En casa de los Martínez Herreros no se aburren. Llevan la gracia en los genes pero esto de estar tantos días en casa es algo que, a ratos, se les hace cuesta arriba. Leyre Herreros es la madre de Nico (14 años), Carlota ... (12) y Leyre (9), y desde principios de año vive con ellos la abuela, Rosa Izquierdo. El padre de la familia dirige una empresa panificadora y parte de la semana tiene que seguir trabajando en Valencia. Leyre es empresaria y tiene tiendas de muebles en Bezana, Torrelavega, Heras y Amorebieta. Como todos ha tenido que cerrar, y ahora teletrabaja hablando con su equipo y con los proveedores porque «lo único que se ha paralizado es el departamento de ventas». Prefiere no pensar hasta que no sepa cómo y cuándo terminará este estado de alarma.
Cuando intuyó lo que se venía encima compró una bici estática, unas mancuernas y una pelota de pilates que, por las tardes, todos dan uso. «Ponemos música y hacemos circuitos para desfogarnos. Estamos muy acostumbrados a la actividad física y no somos nada caseros». Por eso, cuando llegan las ocho de la tarde, vuelven a salir a la terraza que tanto partido están sacando estas dos semanas y «aplaudimos, cantamos, bailamos... para agradecer su entrega a todos los que están en primera fila».
El pasado 7 de enero pusieron a Rosa (la abuela) un marcapasos y, al salir del hospital, se fue a casa de su hija para estar más tranquila. Ahora se alegran mucho de estar juntos en esto. Con todos en casa, Rosa no se aburre. «Cuando no es uno es otro, pero no tengo tiempo para nada. Hasta he vuelto a repasar todas las provincias de España estudiando con la pequeña», comenta animada. Aunque al hablar del coronavirus confiesa que le entra un poco de angustia. «Jamás había imaginado que podía ocurrir algo así. Yo soy de la postguerra, he vivido en Ermua en tiempos que había toque de queda, registros... Pero nunca tuve tanto miedo como ahora». Para distraerla están sus nietos.
«El otro día hicimos un concurso de tortillas. ¿Sabes cuál ganó? La de mi abuela»
Los niños van a Los Agustinos y tienen la mañana ocupada con las clases online. «Los profesores están muy pendientes y la plataforma está funcionando muy bien. Desde aquí quiero felicitarles», comenta Leyre. Nico está en 2º de la ESO, juega al baloncesto y le gustan las peleas de gallos. Le das una palabra y te improvisa unos versos con una rapidez sorprendente. Un fenómeno que no ve el momento de volver a ver a sus amigos, a sus otros abuelos, a sus primos... Cuenta que ahora está de moda jugar al parchís con el móvil -«muchísima gente se está bajando la aplicación»- y el pasado fin de semana dio su primer concierto en Instagram a través de Postureo Cántabro. «Estos días he compuesto dos temas más que grabaré en estudio en cuanto acabe todo esta pandemia», dice con madurez.
Carlota va a primero de la ESO. «Por las mañanas tenemos clases virtuales y después de hacer la tarea salgo a la terraza a hacer ejercicio y hablo con mis amigas. Tengo muchas ganas de volver a tomarme con todas un 'chaska' (un batido con helado) y volver a estar como siempre, por la calle, sin miedo». Lo que más le está gustando de estar en casa es cocinar con su madre y con su abuela. «El otro día hicimos un concurso de tortillas. ¿Sabes cuál ganó? La de mi abuela». Leyre (madre) se ríe por detrás, porque sabe que lo suyo no es la cocina.
La pequeña es Leyre, va a 4º de Primaria y «todavía no tengo muchos deberes, pero hago todo lo que mandan. Esta mañana he tenido que escuchar música de Chaikovski». Le encanta «cantar con mi madre e inventarnos canciones con la guitarra. Ha visto ya «como cinco veces» la película 'Campeones' y también le ha gustado muchos 'Futbolísimos'. ¿Y qué echa de menos una niña de nueve años? Salir a desayunar a una cafetería con su familia.
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