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Todo empezó con una pregunta, ¿y si los homo sapiens no eran los únicos que podían pintar? Cuando el prehistoriador Marcos García (Bilbao, 1974) se atrevió a pensar en voz alta esta hipótesis, los sapiens eran hasta entonces los únicos a los que ... se les atribuía esa capacidad. Entonces trabajaba en la red de Cuevas Prehistóricas de Cantabria, pero cuando lo dejó, algo estaba a punto de cambiar. Una investigación que presentaron en 2012 ocupó la portada de la revista 'Science' al encontrar fechas de 36.000-40.000 años en las cuevas de El Castillo y Altamira.
Esta fecha estaba en el límite entre ambos periodos y empezaron a cuestionar el carácter intocable del saber científico. «¿Y si ese disco en el Castillo no lo hubiera hecho un sapiens, como siempre se ha considerado? ¿Y si lo hizo el hombre neandertal, la especie anterior a nosotros?». Aquello era una posibilidad. Una hipótesis que colgaba de su investigación como el último hilo de una piñata. Así que tiraron, y tiraron tan fuerte que seis años después ha estallado la fiesta con la publicación este jueves del artículo -también en 'Science'- en el que documentan la antigüedad de las pinturas de La Pasiega, y otras dos cuevas en Málaga y Cáceres, que atribuye capacidades artísticas a los neandertales.
Este revolucionario hallazgo lo firman 14 investigadores de cinco países, entre ellos el propio Marcos García, ahora profesor de la Universidad Isabel I de Burgos. Hay voces que sitúan el impacto del hallazgo a la altura de las pinturas de Altamira, por el cambio de paradigma científico que supone: «Esto va a cambiar los libros de texto, la forma en que hasta ahora entendemos la historia», dice Daniel Garrido, coordinador de las Cuevas Prehistóricas de Cantabria y colaborador del equipo de García.
El hallazgo corrobora lo que hace seis años era sólo una intuición. Las pinturas son más antiguas de lo que se había categorizado y, por tanto, son los neandertales los autores de dichos trazos, pero ¿qué supone el hecho de que el hombre pinte antes? Más allá de desmontar el actual conocimiento, lo que implica es «quitarnos una singularidad biológica, que siempre habíamos pensado que nosotros éramos los únicos». Y parece que ya no es así: «No hay constancia de sapiens en la cornisa cantábrica y por tanto podríamos decir fehacientemente que esas pinturas datadas en 65.000 años son realizadas por neandertales».
Las fechas obtenidas en esta investigación «son anteriores al menos en 20.000 años a la llegada de los primeros humanos modernos a Europa, y certifican su autoría por parte de grupos humanos neandertales». La evolución humana acaba de sumar un eslabón nuevo a una cadena que sujeta al menos 64.800 años de historia como seres capaces de recrear a través de un símbolo un significado, algo que hasta ahora era una habilidad sólo atribuida al homo sapiens. Esa es la 'edad' que arroja un signo lineal con forma de escalera de La Pasiega, una de las tres fechas que han conseguido documentar en la cueva cántabra y que evidencia la nueva longevidad de la pintura. «En el ámbito cognitivo o mental, la evolución humana dice que el homo sapiens es aquel que es sabio y que capacidad de especular o reflexionar, y con esto se demuestra que los neandertales, desde un punto de vista mental, son tan sapiens como nosotros si no fuera por la diferencias anatómicas», dice el prehistoriador.
Su colega de proyecto, Joao Zilhão, investigador de la Universidad de Barcelona, añade que el hallazgo va aún más allá al mantener que «los neandertales en nada se diferenciaban, desde el punto de vista cognitivo y del pensamiento simbólico, de las primeras poblaciones africanas de hombres anatómicamente modernos». Hasta ahora, los neandertales eran retratados «como brutales e incultos, y algunos de estos puntos de vista persisten hoy», explica el codirector del estudio, Alistair Pike, profesor de Ciencias Arqueológicas en la Universidad de Southampton. Ahora, este nuevo hallazgo obliga a un cambio de paradigma en torno a ese pariente que desapareció hace 30.000 años, pero cuya cultura sigue deparando sorpresas por su inesperado desarrollo y sus evidentes puntos en común con el homo sapiens.
El hallazgo ha traído una revolución en los estándares con los que se comprendía hasta ahora la historia. «Va a cambiar hasta los libros porque si lo llevamos a la filosofía de la ciencia, es un cambio de paradigma científico, es decir, hay una brecha en el axioma, el indiscutible 1+1 se acaba de romper». Este hecho ha provocado tanto entusiasmo como escepticismo. «Necesitamos un tiempo de asimilación de la noticia desde un punto de vista científico porque abre una nueva puerta a entender la prehistoria y el pensamiento cognitivo del ser humano», dice Daniel Garrido, que ha colaborado con el equipo de investigación y que, para entender la envergadura del cambio, tira de ejemplos: «Antes decíamos que el sapiens y el neandertal eran especies diferentes, pero cuando llegó la noticia de que compartimos un tres por ciento con el genoma neandertal nos costó mucho asimilarla; pues con esto va a pasar exactamente igual».
Cuando en 2012 se publicaron por primera vez estas fechas que apuntaban a que la antigüedad era mayor de lo que se creía, «hubo gente que criticó el método y suscitó la duda, pero con estas fechas con las que se reconoce esta autoría neandertal, será como volver a entonar el mea culpa de Émile Cartailhac tras negar la autoría de Altamira».
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