien aprovechó el desarrollo cultural impulsado por los bodegueros ingleses en Jerez para convertirse en el favorito de la burguesía local. Su hijo heredó el testigo, pero evolucionó pronto hacia un pictorialismo más humanista, como muestra esta foto de una familia de guardeses con dos cazadores en los montes de Toledo.
A los dieciocho años, Diego se trasladó a Madrid. Fueron años de bohemia, diversión y excesos. Hacia 1920, su firma aparecía en importantes revistas ilustradas. En Madrid tuvo acceso a personalidades como el pintor Sorolla, que aquí aparece en familia en la Casa Coliti, en Cercedilla, en 1922.
Mientras trabajó con su padre en Jerez, Ragel fotografió diversos paisajes de Andalucía, como este de Sevilla con la Torre del Oro al fondo. Son escenas costumbristas, con motivos clásicos y composiciones y luces cercanas a la pintura.
Ragel era un apasionado de los coches y las carreras de caballos. Así que en los años veinte se especializa en el reportaje deportivo. Publica asiduamente sus imágenes de competiciones en las revistas Mundo Gráfico y Blanco y Negro, como esta carrera en el circuito de Lasarte (San Sebastián) en 1925.
La caza es un capítulo aparte en la producción de Ragel. Se conservan más de mil doscientas imágenes de gran valor documental. Durante casi toda su vida profesional colaboró con La Revista Cinegética Ilustrada. En la imagen: Novaliches y Patarra, escopetas negras de los montes de Toledo, en torno a 1930.
Como fotógrafo oficial del Banco de España tomó innumerables imágenes de sus empleados.
Diego González Ragel (en la foto) fue fotógrafo oficial del Banco de España desde 1941 hasta su muerte. Pese a su pasado republicano, logró el puesto porque facilitó datos a la Hacienda franquista para que se recuperara el oro de Moscú. Falleció en 1951 de leucemia y de la tristeza que le produjo la muerte de su hija de seis años. Su único hijo varón, Diego González Mellado, heredó el oficio y su archivo.