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Cuando Carmen Merino ofreció hace dos semanas su versión sobre los hechos que rodearon al crimen de la decapitación de Castro, su estrategia ... consistió en señalar directamente a su «amiga» Carmen Mendoza como una de las responsables de la muerte de Jesús Mari Baranda (también apuntó al hermano del finado). Primero declaró que ella le entregó a su amiga un paquete con juguetes sexuales, «pero no el cráneo» de su pareja sentimental. Y después sostuvo que Mendoza accedía a su ordenador cuando acudía al domicilio de la pareja (para justificar las esclarecedoras búsquedas de internet) y que esa relación de «amistad» que mantenían se vio afectada porque Mendoza «le tiró los tejos a Jesús Mari y a él le incomodó».
La reacción de la amiga, cuando le tocó testificar tras la acusada, fue desmentir rotundamente a Carmen Merino. «Miente», afirmó en varias ocasiones. Y por eso, ahora no está conforme con el veredicto del jurado. «Estoy feliz porque la han condenado, pero no estoy de acuerdo con el veredicto del jurado», apuntó en declaraciones a El Diario Montañés.
Desde que ella misma destapó hace más de tres años este macabro crimen que ha quedado visto para sentencia, Mendoza ha guardado silencio, al menos ante los medios de comunicación. Ni una declaración. No así cuando tuvo que testificar, en diversas ocasiones, durante la fase de instrucción y hace dos semanas en el acto de la vista oral. Sin embargo, cuando este periódico se ha puesto en contacto con ella para conocer su opinión sobre la decisión de los jueces legos, no ha podido evitar mostrar disconformidad con el veredicto, al tiempo que ha mostrado su «satisfacción» porque hubiese condena.
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Pero al decir que no está conforme con el veredicto, lo que da a entender, de alguna manera, es que considera que Carmen Merino tenía que haber sido condenada por un delito de asesinato y no de homicidio (con la agravante de parentesco). Ya que eso ha supuesto que la pena a la que se enfrenta ahora la acusada es de un máximo de 15 años de cárcel (habría que descontar los tres años que ya ha cumplido) y no de 25 como interesaba en un primer momento el representante del Ministerio Fiscal.
Cuando dio a conocer su veredicto, lo primero que hizo el jurado (ocho mujeres y un hombre) fue dejar claro que, a su entender, Merino «participó como autora» en la muerte de Jesús Mari, dejando en el aire la posibilidad de que alguien más estuviera involucrado en el homicidio. A esa apreciación llegaron después de que no se diera la mayoría necesaria para considerar que fue la acusada la que «causó» la muerte de su pareja.
Decidido esto, quedaba por determinar si los hechos se podían calificar como un delito de asesinato con alevosía, pero para el jurado «nadie nos ha podido demostrar la cantidad exacta de Diazepam ingerida, ni que ella lo suministrara». Descartaban así esta agravante. Pero no solo en base al ansiolítico. Porque una de las incógnitas que ha dejado este juicio y sobre la que se basaba también el fiscal para interesar el asesinato es que el crimen se produjo en el domicilio de la pareja, «donde la víctima no tenía posibilidad de defensa y no pedía pedir auxilio a nadie». Para el jurado no ha quedado probado este hecho y así se recogerá en la posterior sentencia.
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