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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Santander
Jueves, 11 de febrero 2021, 07:10
El número de familias estables de lobos asentadas en Cantabria se ha multiplicado por cuatro en lo que va de siglo, veinte años en los que, además, la especie ha logrado aumentar su área de presencia en un 65% llegando a ser observada en terrenos ... en los que no se hacía visible desde hace más de 50 años. Con su exponencial crecimiento dentro de la comunidad autónoma se han disparado sus ataques en las explotaciones ganaderas, un total de 447 el año pasado que provocaron la muerte de 1.516 cabezas de ganado.
De acuerdo con los datos que maneja la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, en Cantabria existen actualmente 19 familias estables de lobos cuya presencia abarca una extensión de 3.500 kilómetros cuadrados. El recuento se hace por familias porque hacerlo por individuos es imposible. «Eso sería como intentar averiguar el número de gorriones que viven en Santander», explicó en su día el biólogo asturiano Luis Llaneza, considerado una auténtica eminencia en el mundo del lobo.
Esta cifra, 19 familias, multiplica casi por siete la observada en el año 1988, cuando en las montañas cántabras apenas se avistaban tres grupos estables asentados en un área próxima a los 2.130 kilómetros cuadrados, y por cuatro la censada en 1997, cuando se contaron cinco familias que para ese entonces ya habían ganado otros 370 kilómetros cuadrados de superficie dentro de la región.
LAS AYUDAS
LOS ATAQUES
En permanente crecimiento, la población lobera alcanzó las trece familias en el año 2014 -cuando su superficie de presencia era ya de 3.500 kilómetros cuadrados-, las quince en 2017 y las 19 en 2020.
Según los números aportados por la propia Consejería, el año pasado se acreditaron un total de 447 ataques de lobos a explotaciones ganaderas de Cantabria que, en su conjunto, ocasionaron la muerte de hasta 1.516 reses, caballos, potros, vacas, ovejas y cabras en su inmensa mayoría. Ataques que el Gobierno regional, en este caso, no se atreve a comparar con los registrados en los años precedentes.
«Hay que ser extremadamente prudentes a la hora de hacer comparaciones con otros años porque los datos que manejamos son muy provisionales», subraya al respecto el director general del Medio Natural, Antonio Lucio, que recuerda que los afectados tienen hasta un año para reclamar el daño.
Además, añade el director, «hasta el mes de abril de 2019 solo se pagaban los daños ocasionados por el lobo dentro de la Reserva Regional de Caza Saja», así que no se pueden comparar los datos de 2019 y los de 2020. Ni por ese, ni por otro motivo. «A consecuencia de la pandemia, a la hora de contabilizar los movimientos del ganado y la tramitación de los expedientes correspondientes, 2019 no se considera aún un año cerrado».
Aún con esa provisionalidad, a fecha de hoy podría decirse que los ataques de lobos producidos a lo largo de ese año, 2019, provocaron la muerte de 2.644 cabezas de ganado, esto es, un 40% más que en 2020.
En la hora de las valoraciones, Antonio Lucio matiza que establecer una relación directa entre esa reducción de los daños provocados por el lobo que se descubrió el año pasado y la aplicación del Plan de Gestión del Lobo -que es la gran herramienta con la que el Gobierno de Cantabria cuenta para controlar la especie en busca del equilibrio necesario de su convivencia con la ganadería y la actividad humana- «exigirá al menos de cinco años de vigencia del Plan».
Con todo, y en pleno debate sobre la ley que prepara el Gobierno de Pedro Sánchez, y que conlleva la prohibición de su tratamiento cinegético en todo el país, el director general del Medio Natural advierte con datos en la mano del «evidente impacto» del lobo en la ganadería extensiva de Cantabria:
«Entre abril de 2019 y diciembre de 2020, esto es, en 21 meses, los ataques de los lobos causaron la muerte de 4.100 cabezas de ganado en toda la región que, entiendo, no deben ser analizadas en el contexto general de la cabaña ganadera cántabra, sino por el impacto generado en las explotaciones en las que realmente se producen los daños y que, sin lugar a dudas, ven amenazada su viabilidad».
En lo tocante a las ayudas, destinadas a ganaderos y apicultores, Lucio explica que desde que se implantó el Plan de Gestión del Lobo, en el mes de abril de 2019, hasta diciembre del año pasado, los perjudicados por los ataques han sufrido daños en sus propiedades por un importe superior al millón de euros -600.000 en 2019 y otros 400.000 en 2020- que se han abonado a través de la póliza de seguros contratada por la Consejería.
Gracias a la activación del plan, «el Gobierno de Cantabria puede ayudar al sector ganadero a hacer frente a los daños del lobo abonando ayudas con independencia de la titularidad cinegé-tica de los terrenos en los que se produzca cualquier ataques», concluye el director general del Medio Natural.
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