«Debemos conseguir que Cantabria tenga cuatro meses de verano»
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Sin anuncios a la vista, el Gobierno lanza una apuesta por el «turismo sostenible» y Revilla insiste en su defensa férrea de la ConstituciónEl Día de Cantabria en Fitur siempre solía servir –no siempre, pero casi– para hacer algún anuncio. Presentar un proyecto, dar un plazo concreto de una obra en mente... En su día, aquí se contó la idea de la telecabina de Cabárceno. O, más ... reciente, que Antonio Banderas estrenaría Altamira en Santander o que se concederían los premios Beato. Este año no. Nada reseñable en ese sentido. La idea del Gobierno fue más la de marcar una estrategia, un camino a seguir en su política turística, que la de lanzar novedades. En síntesis, tanto Miguel Ángel Revilla como Pablo Zuloaga insistieron en dos ideas. Primero, en que los desarrollos de la oferta deben pasar por una idea de turismo «sostenible». Ajeno a la masificación y pensando en cuidar el patrimonio. Y, segundo, que el verano de julio y agosto debe prolongarse. «Tenemos que conseguir que Cantabria tenga cuatro meses de verano», enfatizó Revilla. Ese fue el mensaje general, pero el presidente volvió a remarcar uno propio. Con todo el gobierno a su espalda y junto a Zuloaga (PSOE), repitió la idea que ya había lanzado la noche antes en la Casa de Cantabria. Férrea defensa de la Constitución y la división de poderes. «Porque este país tiene que encontrar la senda de conservar lo que nos une». Mensaje nada casual tras su «no» a Sánchez y la crisis que eso provocó en el bipartito.
–¿Bien?
–Bien, bien.
Esta ha sido la conversación que Revilla y Zuloaga han mantenido este viernes ya sobre el escenario al verse antes de empezar el acto. El vicepresidente no asistió a la recepción en la Casa de Cantabria de la noche antes (sí que mandó a sus consejeros), pero la idea en Fitur era la de ofrecer una imagen de unidad tras la tormenta. De hecho, además de la consejera de Turismo, Marina Lombó, intervinieron los dos. El socialista y el regionalista. Y todo el equipo de gobierno estuvo en el escenario (a excepción de la consejera de Empleo por un asunto personal), acompañados por el presidente del Parlamento, Joaquín Gómez.
Las intervenciones se iniciaron justo después de que presidente y vicepresidente recibiesen (otra vez juntos) la 'Q' de Calidad para la cueva de El Soplao de manos del responsable del Instituto para la Calidad Turística Española, Miguel Mirones. «No es un premio, no es un regalo. Es una certificación de calidad», destacó Mirones, que recordó que el Museo Guggenheim o el Thyssen han sido los últimos en recibir el distintivo.
Lombó fue la primera en hablar. La consejera, que había participado en un encuentro con el presidente Pedro Sánchez en el ámbito del Consejo Español de Turismo, habló, precisamente, de lo «fructíferas» que habían sido las reuniones de estos días en Fitur. Tras tener un recuerdo para Rafa de la Sierra agradeciendo la presencia de su hija Susana, habló de «los frutos» de esa agenda de trabajo. Recordó la ampliación de vuelos a Barcelona desde el aeropuerto o el mantenimiento de una ruta que parecía perdida como Budapest con un cambio de compañía aérea (tal como adelantó este periódico). «Cantabria necesita más que turismo, pero también turismo», aseguró Lombó, que hizo hincapié en el papel del sector privado en este campo. A ella le tocó repasar lo que definió como «un año de alegrías». Récord de pasajeros en el aeropuerto, en las instalaciones de Cantur, la tercera estrella... Y puestos a repasar –y al hilo de la actualidad– también repasó el trabajo de los anteriores consejeros de Turismo. Incluyó a todos, de todos los partidos, pero con la clara intención de nombrar a uno: «Cantabria Infinita Javier» (por López Marcano).
Ella fue la primera en hablar del «turismo sostenible» que todos repitieron como un mantra. Lo hizo hasta poniendo el estand como ejemplo. Por ser sencillo. «Cantabria está de moda sin seguir las modas. No queremos artificios ni adornos. No queremos una Cantabria masificada, queremos un muejor turismo». Y fijó la estrategia. Turismo «cultural, ecoturismo, gastronómico y deportivo». Todo, además, apoyado en el trabajo en común de los socios del «ámbito de la España Verde».
«Cantabria ofrece una experiencia de alta calidad», arrancó Zuloaga. Fue el que más insistió en el «turismo sostenible» y el que primero dijo la frase de «estirar el verano». Defendiendo un modelo «responsable», indicó que «el turismo debe ser parte de las soluciones y debemos gestionarlo como una oportunidad». Puso el ejemplo de Altamira. Atracción y protección, a la vez. También del aspecto cultural, muy aprovechable «porque es el que hace que la gente se quede unos días mas» y por «su impacto en la Cantabria rural, donde queremos que la gente se quede a vivir».
Habló de dos proyectos concretos, aunque sin novedades. Del nuevo Mupac, «que en cinco meses tendremos decidido el proyecto ganador», y del Centro de Arte Rupestre de Puente Viesgo. «Serán un antes y un después en la promoción turística», explicó antes de centrarse también en la necesaria colaboración con las empresas privadas (puso el ejemplo de los acuerdos con firmas audiovisuales, de televisión y cine). «Y nada de lo que hagamos tendrá sentido si no mejoramos las condiciones de vida de los trabajadores del sector turístico». Así remató antes de dar paso al presidente.
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Álvaro Machín
«¿Pues a ver qué digo yo ahora? Porque ya lo han dicho todo». Revilla no se salió de su estilo. A falta de anuncios, dijo –como todos los años– que a Fitur se viene «a vender el prau». «Y lo mío es fácil porque vender Cantabria está 'chupao'». ¿Y cómo lo hizo? Pues inventándose que había que convencer a quinientos marcianos, «seres inteligentes», que venían en una nave espacial y que irían donde más les gustara. El regionalista, a lo suyo.
«Habría que decirles que la cosa es pequeña. Que somos muy pequeños, pero que por eso mismo lo bueno es que no hay ningún lugar sin algo maravilloso. Donde les tires...». Y así empezó su habitual lección de geografía y etnografía casera. Empezó por Valderredible, siguió con un baño en El Sardinero y, de ahí, «en cincuenta minutos», a «Brañavieja a bajar El Chivo con los esquís». Hizo ese recorrido imaginario a vista de dron. Ese y todos los posibles. Peña Labra, Peña Sagra, Ucieda, Barcenilla, Silió...
Luego se dedicó a responder supuestas preguntas de los marcianos. Que si Cantabria es seguro, que si la gente es solidaria... Aquí destacó la portada de El Diario de las colas para donar sangre. «Eso es tan positivo o más que el dato del PIB. La solidaridad de los cántabros es proverbial». Y siguió con el interrogatorio extraterrestre. «¿Y qué tal se come?» Las estrellas Michelin, los productores... «Menos aceite de oliva, Cantabria produce todo lo que le gusta a la gente». «¿Y la gente es borde?» Para responder a esta tiró de la encuesta que dice que ha hecho «a los 6.800» que han pasado por su despacho a hacerse una foto con él. «Lo que me resaltan es lo bien que han comido y lo amables que somos».
Y ahí, dejando ya la broma de la nave espacial, sí que volvió al hilo. «Voy a hacer una recomendación. Que no vengan en julio y en agosto, que se llena. Es una pena desperdiciar septiembre y octubre, cuando llueve menos y hay una temperatura media de 22 grados. Tenemos que conseguir que Cantabria tenga cuatro meses de verano». Lanzado el mensaje genérico, le faltaba el propio. El de la Constitución y un «Viva España» para cerrar su intervención tras días de turbulencia por su «no» a la investidura de Sánchez. Todo calculado (con sus socios a la espalda).
Hubo una sorpresa final. Iván, un chico del Fuente Fresneda de Laredo –los que prepararon la comida– salió a cantar 'Viento del Norte'. Lo mejor, que todos sus compañeros dejaron la tarea por un rato para verle. Revilla le firmó el delantal, Nando Agüeros le felicitó por la canción y el público aplaudió a rabiar. Mucho público. Y un poco de todo. Más 'local' que en la recepción de la Casa de Cantabria. Para empezar, en total, unos treinta alcaldes. Entre ellos, los de Santander y Torrelavega. O la delegación de Camaleño, que vino por el galardón de Mogrovejo al ingresar en el club de los pueblos más bonitos. Obviamente, mucha representación del sector de la hostelería y del turismo en general. De asociaciones o de establecimientos particulares.
Chus Puras, Poty, el magistrado Sánchez Melgar... Y variedad política. A socialistas y regionalistas (estaban Pedro Casares o José María Mazón, entre otros), se sumó también una delegación amplia del Partido Popular encabezada por María José Sáenz de Buruaga, que además tuvo la ocasión de saludar a Pablo Casado (que pasó por el espacio cántabro). También Vox contó con representación (estaba el diputado Cristóbal Palacio). Y a última hora, puestos a nombrar visitas políticas, se pasaron la presidenta del Senado, Pilar Llop, y el exministro Gabilondo. Revilla y Zuloaga, otra vez juntos, charlaron con ellos.
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