
Reaparece con un aspecto irreconocible
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Reaparece con un aspecto irreconocible
Viernes, 26 de Enero 2024, 12:20h
Tiempo de lectura: 3 min
Hija de Peter Fonda, nieta de Henry Fonda, sobrina de Jane Fonda... Un abolengo de difícil superación en el viejo Hollywood. A Bridget Fonda –estrella que estuvo a las órdenes de Tarantino, Coppola, Bertolucci, Lumet o Alan Parker– poca gente sería capaz de reconocerla hoy, a sus 59 años.
Alejada de los platós desde hace 22 años, Fonda ha sido ‘cazada’ por los fotógrafos recientemente en dos ocasiones. La primera, en el aeropuerto de Los Ángeles, acompañada de su hijo Oliver, de 18 años; la otra, de compras por las calles de esa ciudad.
Y, por si a alguien le quedaba alguna duda, la actriz confirmó al periodista que la interpeló en el primero de ambos abordajes que sus días de cine habían quedado definitivamente atrás y que ningún director la haría cambiar de opinión. «Es mucho más agradable la vida de civil», señaló la protagonista de cintas como Singles o Mujer blanca soltera busca.
No fueron sus atropelladas declaraciones, sin embargo, las que suscitaron la atención internacional y convirtieron en virales aquellas fotos robadas. Fue, más bien, su aspecto irreconocible, con un par de decenas de kilos más de los que solía lucir en sus años de estrellato, ausencia total de maquillaje, canosos cabellos recogidos en una cola de caballo, gafas de ver de amplia montura, zapatillas deportivas, oscuros pantalones holgados e informal camiseta a rayas, que sustituyó por una sudadera con un estampado de Mickey Mouse en su segunda aparición.
Una imagen completamente alejada de aquella rutilante estrella precoz que inició su carrera a los cinco años, de la mano de su padre en la mítica Easy rider (1969), y tras superar prejuicios y comparaciones con los grandes nombres de su saga familiar, se retiró en lo más alto en 2002 para formar una familia con Danny Elfman, el compositor favorito de Tim Burton. «Priorizo mi vida personal», alegó tras rodar aquel año su último trabajo.
Fonda, que durante ocho años había formado junto al actor Eric Stoltz una de las parejas más glamurosas de Hollywood, se casaría poco después con Elfman, un influyente músico que ha sido demandado por dos mujeres por acoso sexual, procesos que no han impedido a la pareja permanecer unidos durante más de dos décadas.
El matrimonio, por cierto, tuvo un inicio accidentado ya que Fonda estrelló su coche contra un embarcadero durante una tormenta y sufrió una lesión vertebral. Superada esa primera prueba, en 2005 nació Oliver, el único hijo de la pareja, si bien Elfman es padre de otras dos niñas –Mali y Lola–, fruto de su relación con la productora de cine Geri Eisenmenger. Antes de eso, el célebre músico fue pareja de Kim Gordon, icono del rock y miembro de los legendarios Sonic Youth.
Desde su nacimiento, Fonda se dedicó por entero a criar a su hijo Oliver, alejándose por completo de los focos. Desde entonces, de hecho, apenas se había dejado ver en público. Una sola vez, en 2009, cuando acompañó a su querido Quentin Tarantino en el estreno angelino de Malditos bastardos.
Después de aquello... misterio total. Hasta que los paparazis se toparon con ella en el aeropuerto de Los Ángeles, ciudad en la que no vive desde 2020, cuando ella y su marido vendieron las dos mansiones adyacentes que mantenían por un total de 14,6 millones de dólares y se mudaron a un rancho en Santa Bárbara (dos horas al norte de LA), donde hoy crían cerdos, gallinas y vacas. Fonda rara vez abandona su refugio y es de suponer que, tras el pequeño revuelo armado con sus últimas salidas, se prodigue todavía menos.