Cine sin fronteras
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Cine sin fronteras
Miércoles, 13 de Diciembre 2023
Tiempo de lectura: 10 min
Supervisor de efectos especiales
Lleva en el negocio desde los 19 años. Pau Costa ha trabajado en 'Matrix', 'Rambo', 'Fast & Furious', 'Lo imposible' y ahora en 'La sociedad de la nieve'... Entre los directores que le reclaman están González Iñárritu, las hermanas Wachowski o Wes Anderson. Tiene 7 premios Goya. ¿El secreto de su éxito? Él mismo nos lo cuenta.
«En España tenemos un nivel de efectos especiales brutal. El año pasado hice en Alemania Matrix Resurrection y te aseguro que no tenemos nada que envidiar a nadie. Y más ahora, que la llegada de las plataformas ha elevado la exigencia en todos los departamentos. Vamos, que las productoras internacionales saben que en este país ofrecemos efectos de gran calidad.
El gran hito para nosotros fue Lo imposible, en 2012, que rodamos en aquellos maravillosos estudios de la Ciudad de la Luz, en Alicante. Recuerdo que Sandra Hermida y Belén Atienza, las productoras, me dijeron: «Si haces bien esto, te llamarán de todas partes». Y así fue. Alejandro González Iñárritu, por ejemplo, quería rodar aquí toda la parte de agua de El renacido, una producción de 135 millones de dólares y con Leonardo DiCaprio. Pero cerraron los estudios y la película se hizo en Los Ángeles. Una de tantas oportunidades perdidas para la industria española. A mí, eso sí, me llevó con él.
El caso es que, aunque nos faltan unos grandes estudios, el nivel de producción que hemos alcanzado en España es un factor clave para atraer rodajes. Lo noto cuando viajo y me hablan de cosas como La casa de papel. Cuando les digo que lo hicimos nosotros, se quedan impresionados. Ocurre en todos los campos: cuando haces las cosas bien, la gente te busca.
De hecho, estoy en un momento en que no doy abasto. En los dos últimos meses he tenido que rechazar unos 25 proyectos porque faltan profesionales. Voy formando a gente nueva, joven, pero en este trabajo, que implica hacer explosiones, tiroteos, derrumbes..., la experiencia es fundamental. Es urgente invertir en formación para aprovechar todo el potencial que tenemos. Otro factor muy importante que nos falla en España es el nivel de inglés de los técnicos. En eso también hay que mejorar mucho.
Yo me metí en esto gracias a mi padre, el productor Pedro Costa. Como era un desastre estudiando, me preguntó: «A ver, ¿qué quieres hacer?». Efectos especiales, le dije. Empecé de meritorio en Amantes y La viuda del capitán Estrada, hasta que, dos años después, hice mis primeros efectos en Acción mutante. Y ya no paré. Era todo supercasero, hacíamos máquinas de humo con un cartucho de gas y aceite en un garaje, no teníamos ni idea de lo que se hacía fuera. Llegó entonces Ridley Scott, me contrataron para El reino de los cielos y se me amplió por completo el horizonte.
Los rodajes internacionales han sido, para mí, la mejor escuela. En el mundo del cine, de hecho, todo el mundo lo tiene claro: los técnicos y la calidad de producción que tenemos en España son, en gran medida, herencia de los rodajes internacionales que hemos recibido desde los años 60.
Productor
José Luis Escolar lleva 44 años dedicado al cine. Con apenas 17 empezó en ¡Vaya par de gemelos!, de Pedro Lazaga y con Paco Martínez Soria. Una década después ayudó a traer a España el rodaje de El imperio del sol, de Steven Spielberg, e inició así una carrera entre cuyos logros figura haber atraído a nuestro país producciones internacionales con gente como Ridley Scott, Terry Gilliam, Tom Cruise o las hermanas Wachowski, y cuatro premios Goya.
«A mí me cambió la vida El imperio del sol, de Steven Spielberg. Ya llevaba diez años trabajando en cine, desde los 17, y alguien que me conocía me llamó. 'Esta gente está buscando localizaciones en Europa para hacer un campo de prisioneros japonés en la China de la Segunda Guerra Mundial –me dijo–. ¿Puedes ayudarnos?'.
Fue así como Spielberg acabó en Trebujena, levantando un campo de concentración, una estación, un aeródromo y un estadio en las marismas del Guadalquivir, y fue así como yo entré en el mundillo de los rodajes internacionales para trabajar en películas fantásticas como Indiana Jones y la última cruzada, Las aventuras del barón Münchausen, Habana...
España tiene mucha tradición en este campo desde los años 60, a pesar de ser una actividad por la que, hasta ahora, no se ha preocupado ninguna administración. Aún así seguimos atrayendo bastantes rodajes, pero estamos, por ejemplo, a años luz de los ingleses que reciben cerca de 15.000 millones de dólares de inversión extranjera en el sector audiovisual. Y en España este año, con suerte, quizá lleguemos a los 400...
Invertir en cine crea riqueza, genera muchísimo empleo y ayuda a proyectar de forma brutal la imagen del país. Por ejemplo, con Vampire Academy, una serie para Universal rodada en Navarra, se invirtieron 80 millones de euros y se contrató a 500 con salarios estupendos y una media de 33 años. Y es dinero que se reparte también en hoteles, restauración, comercio local, carpinteros, electricistas...
España tiene un potencial tremendo en este campo y deberíamos explotarlo mucho más. Las administraciones ni siquiera saben cuántas películas y series extranjeras se ruedan aquí ni cuánto dinero dejan. No existe un registro y nunca lo ha habido. Nos faltan, además, unos grandes estudios. Teníamos los de la Ciudad de la luz, en Alicante, pero los cerraron en 2014. Necesitaríamos algo así en Madrid o Barcelona.
Por otro lado, habría que ser más agresivos con los incentivos fiscales, el tax rebate, que es el gran factor competitivo hoy en Europa. Se trata de una herramienta que surgió tras el 11-S, en Nueva York. Para que regresaran los productores, la ciudad empezó a ofrecerles el reembolso de un porcentaje de los gastos de cada producción. La fórmula se extendió como la pólvora y se convirtió en el factor decisivo para atraer rodajes.... Excepto en España.
Aquí no se hizo nada hasta 2015. ¡Con 14 años de retraso! Y si se hizo fue por pura casualidad. Un día me crucé con el hombre encargado de preparar la parte dedicada al cine del programa electoral del PP y, como no sabía bien qué poner, le hablé del tax rebate y de los beneficios de atraer rodajes internacionales. Lo entendió perfectamente y, como lo puso en el programa, Cristóbal Montoro lo asumió. Puso un incentivo muy limitado, pero fue un comienzo. El gobierno actual lo subió con la pandemia, pero todavía estamos por debajo de los países que compiten con nosotros.
Queda mucho por hacer, pero hay motivos para el optimismo, porque, por primera vez, un Gobierno se preocupa por esta cuestión y ve una oportunidad de negocio. Pedro Sánchez ha sido el primer presidente en ir a Los Ángeles a decirles a los productores que queremos que vengan y que les vamos a dar facilidades para ello».
Jefe de localizaciones
La primera película en la que trabajó fue Entre rojas, en 1995, protagonizada por Penélope Cruz. Empezó como meritorio de producción. Después hizo varias más como ayudante de producción, con los productores Denise O'Dell y Mark Albela, hasta que, en 2001, le ofrecieron ser el Jefe de Localizaciones de Muere otro día, de James Bond. Desde entonces ha ejercido como tal en películas como 'El ultimátum de Bourne', 'Exodus: Dioses y reyes', 'Tomorrowland' o 'Blade Runner 2049'.
«Yo empecé a lo grande, con James Bond. Muere otro día fue mi primera película como jefe de localizaciones. Lo recuerdo como un máster acelerado, porque lo llevamos todo entre otro tipo y yo, y gente que cogimos en Cádiz, cuando hoy llevo un equipo de entre 15 y 20 personas. No sé cómo logramos hacer aquello, la verdad.
Hoy sería imposible, porque las producciones son cada vez más grandes, con varias unidades rodando en sitios distintos de forma simultánea y secuencias de acción con miles de planos más que hace 20 años. Y usan drones, helicópteros y 20.000 artilugios que antes no existían. Americanos y británicos se traen todos los juguetes que necesiten porque aquí, todavía, no hay.
Nuestra geografía única es la gran baza para atraer rodajes internacionales a España frente a los países del Este. Allí ofrecen incentivos fiscales más generosos, costes de producción más bajos y estudios de cine a la altura de las exigencias, pero cuando se necesita un desierto y otros paisajes fronterizos no les queda más remedio que venirse a España. Aunque Marruecos también ha avanzado mucho y cada vez más producciones acaban allí.
Canarias también lo está haciendo muy bien porque ofrece desde hace un tiempo un incentivo fiscal mucho más agresivo que el resto de España. Navarra también ha apostado por ese camino, aunque zonas como Almería o las Bardenas todavía son nuestras mejores bazas. En los últimos años se han hecho allí varias películas sobre Irak, Bin Laden y demás; Ridley Scott nos convirtió en Egipto para Exodus: Dioses y reyes y en Nuevo México para El consejero; y, hemos hecho también cosas como Tomorrowland, en Valencia, donde tenemos algo único como la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El sur, además, sigue siendo territorio para el western.
En España somos un grupo muy reducido los que trabajamos para producciones internacionales, pero por cada una que consigues traer generas muchísimo empleo y unas inversiones brutales. Yo, por ejemplo, solo trabajo en este tipo de rodajes. Jefe de localizaciones en nuestro país, de hecho, hay muy pocos porque la dimensión de las producciones no lo hace necesario. Yo me encargo de localizar escenarios, pero también hago todas las gestiones: solicitar permisos para aparcamiento, para montar carpas de vestuario, de catering; para instalar generadores, agua... Mi equipo y yo lo movemos todo, cortamos calles… El 90 por ciento de lo que necesita cada departamento me lo piden a mí.
Diseñadora de vestuario
Esta asturiana nacida en 1964, ganadora de dos Goya, ha rodado por todo el mundo y es la diseñadora de vestuario a la que Woody Allen llama cada vez que viene a rodar a España. Habitual de directores como Amenábar o Almodóvar, Grande empezó en el teatro con apenas 20 años hasta que se pasó al cine y la televisión. Ha trabajado con Ridley Scott, Steven Soderbergh...
«Woody Allen siempre me dice que su país favorito para rodar, salvando Estados Unidos, es España. "Aquí tenéis los mejores técnicos y me encanta cómo trabajáis". Tal cual. Por eso ha rodado tanto aquí. A mi me llamó para hacer Vicky Cristina Barcelona y a partir de ahí seis veces más. Me parece la mejor evidencia del potencial que tenemos para atraer producciones y que deberíamos aprovechar como es debido, porque nos queda mucho camino por recorrer.
Cuesta creer, por ejemplo, que en las escuelas de cine no haya ninguna especialización en vestuario. La gente aquí sólo se puede formar trabajando, pero en los últimos años primaba en España un cine muy económico, de mucha comedia, lo más barato, y con pocas exigencias en materia de vestuario o decorados. Eso ha afectado a la formación de los jóvenes en ambos gremios. Por eso ahora, con la industria en crecimiento por la llegada de las plataformas vamos mejorando en todo.
Yo tuve la suerte de formarme en el teatro con Miguel Narros y Andrea D’Odorico, dos grandes del diseño de vestuario, y haciendo Shakespeare, Calderón, Moliere, Lorca... Fueron diez años hasta que los contrataron para hacer El Quijote de Miguel de Cervantes, la serie de Gutiérrez Aragón, en 1991. Entré como ayudante y me enganché al cine, donde la cámara te lleva hasta la hebilla del zapato y te exige la perfección.
Así que metí la patita y, como había hecho tantas cosas de época, empezaron a llamarme para hacer series y películas. A la segunda, La Celestina, me nominaron al Goya, que gané dos años más tarde con La niña de tus ojos. Y luego ya, después de trabajar con gente como Amenábar o Almodóvar, empezaron a llamarme de producciones internacionales. Fue como abrirte a un nuevo mundo.
Trabajar con gente de otras cinematografías es fantástico porque conoces maneras distintas de trabajar y te enriqueces muchísimo. Es una gran escuela. Sobre todo, si haces secuencias gordas. Imagina esta, por ejemplo: Segunda Guerra Mundial, bajo la lluvia 500 soldados embarrados ocupan todo el plano. Hacer escenas así es brutal: crear todos esos uniformes, desgastarlos, desgarrarlos, embarrarlos... Me pone muchísimo. Y, claro, lo tienes que hacer perfecto.
En momentos así ves mejor que nunca que esto es un trabajo en equipo. Tu y tu gente habéis ayudado a crear esa escena fantásticamente ambientada que te traslada a una guerra y, cuando todo acaba, viene el director de fotografía y te felicita. Es maravillosos pertenecer a eso».