El análisis de los alimentos de la boda concluye sin rastro de contaminación

Ayer mismo el laboratorio de Salud Pública concluyó el análisis de las muestras testigo de hasta 28 alimentos servidos en el banquete (buena parte de ellos se han revisado dos veces porque el primer test no resultó válido) sin encontrar rastro alguno de contaminación, lo cual deja abiertas hipótesis muy difíciles de comprobar a estas alturas. Habrá que esperar al informe de conclusiones que elaborará Salud Pública, en colaboración con el servicio de Seguridad Alimentaria, aunque desde la propia Consejería ya avanzan que «a veces este tipo de investigaciones pueden resultar frustrantes, porque no siempre se puede determinar el origen exacto de la infección».

De lo que no cabe duda, por la coincidencia espacio-tiempo (base del estudio epidemiológico inicial), es de que fue en el marco de la boda donde se produjo el contagio inicial. ¿Quién llevó consigo al 'invitado' indeseado? Esa será la pregunta del millón, pues la opción a priori más sencilla, que era echar la culpa a algún molusco, por tratarse de uno de los alimentos en los que se puede detectar con más frecuencia la presencia del norovirus, que se propaga fácilmente a través del agua contaminada, ya no puede ser. Ni a ese ni a ninguno de los productos de la muestra testigo del menú, que han pasado el riguroso examen de laboratorio (cada producto se ha sometido a cuatro análisis distintos, incluida la PCR específica en busca de norovirus).

Cabe la remota posibilidad -y eso entra dentro de las hipótesis que quedarán en el aire- que pudiera haberse contaminado solo una partida de un alimento concreto y que justo se consumiera en su totalidad, sin afectar por tanto a la muestra reservada. Pero para tranquilidad del restaurante, desde Salud Pública confirman a este periódico que la inspección sanitaria realizada al establecimiento tras salir a la luz este contagio masivo, que acabó con al menos una veintena de personas en Urgencias, no ha encontrado anomalía alguna.

«No se ha detectado ninguna deficiencia, nada que pudiera hacer responsable al restaurante de lo ocurrido», indican fuentes de la Consejería. En definitiva, pasó allí como podía haber pasado en cualquier otro sitio. Porque el responsable del brote de gastroenteritis es un agente tan contagioso que no necesita de mucha carga viral -unas 18 partículas víricas son suficientes- para propagarse con facilidad por transmisión directa de persona a persona (y una reunión familiar del calado de una boda es un escenario propicio) o a través de superficies contaminadas. Eso explica que en los días siguientes continuara creciendo el número de personas con síntomas coincidentes (dolor abdominal, diarrea y vómitos), porque fue una infección en cadena que dejó al menos 110 afectados, todos de carácter leve y rápida evolución. Solo hubo un ingreso durante unas horas en la Unidad de Corta Estancia de Urgencias de Valdecilla por riesgo de deshidratación.

Manuel Galán, jefe de servicio de Salud Pública y uno de los responsables de la investigación, ya apuntó a principios de abril que el principal sospechoso de esta infección, una de las más numerosas ocurrida en Cantabria en los últimos tiempos, era el norovirus, «de los virus más presentes en los casos de transmisión alimentaria, aunque novedoso porque hasta hace poco no teníamos técnicas para identificarlo».

Se trata de un germen extremadamente contagioso, que es fácil que quede en superficies y se transmita si no hay un lavado correcto de manos. «Hasta hace poco no teníamos medios de diagnóstico para detectar norovirus, tanto clínicos como en agua y alimentos», informaban desde Salud Pública. De hecho, es un agente que no está incluido dentro de las enfermedades de declaración obligatoria, pero «hemos iniciado su monitorización porque es más frecuente de lo que creemos».

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