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Para que quedara clara su postura desde el principio, la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, comenzó esta tarde su intervención para valorar la cumbre de La Magdalena con el resumen de las más de seis horas de reunión: «Ha sido una oportunidad ... perdida. Salimos con las manos vacías, sin una hoja de ruta clara, sin respuestas concretas a los problemas y sin un solo acuerdo beneficioso para Cantabria y para el conjunto de los españoles». El culpable, según la popular, el jefe del Ejecutivo nacional, al que ha acusado de acudir al encuentro «con mucha ideología y demasiadas hipotecas», en referencia a los acuerdos que mantiene con los partidos independentistas para evitar que la legislatura naufrague antes de tiempo.
O dicho de otra forma, Buruaga considera que Sánchez ha sido «incapaz de apartar el personalismo y el partidismo». Justo los dos elementos que la presidenta considera imprescindible dejar a un lado a comienzo de la mañana, en su primera intervención para dar la bienvenida a todos los invitados. Textualmente, lo que expresaba antes de comenzar el debate en el interior de La Magdalena era que todos los líderes «seamos capaces de poner el interés general por encima de cualquier otra consideración para que esta Conferencia sea útil y nos permita avanzar a todos». Y justo eso fue lo que no ocurrió. Con mayor o menor intensidad, la valoración de la cántabra fue muy similar a la del resto de colegas de los distintos territorios, especialmente de los populares.
Buruaga reclamaba por la mañana pensar en el interés general por encima de las líneas marcadas por cada uno de los partidos, pero a la vez confirmó que todos los presidentes autonómicos del PP, que representan al 70% de la población del país, son las que han chocado contra el muro de «Sánchez». Que frente a sus planteamientos «rigurosos, serios y con mucho sentido común», se encontraron con un presidente del Gobierno central que es «incapaz de unir y para el que es más importante permanecer y resistir que gobernar para todos los españoles».
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Héctor Díaz
EFE | EP | Alberto Aja
D. Martínez
Tras despedir como anfitriona de la cita al resto de asistentes, desde el atril de la rueda de prensa reconocía que, antes de iniciar la Conferencia de Presidentes, había pecado de ingenuidad. «Tenía un atisbo de esperanza. A lo mejor me he dejado llevar por el espíritu de la Navidad», bromeaba antes de utilizar palabras como «decepción» y «fracaso». Un fracaso que, a su entender, era previsible porque el equipo de La Moncloa no ha hecho ni un solo intento de allanar la posibilidad de llegar a un acuerdo. Y ponía como ejemplo que desde Presidencia del Gobierno, ni durante la cumbre ni en los días previos, se han intercambiado documentos sobre los que trabajar.
«Como no ha habido propuestas para someter a acuerdo, no ha habido acuerdos», resumía Buruaga. Quizás «alguna propuesta que podemos compartir en materia de vivienda, pero sin concreción», lamentaba la popular. Por buscar la nota positiva, la jefa del Ejecutivo regional sí entiende que se ha producido un diálogo franco y sincero entre todos los participantes. Diálogo, sí, pero diálogo sin resultados. Quizás el asunto donde más profundo ha sido el choque ha sido el de la financiación autonómica. «Hemos pretendido sentar las bases del futuro sistema. Eso es lo importante, no la condonación de la deuda», decía Buruaga, refiriéndose a la propuesta de Sánchez de convocar en enero a las autonomías en un Consejo de Política Fiscal para analizar cómo hacer esa condonación. Líderes como la madrileña Díaz Ayuso, directamente, se oponen a este perdón financiero -salvo en el caso de Valencia por la dana- porque esa decisión es fruto de un acuerdo con los independentistas catalanes. Buruaga comparte ese argumento, aunque no rechaza la posibilidad de negociar.
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En cualquier caso, considera que lo imprescindible en este asunto es frenar la financiación singular catalana y que la condonación de la deuda no es «más que un parche que obedece a los intereses políticos del presidente». Un parche, «migajas» y «un cebo» que lanza Sánchez para tratar de enfrentar a territorios. En vivienda, volvió a insistir sobre lo ya repetido: que la mejor solución sería eliminar la ley nacional que desincentiva el alquiler, que hay que facilitar la lucha contra la okupación y que lo que tiene que hacer el Gobierno central es poner suelo a disposición de las autonomías. Si quiere aprobar una nueva Ley Estatal del Suelo para agilizar la aprobación de planes de ordenación -esa fue una de las propuestas que llevó la ministra Rodríguez, pero que no llegó a materializarse-, Buruaga no se opone, pero considera que no es lo fundamental.
Como tampoco se opone al reparto de 230 millones para avanzar en soluciones digitales que tengan que ver con la inteligencia artificial en materia de Sanidad. No se opone, pero eso no es lo importante, sino los problemas para encontrar médicos en Atención Primaria.
«Porque seamos una región pequeña no vamos a dejar de dar la batalla. Vamos a seguir luchando para que Cantabria no sea una región de segunda. Ni España puede ser desmembrada, ni Cantabria marginada», ha concluido la popular.
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