Liébana amanece cada mañana radiante. El Hostal Remoña de Espinama comparte a diario una foto desde su ventana deseando los buenos días a sus seguidores en redes sociales. Al otro lado del cristal están los Prellezo Rábago, una familia con una fortaleza admirable que ... tiene que acostumbrarse a nuevos hábitos. Al frente, Chuchi Prellezo (83 años) y Aurita Rábago (69) junto a sus dos hijos Jesús (47) y Montse (49); el marido de esta última, Nacho Gómez (51) y sus tres hijas, Natalia (21), Lydia (14) y Henar (13).
A estas alturas del año jamás han tenido nada cerrado. Cada día, las niñas siguen con clase on line. Natalia volvió a casa cuando se anularon las clases. Vive en Santander donde cursa tercero de Grado en Nutrición Humana y Dietética en la Universidad del Atlántico. Lydia y Henar estudian en el instituto de Potes 1º de Bachiller y 2 de la ESO, respectivamente. Cada una tiene su ordenador y así están conectadas con sus compañeros y profesores, pero allí la conexión sigue siendo 3G. Jesús, el tío de las niñas, está aprovechando estos días para hacer también un curso de vino online.
Con el hostal, los apartamentos y el restaurante cerrados se distraen haciendo todo lo que por falta de tiempo no pueden hacer habitualmente. Que si pintar una barandilla de un balcón, arreglar algún desperfecto... Intentan que los padres (Chuchi y Aurita) no vean mucho las noticias para que no se alteren e intentan idear fórmulas para cuando todo vuelva a la normalidad. Montse, que varios años ha ganado el premio de mejor cocido de Cantabria, ya tiene en la cabeza algún postre nuevo que podrá en la carta.
Sólo salen para cebar a los chones y atender a las vacas que están en la cuadra. El que más se tiene que mover es Nacho, que tiene que estar pendiente del ganado que pasta por Somo. Tienen una huerta pero este año todavía no han plantado nada. Por esta época, Chuchi solía comprar las semillas en el mercado de los lunes en Potes, pero ahora, nada. Echan en falta el contacto diario con la gente, con sus clientes. A los únicos que ven es al panadero y el frutero que suben hasta Espinama «con mascarilla». Dedican la mañana a anular reservas pero el cierre les ha pillado con la despensa llena. «La temporada se presentaba buena y con esto...». A Jesús -que es de naturaleza optimista y siempre dice que «lo más importante es la salud»-, le gusta salir a correr por el monte pero ahora se tiene que conformar con la cinta que tiene en el garaje. «Ojalá pase todo pronto».
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