La Maruca Castellana, un nuevo hito de la expansión del Grupo Cañadío en Madrid

La gastronomía de Cantabria ha crecido y ganado visibilidad en los últimos años casi de forma paralela a la expansión del Grupo Cañadío en Madrid. Sin duda, el papel que han jugado las iniciativas empresariales de Paco Quirós y Carlos Crespo han sido fundamentales para que el foco puesto en la cocina de la región haya contado con más luminosidad. El papel que están jugando desde hace casi una década como embajadores en la capital de España ha sido clave y es reconocido. Y, a su favor tienen también, que les ha acompañado el éxito gracias a que han 'dado con la tecla', es decir, que han sabido formular una propuesta gastronómica que agrada a un amplio espectro de la potencial clientela de Madrid y que cuenta con una relación calidad/precio difícilmente mejorable. El resultado son locales llenos cada día y un progresivo crecimiento que fortalece al Grupo Cañadío como una de las grandes referencias culinarias de esta gran ciudad por su cocina sencilla, popular, sabrosa y bien elaborada, así como por el gusto en la decoración de sus establecimientos.

El último hito de su expansión ha sido hace algunas semanas la apertura de La Maruca Castellana, un negocio para cerca de doscientos comensales que es el punto de salida para el desarrollo de una marca que dentro de unos meses verá como Quirós y Crespo abrirán otra Maruca en la calle López de Hoyos, ésta aún más grande, para más de trescientos comensales.

Jesús Alonso al frente de la cocina y Jesús Selma a los mandos del equipo de sala, dos piezas fundamentales en el equipo del Grupo Cañadío, junto con el chef de La Bien Aparecida, José Manuel de Dios, se han encargado del lanzamiento de esta nueva Maruca, en cuya carta no hay novedades revolucionarias porque el éxito está es seguir desarrollando unos platos muy apetecibles, en muchos casos de raíz cántabra y con ingredientes llevados directamente a Madrid desde los productores de la región. Esta cocina se caracteriza por la regularidad y por el alto nivel que tienen todas sus propuestas por sencillas que parezcan. Se cuida la selección de las materias primas y se ejecuta con primor.

En la degustación se pudieron probar la tortilla de patata, que encandila no solo en los desayunos;una croqueta de carne de cocido y un buñuelo de brandada de bacalao en tempura deliciosos y muy bien fritos; una fresca y sabrosa ensalada de ave escabechada con manzana, nueces y un queso cremoso; unos pimientos de Isla «asados a nuestra manera» con un jugo con un toque oriental; unas alcachofas fantásticas; un cocido lebaniego en un solo vuelco y reinterpretado, pero realmente recomendable; una merluza a la plancha con su refrito y sobre una patata panadera, en su punto y exquisita; unas albóndigas estofadas con boletus muy sabrosas, y unos callos a la montañesa picantes capaces de terminar con las existencias de pan. De postre, un flan de queso y miel, un arroz con leche y la insuperable e infalible tarta de queso de la casa, tan imitada como elogiada por todo el mundo. Un recorrido con diferentes registros pero con un denominador común: platos plenos de sabor, sin trampas y excelsos.

El repertorio es tan amplio que La Maruca se postula como un sitio donde poder repetir visita. Porque en su carta no faltan las anchoas de Santoña ,la ensaladilla rusa, la terrina de foie con sobao tostado, el tartar de aguacate y salmón ahumado con queso,las rabas de Santander, las empanadillas de bonito, las patatas bravas, los huevos rotos con patatas y picadillo de Potes, los canelones rellenos de poularda con salsa de foie, una fideua negra de cachón de Santander, el bacalao con tomate, el pulpo a la plancha con puré de matanza, el taco de bonito,la merluza preparada de diferentes modos,los chipirones con fideua en su tinta, la pluma de cerdo ibérica, el cordero al horno, el solomillo de cerdo ibérico al queso de Cabrales o el tartar de novilla. En definitiva, una cocina actual, que marca tendencia y que también es para los cántabros que visiten Madrid. Le enorgullecerá.