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¿Cómo lo llevan? Trato de imaginarme a cada uno de ustedes. No es lo mismo soportar el encierro en una casona con jardín que en un pisito de barrio obrero. Pero la vivienda se te cae encima, por grande que sea, si acabas de ... anunciar el cierre de tu fábrica o de tu negocio. No es igual teletrabajar, aunque sea un poco incómodo, que llegar a casa en paro, de momento temporal, porque han comunicado un ERTE en tu empresa. No es comparable disponer de todo el espacio para ti solo que tener que compartirlo con tu familia numerosa, para bien y para mal en lo que a reclusiones se refiere. Hay un abismo entre estar a cargo de niños o sin ellos. No tiene nada que ver regresar a tu hogar al final de la jornada rendido o exhausta después de haber atendido a enfermos con Covid-19, que apagar el ordenador al declinar el día también agotada o estresado, pero a salvo y sin miedo a contagiar o a contagiarte.
En El Diario, lo de 'en' es un decir, seguimos adelante con más o menos dificultades, pero estamos bien. Tenemos a algunos periodistas en cuarentena preventiva que ya no pueden salir a la calle. Ninguno presenta síntomas ni se le han hecho las pruebas, pero han estado en contacto con personas que después han dado positivo en coronavirus o son casos sospechosos, y aplicamos el protocolo a rajatabla. Nuestro director, que vació la Redacción, es muy firme en eso. Con esta epidemia no valen medias tintas. Hay que quedarse en casa por fastidioso que resulte. A nuestro compañero Sane, una institución en el reporterismo de sucesos, le mandamos ánimos desde aquí. No le pasa nada, pero pertenece a los grupos de población sensible al virus y cumple con el sacrificio de enclaustrarse, aunque le reviente no poder correr detrás de la noticia. Les aseguro que ni Tarzán llevaría peor la reclusión.
Les hablo de lo que ocurre en El Diario porque esta carta a los lectores se llama Mesa de Redacción. Antes del coronavirus, su periodicidad era semanal y su finalidad era explicar a los suscriptores cómo trabajamos, cómo organizamos las coberturas de las grandes noticias y qué asuntos han merecido nuestra principal ocupación. Pero el bicho lo ha trastocado todo. Ahora es el asunto, no hay otro. Y ya lo saben: ahora los días son semanas. Todos estamos dentro de la noticia, somos parte de ella. Todos ustedes y los más de cien trabajadores de El Diario, que estamos separados y dispersos. Esta carta, que desde hoy se extiende de la web al papel, es también un enlace entre nosotros, porque también somos lectores.
No sé si entre ustedes hay alguien que intentó burlar la cuarentena para irse de puente a su segunda residencia o para salir a correr o a andar con la excusa de pasear al perro. Si es así, mediten. No intentemos ser más listos que nadie, porque lo que conseguimos es ser menos consecuentes, menos responsables y menos solidarios. Y quizás una multa, que también escuece. «Lo peor está por llegar», lo dijo el presidente del Gobierno, lo repiten las autoridades sanitarias y lo constatan las cifras. Aún no hemos alcanzado el pico de la epidemia, porque afloran los contagios previos al confinamiento y, sólo si somos capaces de mantenerlo, comenzará a bajar la curva de infectados.
Son ya seis días de aislamiento. Procuren ser clementes con sus hijos aunque les desquicien en algún momento. Los niños necesitan más que nunca el ejemplo, el temple y el afecto de sus padres. Y cuiden de sus animales, esos leales compañeros que estarán más inquietos en estas condiciones. No los conviertan en víctimas de los bulos que desmentimos cada día: ni perros ni gatos ni otras especies domésticas son fuente de contagio de Covid-19 ni pueden contraer la enfermedad.
Hoy saldremos de nuevo a aplaudir al personal sanitario a las ocho de la tarde, a médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, técnicos de ambulancias... Las ovaciones les llegan desde nuestros balcones y ventanas y les animan a seguir, les emocionan. Pero si algo ha conmovido a estos profesionales en los últimos días han sido las donaciones de mascarillas, guantes y equipos de protección de particulares y de empresas, incluso de algunas que han cerrado. Da fe nuestra compañera Ana Rosa García, que habla todos los días con ellos. Si disponen de ese material, entréguenlo, es una forma de ayudar a quienes están en primera línea de combate contra el SARS-CoV-2.
Ahí fuera, desde hoy, ya es primavera. Quizá algunos de ustedes la vean florecer desde sus ventanas. Los árboles urbanos que observo desde mi balcón siguen pelados. Ya les llegará el tiempo de eclosionar. Como a nosotros. Tenemos por delante el segundo fin de semana de confinamiento. En El Diario preparamos una oferta informativa especial. Además de la última hora sobre el coronavirus, les contaremos otras historias, y el suplemento Domingo no tendrá nada que ver con ese mal bicho. No dejemos que lo infecte todo.
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