Recordando los míticos 'cancioneros'

Cuando queremos disponer hoy de la letra de una canción lo tenemos fácil. Con escribir el título y 'letra de' en el buscador Google de Internet, objetivo alcanzado. Después incluso podemos pasarla a papel gracias a la impresora doméstica. Como es lógico, en otros tiempos el mismo deseo no se resolvía de idéntica manera: había que comprar el 'cancionero' del artista que la interpretaba.

¿Qué eran los 'cancioneros'? Pues unas revistucas que se vendían en los kioskos de prensa y chucherías en los años cincuenta/sesenta, elaboradas por editoriales, que se vendían a precio módico (empezaron con 1 peseta y llegaron hasta 5 en algunos casos que tuve en mis manos).

De todos los cantantes de moda a los que la ciudadanía escuchaba en programas musicales de la radio (¡qué recuerdo tan feliz aquellos de 'discos dedicados'!, esos que tantas veces presenté en directo tanto en Radio Torrelavega como en Radio Popular de Santander) o de los que adquiría discos, se editaban las letras de sus éxitos. Así se podían canturrear en casa o hacer el coro en cuanto sonaban.

Este tipo de populares publicaciones tuvieron en su momento mucho tirón en ventas. Solían poseer una portada con la imagen del ídolo y permitían disfrutar la música en otra dimensión, pues no todas las letras de una canción que agrada se queda en la memoria a la primera. Bueno, ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Tararear una parte, vale. Pero sabérsela entera queda al alcance de pocos. Fue una gran idea comercial, pues, la del 'cancionero', que cuajó tanto en España como en países de Hispanoamérica.

Los fans de Nino Bravo, Dúo Dinámico, Raphael, Manolo Escobar, Carmen Sevilla, Lola Flores, Marisol, etcétera, buscaban con frecuencia los 'cancioneros', que solían coleccionar. Lo que pocos sabían al hacerlo era que su concepto procedía de un lejano ayer.

No surgió en sus décadas, sino en el Renacimiento. La inclusión de las letras de los discos en las contraportadas de los singles y en las carpetas de los elepés acabó, entre otros factores, con aquellas exitosas publicaciones. También forman parte de lo que el tiempo se llevó.