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Dos niñas merendando en los años 70. XL SEMANAL
Recordando aquellas meriendas

Recordando aquellas meriendas

LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·

Durante las tardes de antaño los manjares pasaban del embutido en bocadillo al trozo de pan con una onza de chocolate y un vaso de leche

Javier Rodríguez

Santander

Domingo, 4 de octubre 2020

Otra de las cosas que han cambiado muchísimo con el paso de los años son las meriendas. Ahora, gracias al nivel de vida del que se disfruta, los niños tienen a su disposición numerosas opciones. Pueden elegir 'a la carta'. Antiguamente, en cambio, no era así: debido a las limitaciones económicas que existían en el noventa y nueve por ciento de hogares, la variedad resultaba escasa, pero no por ello menos apetitosa, claro.

1. El popular, barato e histórico bocadillo de mortadela. 2. El pan y un poco de chocolate. Con un vaso de leche, ideal. 3. En ocasiones el bocadillo infantil era, como se decía coloquialmente, de «fuagrás». DM

He aquí algunos de aquellos ejemplos de merienda: el bocadillo de mortadela (todo un clásico), el de «fuagrás» (que así se decía, y que «llenaba» bastante), el de chorizo tradicional o de 'Pamplona', y una onza de chocolate (que no es lo mismo que comer, como se hace hoy, las onzas que se quiera), un trozo de pan y un vaso de leche. Ojo: leche no 'light', no desnatada, no semi-desnatada ni inventos por el estilo. Leche de lechera, de la que al ser hervida en la cazuela dejaba una buena capa de nata con la que se elaboraba mantequilla.

¡Qué rica estaba aquella mantequilla casera untada en el pan y con azúcar! DM

Por cierto, cabe recordar que la mantequilla casera significa estar contemplando una escena paradisíaca: la rebanada de pan, mamá untando en ella la mantequilla con un cuchillo y espolvoreando después azúcar encima. ¡Qué bueno estaba aquello! ¡Qué manjar! De estrella Michelín.

Ejemplo de apetitosísimo bocadillo de chorizo, todo un clásico. DM

En mi infancia, y en la de todos los niños de mi generación y anteriores, la hora de la merienda era sa-gra-da. Por tal motivo se esperaba con máximo interés. Al regresar del cole, los chavales teníamos un hambre casi insaciable. De Carpanta, vamos. En consecuencia, «entraba» de maravilla cualquiera de los productos mencionados en el presente artículo. Y es que como entonces se solía expresar tirando de refranero, «a buen hambre, no hay pan duro». Y si es del día, ¡para qué contar! Ñam, ñam…

El vaso de leche formaba parte, a veces, de las merienda. DM

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