Premio XLSemanal 2023 Categoría Valores Alicia Koplowitz: «Desde muy joven me han interesado las vidas secretas del cerebro»
Peleó con administraciones de todos los colores para que la psiquiatría infantil fuera una especialidad reconocida en nuestro país y trató de compensar esa carencia pagando la formación de médicos españoles en los mejores centros del mundo. Y ahora, al dispararse los casos de suicidio, anorexia y ansiedad entre niños y adolescentes, ha llevado a los psiquiatras a los colegios. XLSemanal premia a Alicia Koplowitz en la categoría de Valores por la lucha de su Fundación en favor de la salud mental de los más jóvenes desde hace 30 años.
Son las diez de la mañana en el instituto La Estrella, en Madrid. Jorge Vidal, psiquiatra infantil, se ha reunido con dos adolescentes: una chica con «dificultades de manejo de sus emociones y síntomas depresivos» y otro chico «con problemas para controlarse». Después, ha hablado con una familia cuya hija está pasando «por aislamiento social y bajón en el rendimiento académico». Y, antes de irse, mantiene una reunión con profesores para hablar de los trastornos del espectro del autismo.
Desde principios de curso, Jorge Vidal se mueve como pez en el agua por el centro entre los profesores, el personal auxiliar y los casi 800 alumnos. Se ha convertido en un rostro familiar para todos. Es uno de los dos psiquiatras que forman el programa piloto que ha puesto en marcha la Fundación Alicia Koplowitz junto con la Comunidad de Madrid y el hospital Gregorio Marañón. Por primera vez, los profesionales clínicos se trasladan a los centros escolares en lugar de recibir a los niños en el entorno hospitalario. Es lo más pionero en España.
«Los profesionales tenemos que salir y no quedarnos parapetados en el hospital. Tenemos que cambiar el chip», explica Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Jorge Vidal junto con su colega Javier Camacho y la psicóloga clínica Lorena Freire se reparten diez colegios de primaria y tres institutos. Su tarea: hacer de puente, trabajar con docentes, alumnos y familias. Han sustituido sus consultas en el hospital por la atención directa. Su jornada transcurre ahora entre despachos de profesores, reuniones con las familias y los alumnos. «El objetivo es la detección precoz», afirma Jorge Vidal.
Y también discriminar lo urgente de lo que no lo es. «Lo que genera más alarma es el suicidio y las autolesiones, las verbalizaciones sobre la muerte. Nosotros ayudamos a discernir cuánto riesgo existe y recomendamos medidas», añade Javier Camacho.
Alicia Koplowitz ha pasado años predicando en el desierto y ella misma reconoce que la ayuda que presta a través de su fundación «es casi una gota en el océano ante tanta y tan urgente necesidad»
Antes de la pandemia, en este instituto, como en la mayoría de los centros educativos de España, solo se detectaban casos preocupantes de manera muy puntual, pero tras el confinamiento «se ha producido una explosión, que se ha convertido para nosotros en una lucha sin medios», afirma José Ignacio Díaz, director del instituto La Estrella desde hace 16 años. «Cada día teníamos dos o tres casos de crisis de ansiedad. Hemos vivido situaciones muy dramáticas y, además, había un efecto contagio, incluso en niños de 12 años. Ahora mismo hay tranquilidad y para nosotros es vital», añade.
Esta 'explosión' de casos relacionados con la salud mental ha impulsado el último proyecto de la Fundación Alicia Koplowitz, una entidad que ella misma creó en 1994 cuando la psiquiatría infantil ni siquiera estaba reconocida en nuestro país. «La primera que luchó con todas las administraciones de todos los colores para conseguir la especialidad fue ella», afirma Celso Arango. España estaba a la cola en Europa a la hora de reconocer la psiquiatría infantil, que por fin fue oficialmente incorporada como especialidad en agosto de 2022.
«Desde muy joven he sido consciente de la importancia del bienestar emocional en el equilibrio del ser humano y me han inquietado las vidas secretas del cerebro», relata la empresaria. Por eso, hace 30 años, cuando hablar de enfermedades mentales era tabú en nuestro país, Alicia Koplowitz se propuso cuidar lo que ella llama «las enfermedades del alma».
Niños de centros tutelados que salieron adelante
Su interés por los niños más vulnerables, primero, la llevó a abrir centros y residencias para menores tutelados que financiaba ella íntegramente. El resultado no pudo ser mejor. Hubo historias de mucho éxito en casos complicados de niños que más tarde se convirtieron en personas productivas que superaron sus crisis. Pero fue a través de esas residencias donde Koplowitz detectó que un porcentaje muy importante de esos niños tutelados arrastraba algún tipo de trastorno mental y también identificó la falta de buena formación en España para tratarlos, en comparación con otros países.
Entonces, Alicia Koplowitz decidió dar un paso adelante: escogió los mejores centros del mundo como el King's College de Londres o la Universidad de Columbia en Nueva York y acordó convenios para que acogiesen a residentes de Psiquiatría financiando su estancia allí. «Traté de compensar la ausencia de formación especializada en nuestro país», resume la empresaria. El éxito de su iniciativa se mide hoy por la cantera de excelentes profesionales formados gracias a la misma, «los psiquiatras infantiles de mayor prestigio y reconocimiento», concluye Celso Arango.
Alicia Koplowitz ha pasado años predicando en el desierto y ella misma reconoce que la ayuda que presta a través de su fundación «es casi una gota en el océano ante tanta y tan urgente necesidad». De hecho, cuando empezó su cruzada, uno de cada cinco niños padecía un trastorno mental. Ahora mismo, el porcentaje es muy superior. «Es un sistema colapsado. La gota que ha colmado el vaso ha sido la pandemia, pero ese vaso ya estaba lleno», explica Arango. Según la Organización Mundial de la Salud, ha habido un aumento de entre el 20 y el 30 por ciento de los trastornos de ansiedad, del sueño, depresión y riesgo de suicidio entre la gente joven.
Los expertos señalan que los menores hoy presentan una gran vulnerabilidad. Y reclaman que nos preguntemos si hay factores en nuestra sociedad, estilo de crianza o de educación que hacen emerger esta fragilidad. Por eso, países como Dinamarca, Finlandia y Noruega han incluido en el currículum de primaria una asignatura relacionada con la salud mental, porque «falta el aprendizaje socioemocional en los colegios», afirma Celso Arango.
Además, en nuestro país, la ratio de psiquiatras por habitante se encuentra entre las más bajas de Europa. «Los padres que pueden pagar una consulta privada se aseguran de que su niño esté media hora a la semana con un psiquiatra o un psicólogo clínico, pero en un hospital público el niño es atendido una vez al mes en el mejor de los casos o cada 15 días si es muy grave», argumenta el psiquiatra Jorge Vidal.
El proyecto pionero de Alicia Koplowitz permite tener un contacto regular y constante con los chavales. Por primera vez, la formación en salud mental y la atención clínica se llevan a los propios colegios e institutos. Es una aproximación sanadora con un mensaje. «Estamos aquí, en tu colegio, para escucharte».
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