Borrar
Acto de inauguración de la clausura del Año Jubilar Lebaniego, celebrado este sábado en Potes. Luis Palomeque
El Año Santo alarga el Camino Lebaniego, pero se queda corto en el impacto turístico

El Año Santo alarga el Camino Lebaniego, pero se queda corto en el impacto turístico

Resultados distintos. El peregrinaje a pie a Santo Toribio se consolida, pero el número de visitantes en el Monasterio, Liébana y la región queda por debajo de lo esperado | Dos en uno. El cambio de Gobierno a mitad de celebración marca también un cambio de políticas en cuanto a las programaciones y deja reproches mutuos sobre los resultados

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 14 de abril 2024, 07:51

No hay ningún contador que mida el impacto exacto del Año Jubilar. Ni para Liébana ni para toda Cantabria. Cuando se cierre hoy la Puerta del Perdón nadie pulsará unos botones en un ordenador para saber si este fue mejor o peor que los anteriores. Pero sí que hay elementos para hacer balance. Algunos datos que pueden servir como orientación y, sobre todo, un puñado de sensaciones y de certezas de los que más de cerca viven la celebración. Sirva un ejemplo. Tal vez el más significativo. El resumen que hacen los franciscanos que viven y cuidan el monasterio de Santo Toribio. Dicen que ha habido «muchos menos autobuses» en el aparcamiento y que en la misa del peregrino hubo días «de estar cuatro o cinco». Y que eso no había pasado nunca, «aunque nevara». No debe estar mal tirado, porque desde las asociaciones de Hostelería o Turismo Rural, y también si uno se da un paseo por los bares de Potes, coinciden: el Año Jubilar, en un buen ciclo turístico en general, no se ha notado mucho. Hasta en el Obispado lo reconocen. El impacto ha estado por debajo de lo previsto. Ahora bien, en términos de peregrinaje, del de verdad, en términos de recorrer el Camino Lebaniego, la conclusión es mejor. El número de credenciales selladas ha crecido. Y, lo más importante, se habla de la senda hasta el monasterio más que nunca. Aunque sea para tener claro que hay que mejorarla –no puede ser que en la primera etapa, por ejemplo, uno no encuentre un lugar donde comer algo hasta las cinco de la tarde (un caso real)– y que se debe promocionar todo el año. En eso es casi en lo único que coinciden los dos colores a los que les ha tocado gestionar (PRC y PP). Porque esta edición será la del dos en uno. La del cambio de Gobierno por unas elecciones a mitad de camino. Y unos y otros se acusan mutuamente de la parte mala. Se mandan a pasar por la Puerta para pedir perdón.

Un dato de los que facilitan como resumen. Algo más de 300.000 personas en Santo Toribio en este Año Santo (de abril a abril). Contrasta con el que ofrecían desde el Gobierno en las ediciones anteriores: aquello de 1.300.000 peregrinos en 2006/07 y 1.200.000 en 2017/18. Pero los dos tienen truco y no valen para comparar. El primero se basa en un conteo que hacen con la mejor voluntad los voluntarios del monasterio en base a los que van a la misa y a los coches en el aparcamiento en determinadas horas. No es muy preciso. En el otro, según indican fuentes del Gobierno, metían en el mismo saco de peregrinos a los que iban a todo lo que se organizaba. Lo mismo a ver el Lignum Crucis que a escuchar a Enrique Iglesias. La conclusión –dicen que para la próxima van a implementar herramientas fiables de conteo– es que los sistemas para medir no miden gran cosa.

Dicho esto, toca resumir lo que ha sido esta edición. Fitur 2023 dio el pistoletazo de salida. El consejero López Marcano, que ya gestionó el Año Santo en 2006, apostó otra vez por una puesta en escena espectacular. De grandes nombres. El único concierto en España de Muse, la cita «espiritual» con Andrea Bocelli junto al monasterio, un peregrinaje entre antorchas con Ara Malikian... También noches con Sabina, Raphael, Alejandro Sanz, Manuel Carrasco, Quevedo... O espectáculos pensados para atraer multitudes en Santander y Torrelavega. Una larga lista de acontecimientos para los primeros meses jubilares.

Ya cerca de la fecha de inicio llegaron los primeros reveses. Lo de Andrea Bocelli no llegó a celebrarse, buscar sustitutos a toda prisa (José Carreras y Sabina Puértolas) le costó al Gobierno 900.000 euros (para un concierto de 1.200 personas en el que se redujo el aforo previsto) y las colas kilométricas que se esperaban para el fin de semana de la apertura de la Puerta del Perdón no fueron para tanto. Ni siquiera las obras del Desfiladero de La Hermida (que están entre los factores que hay que citar en el balance) fueron un problema en ese arranque discreto.

Tampoco la búsqueda de patrocinadores ha dado el rendimiento esperado. De esto apenas se ha hablado porque, de entrada, no se dieron muchos datos. En las dos últimas ediciones del Año Jubilar hubo 23 y 20. Según han informado esta semana desde la Fundación Camino Lebaniego, el total de patrocinadores en esta ocasión para todo el periodo (de abril a abril) ha sido cinco. Banco Santander, El Buen Pastor, Cerveza DouGall's, Fundación La Caixa y Alsa. Entre todos, según la misma fuente, han aportado 642.390 euros.

  • Josep Carreras/Sabina Puértolas Acudieron a Santo Toribio 1.200 personas. Costó 900.000 euros.

  • Aitana/otros artistas Reunió 18.500 personas. El Gobierno pagó 421.999 euros.

  • Joaquín Sabina 7.000 espectadores y un contrato de 112.500 euros.

  • Manu Carrasco 7.000 espectadores y un contrato de 140.000 euros.

  • Quevedo/otros artistas 12.000 espectadores y un contrato de 109.500 euros.

  • Muse 23.000 espectadores y un contrato por valor de 500.000 euros.

  • Espectáculo 'Camino de Luz' 23.000 espectadores y un contrato por valor de 500.000 euros.

  • Marea 8.000 espectadores y 73.000 euros.

Esto enlaza directamente con el presupuesto. De 18 millones en 2006/07 se pasó, en plena crisis, a cuatro. Para esta edición, la Fundación explica a El Diario que no tienen una partida específica para organizar el Año Jubilar. Lo que ofrecen como dato es lo que se les ha asignado en 2023 y 2024 para sus fines (que incluyen el Año Jubilar). Algo más de siete millones de euros.

Contratos

En esto de los dineros, este periódico fue dando a conocer a lo largo del año los contratos firmados por Cantur para buena parte de los espectáculos y actuaciones. Es innegable que hasta diciembre desfilaron por la región buena parte de los artistas de moda en España, algunos históricos de los escenarios y un grupo de talla mundial. Muse agotó las entradas en los Campos de Sport y su nombre entró de lleno en la lista de conciertos inolvidables vividos en Cantabria (como pasó en otros años jubilares con Bruce Springsteen, Shakira, Jean Michel Jarre, Marc Anthony, Scorpions o Enrique Iglesias –aunque el recuerdo que dejó este último no fuera el mejor–). Otro asunto son los debates que se generan siempre que sale a relucir el dinero público que cuestan estas cosas. El gran concierto del Año Jubilar supuso a las arcas públicas medio millón de euros.

Cantur fue publicando los documentos y El Diario los dio a conocer. Una ensalada de cifras. Entre los eventos más costosos, los 24 minutos de drones y fuegos artificiales del espectáculo 'Camino de Luz', en Santander. En total, 644.464 euros. A partir de ahí, más cifras. El 'My Fest Cantabria Infinita' –con Aitana, Bizarrap y Nicki Nicole– salió por 421.999. La cita con Luis Fonsi, por 250.413. Y el espectáculo de Ara Malikian acompañado de velas de Santo Toribio a Potes, por 381.193 euros.

Fueron publicándose por tandas. En grupos. Así, poco después se supo lo pagado de dinero público para las actuaciones de Andrés Calamaro (86.300 euros), Marea (73.000) o Joaquín Sabina (112.500 euros). El festival de Torrelavega en el que participó Quevedo (el de 'Quédate') costó 109.500 euros, mientras que, por último, el directo de Manuel Carrasco superó los 140.000.

Todo eso estaba, básicamente, en la programación del primer semestre del Año Jubilar que anunciaron Revilla y Marcano en Fitur. Y todo eso ha estado también presente en la batalla política que se ha librado después –y todavía dura– a cuenta de la celebración lebaniega. Siempre ha habido batalla. En cada Año Santo. En la última edición se habló mucho de la dimisión del primer responsable de la Sociedad Año Jubilar cinco días antes de la apertura de la Puerta del Perdón o de la anulación del contrato para captar fondos. Pero es que esta vez, en pleno festejo, cambió el Gobierno tras unas elecciones autonómicas.

Dos modelos

El choque era inevitable y ha marcado el año. Los nuevos responsables de la gestión (Eva Guillermina Fernández, PP) han acusado a los anteriores de improvisar, de no dejar fondos para la recta final del Año Jubilar y de equivocarse con una estrategia únicamente de grandes eventos puntuales. Los anteriores (Javier López Marcano, PRC) dicen que los nuevos no han hecho nada más allá de lo que ya se encontraron programado, que sí que había fondos y que eso no es pretexto, y que, tras su marcha, la promoción ha perdido fuerza. Que no llega.

Así que cuando a unos y a otros se les cuestiona por un impacto turístico menor de lo esperado, lo que hacen ambos es señalar a la otra acera.

Y el cambio no ha sido sólo de consejeros o de presidentes. No ha afectado sólo a Peña Herbosa. Por cambiar, en este periodo de abril a abril, ha cambiado hasta el obispo. El encargado de abrir la Puerta del Perdón fue Manuel Sánchez Monge. El encargado de cerrarla hoy será Arturo Ros.

Pero tal vez el cambio más significativo fuera de la política propiamente dicha sea el vivido en la Fundación Camino Lebaniego. Antes estaba Manuel Bahíllo y ahora está Pilar Gómez Bahamonde. Otro relevo en pleno Año Jubilar. Ellos, algo más ajenos a los debates y los tiras y aflojas partidistas, hacen una enumeración interesante de lo conseguido en estos meses en las dos etapas. Cada uno en la suya. De los Fondos Europeos logrados para diferentes fines al ingreso en la Red Mundial de Destinos de Turismo Religioso. Del trabajo para mejorar y tener abiertos los albergues o los arreglos efectuados en el monasterio a la organización de eventos en las pequeñas localidades del Camino Lebaniego (sus valoraciones pueden verse con más detalle en este especial).

Recorrer el camino

Conviene no olvidarse de algo. El Año Jubilar es un acontecimiento religioso. Y el centro de todo es el peregrinaje (tenga o no ese sentido cristiano que está en su origen). La experiencia de recorrer la senda. Los que lo han hecho (que cada vez son más, eso es una evidencia) saben que se trata de un recorrido introspectivo, de cierta dureza (los que hacen tramos del Camino de Santiago y luego vienen a este hablan de la diferencia, de lo 'pindio'), que no requiere ser un súperdeportista, pero que no está al alcance de cualquiera. De ahí que sean importantes las cifras, saber que las acreditaciones selladas han ido al alza en esta edición, pero, a la vez, ser conscientes de que 16.000 personas suponen un porcentaje pequeño en el impacto turístico de una región como Cantabria. Es poco, pero clave. No es tanto la cifra, es lo que supone. Como símbolo y como tirón para atraer gente a Santo Toribio (aunque no haga el camino) y a Cantabria. Como base para dar a conocer la reliquia, el monasterio, la historia, Liébana...

Hay algo en lo que todos coinciden: la necesidad de cuidar y promocionar el Camino Lebaniego todo el año, no sólo en el Jubilar

Una de las cosas más dolorosas que han señalado muchos lebaniegos en estos meses tiene que ver con personas que han subido hasta el monasterio este año y no sabían qué es el Año Jubilar. «Haz la prueba, tú pregunta». Eso le decían los hermanos que atienden la Ferretería Gutiérrez-Fernández, próxima a la Torre del Infantado, en Potes, a un periodista de El Diario el pasado agosto. Si los turistas que paseaban por la villa un martes por la mañana sabían lo que era el Año Jubilar. Fue una encuesta rápida, sobre la marcha. Una pareja de Burdeos, Francia: no. Una familia de Alicante: tampoco. Otra de Valencia: «No sabíamos nada, lo hemos visto aquí». Una mujer de Sevilla que pide las bebidas para su familia en la barra de Bodega Aguilar, en la calle Cántabra: «yo tampoco».

De los datos turísticos del año 2023 y del 2024 se pueden sacar algunas conclusiones (aunque es difícil saber hasta qué punto influye el Año Jubilar). El verano en Liébana, en viajeros y pernoctaciones, mejoró levemente al de 2017 pero estuvo por debajo del de 2006. En tiempos de mucho turismo, se esperaba más (aunque los datos de octubre sí parecen decir que el Año Santo ayuda a alargar la temporada). En sentido más amplio, en toda Cantabria, es aún más difícil que los números digan algo (aunque los hosteleros dejan claro que no ha impactado lo que se esperaba).

Lo que todos tienen claro es que el camino a seguir en adelante pasa, precisamente, por no olvidarse del Camino hasta el próximo Año Santo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El Año Santo alarga el Camino Lebaniego, pero se queda corto en el impacto turístico