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Íñigo de Loyola nos tiene dicho que en tiempo de tribulaciones no conviene hacer mudanza, pero hay quien opina lo contrario, que las situaciones desesperadas ... exigen decisiones audaces. Por ejemplo, el PP de Pablo Casado al apostar el comprometido futuro electoral de su partido en Cantabria a la popularidad de Ruth Beitia, que es tan grande y tan innegable como sus limitaciones en la acción política.
La cúpula del PP cántabro había confiado, hasta las vísperas navideñas, que el apoyo de María José Sáenz de Buruaga y de muchos de sus colaboradores a Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso nacional del partido no traería consecuencias. Pero el castigo ha llegado, en frío como requiere la venganza más dulce y de la forma más humillante, con la consagración como candidata autonómica de Ruth Beitia, una de las más fieles representantes del clan de Ignacio Diego que perdió por cuatro votos el congreso regional de marzo de 2017 frente a Buruaga. También la alcaldesa de Santander, Gema Igual, respaldó a Soraya frente a Casado, siguiendo la estela de Íñigo de la Serna, pero ha eludido la represalia. Hace ya tiempo que la regidora guarda las distancias con la dirección regional del PP, desde que no recibe de ella todo el cariño que esperaba, y también hace ya tiempo que cuenta con el apoyo expreso de Génova para repetir como candidata en la capital cántabra.
No está claro si Casado y su equipo dirigente han evaluado detenidamente el alcance de una decisión que reaviva el conflicto interno del PP de Cantabria. Ciertamente, Buruaga no había conseguido expandir su liderazgo a todo el partido, tampoco Beitia lo tendrá ahora. Quizá hayan pensado en Madrid que merece la pena activar en Cantabria, una pequeña comunidad uniprovincial de 600.000 habitantes, un experimento de ruptura y de cambio de imagen que no se han atrevido a hacer en Andalucía contra el también sorayista Moreno Bonilla ni que tampoco intentarán en otras plazas importantes. Para Buruaga y su equipo, la coyuntura es casi insostenible en lo personal y en lo político. Si aguantan en sus cargos orgánicos es por pura supervivencia y/o por no rendir la fortaleza a los enemigos internos que estos días festejan la designación de Ruth Beitia.
En estos tiempos mediáticos y convulsos, no se puede descartar que una 'celebrity' como Ruth Beitia pueda competir por un buen resultado electoral con el televisivo Revilla, con el actor cómico Félix Álvarez si finalmente emerge en el cartel de Ciudadanos, o con el todavía ignoto abanderado del pujante Vox. Pero la candidatura de Beitia también lleva implícito el arriesgado mensaje a los electores de que una campeona olímpica sin bagaje político e impuesta desde Madrid es lo mejor que el PP puede ofrecer para poner al frente del Gobierno de Cantabria.
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