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La mina de zinc del Besaya lleva camino de convertirse –si no lo es ya– en una de las mayores decepciones de la legislatura. Las expectativas económicas del proyecto han caído en picado desde que el Gobierno denegara a la empresa canadiense Emerita Resources la prórroga para seguir haciendo sondeos ... . Es cierto que otras cuatro empresas conservan sus planes de trabajo en los terrenos que ganaron en el concurso, pero la salida de Emerita tiene una fuerte carga simbólica: ella fue la propulsora de este proyecto, la que impulsó el necesario cambio en la Ley del Suelo y la que vendió «la resurrección económica» de la comarca con una inversión millonaria y la creación de 2.000 puestos de trabajo. El Gobierno compró e hizo suyas todas esas aspiraciones, pero los incumplimientos han sido tantos en un solo año que la firma americana se marchará de Cantabria habiendo gastado solo 1 de los 17 millones de euros previstos en la primera fase, con solo 6 de los 160 sondeos hechos y sin destinar ni un solo euro de los 235.000 prometidos para charlas divulgativas, apoyo a proyectos ambientales y formación empresarial en la comarca.
Mientras los reproches políticos al Ejecutivo se trasladan ahora al Parlamento, la pregunta que todo el mundo se hace es: «¿Y ahora qué?». El proyecto del zinc no está muerto, pero sí en la UVI. La recuperación del paciente dependerá de la suerte que corra el único 'gigante' de la minería que queda en pie en el tablero, la australiana Slipstream Resources, y el nuevo jugador que herede los derechos que dejan libres los canadienses. En cualquier caso, las perspectivas ya no volverán a ser las mismas. Las presuntas inversiones, los supuestos empleos y la hipotética oportunidad de negocio se mueven ahora en un plano mucho más conservador y a más largo plazo. En un optimismo moderado. «Los proyectos son viables con respaldo económico y el precio del zinc sigue siendo apetecible –2.215 dólares la tonelada el viernes–», señaló el director de la Escuela de Minas de la Universidad de Cantabria, Julio Manuel de Luis, quien ha colaborado con Emerita y Slipstream en la fase inicial de los sondeos.
La compañía canadiense tiene muy pocas opciones de conservar su licencia pese a que tiene un mes para recurrir la denegación de la prórroga de los sondeos. Después, el Gobierno volverá a convocar el concurso para adjudicar los derechos sobre los terrenos que más posibilidades tienen de albergar zinc en abundancia. Al menos así se dijo en todo momento, hasta que esta misma semana Emerita echó un jarro de agua fría a las cifras. «Los resultados de la investigación –6 'agujeros' de los 160 comprometidos– no concuerdan con los datos históricos, excepto en un sondeo que resultó positivo, y obligan a reformular calendarios y planteamientos. El yacimiento es más complejo de lo previsto», se defendieron los canadienses.
6 de diciembre de 2017. Así contestó el presidente en España de la canadiense Emerita Resources, Joaquín Merino, a las dudas sobre su proyecto en una entrevista con El Diario Montañés.
–Cantabria tiene malas experiencias en grandes proyectos empresariales fallidos, como la Ciudad del Cine que se iba a construir en Cuchía, y existe mucha incredulidad en torno a esta mina. ¿Qué garantías puede dar?
–La seriedad se demuestra andando. Entiendo que esas malas experiencias puedan generar suspicacias, pero creo que deben interesarse de verdad por lo que venimos a hacer. ¿Cuantas ciudades del cine hay en el mundo? Puede ser una idea colosal, pero en el plano real… Nosotros venimos con un proyecto serio, sabemos que el mineral está ahí abajo, llevamos años trabajando y vamos a invertir ya 17 millones para las prospecciones. El mineral está ahí, ahora tenemos que decidir si entramos por el sur o por el norte, estudiar si está repartido en dos, tres o cuatro vetas… y luego, después de aprobarse el proyecto, ya llegará la extracción. Es un proyecto industrial, no hemos venido a reabrir nada, venimos a renacer la industria minera.
–La situación económica de su empresa, Emerita Resources, también ha generado dudas. Se habla de que tiene una deuda millonaria, escaso patrimonio, de que sólo vienen a especular con el terreno...
–Tenemos fondos propios para los 17 millones de la fase de exploración. El 50% lo pone nuestro socio, la constructora española Aldesa. Cuando terminemos el proyecto, a finales de 2018, lo haremos 'bancable'. Canadá es un país con mucha tradición minera y los bancos entienden perfectamente la oportunidad de negocio si pones encima de la mesa un proyecto tan factible. Nos financiará un porcentaje y ese aval dará seguridad a los inversores privados para participar. Así funcionamos las empresas mineras. Eso sí, el primer empujón lo hacemos con fondos propios, pero 17 millones no son como para rasgarse las vestiduras teniendo en cuenta las posibilidades de beneficios que existen. Estamos hablando de 7.000 millones de euros en el mejor de los casos.
El golpe para Emerita es doble. No solo se queda fuera del proyecto sino que la principal candidata para ocupar su puesto es la chipriota Atalaya Mining, su principal competidora en otras explotaciones y con la que ha mantenido varios enfrentamientos en los tribunales. Sin ir más lejos, el pulso entre ambas obligó en 2018 a repetir el proceso de adjudicación de buena parte de los terrenos localizados en Reocín.
Ambas presentaron ofertas casi suicidas para quedarse con los derechos del Besaya. Dos propuestas muy complicadas de cumplir técnicamente pero con una venta política muy golosa. La más 'sensata' en aquel momento fue la de Emerita, y Atalaya presentó un recurso porque la Mesa de Contratación había valorado más los criterios técnicos que los sociales y económicos para conceder la licencia del Besaya, así que los servicios jurídicos del Gobierno aconsejaron a Industria ponderar de nuevo las ofertas. El resultado fue el mismo y los canadienses se quedaron con el permiso de explotación. Hasta ahora.
«Nuestro recurso estaba basado en la falta de credibilidad de la propuesta ganadora, desconfianza que a la larga se ha demostrado más que fundada», señalaron desde la empresa chipriota. Sus responsables confirmaron a El Diario Montañés su intención de pugnar ahora por el hueco que deja Emerita. «Nuestra propuesta estará sólidamente respaldada, técnica y financieramente, en base a nuestra contrastada experiencia».
La principal referencia del curriculum de Atalaya es la mina de Riotinto (Huelva). Peleó con Emerita en los tribunales por ella y ahora es una de sus fuentes de ingresos más estable. Tras su reapertura en 2016, la explotación cerró el año pasado con una subida del 7% en la producción de cobre. Y para 2020 prevé crecer un 20% gracias a la inversión de 80 millones de euros en tecnología.
La empresa chipriota también se siente ahora más respaldada en los despachos donde se decidirá su futuro. El Gobierno andaluz acaba de nombrar como secretario general de Industria, Energía y Minas a Fernando Arauz, exdirector general de Relaciones Institucionales en Atalaya entre 2012 y 2014. La mina de Riotinto necesita una nueva autorización ambiental después de que varias sentencias de los tribunales andaluces, confirmadas por el Supremo, la dejaran oficialmente 'sin papeles' de explotación. La presencia de Arauz en el Gobierno agilizará, seguro, los permisos.
La otra gran esperanza de la mina del Besaya es la empresa australiana Slipstream Resources. Siempre ha jugado un papel secundario en el proyecto porque todos los focos apuntaban a Emerita, pero su estrategia más conservadora y paciente puede funcionarle a largo plazo. La compañía tiene por delante un plazo de tres años para hacer prospecciones y sondeos mecánicos, analizar los resultados y presentar los proyectos –económicos, empresariales y ambientales– para el desarrollo de una explotación en la zona de Udias. Unos trabajos en los que invertirán 4 millones de euros. Muy lejos de esos 17 millones en 1 año incumplidos por los canadienses.
Apia XXI (Louis Berger) Santander, pero la matriz es de New Jersey (EEUU)
Slipstream Resources Sydney (Australia). Tiene filial con sede en Madrid.
Áridos y Hormigones del Deva (Grupo Candesa) Unquera y Camargo.
Hormisa (Grupo Sadisa) Santander
¿Atalaya Mining? Empresa chipriota con sede en Huelva.
Además, Slipstream se asoció con Hispanibal (grupo Anibal), que ya cuenta en Novales (Alfoz de Lloredo) con una licencia de explotación de zinc y plomo en la antigua mina, cerrada en 2005. Ambas compañías fusionarán sus parcelas, realizar los sondeos y, llegado el caso, explotarlas juntos.
De momento, los datos que manejan los australianos son optimistas. La información histórica del subsuelo, facilitada por la Escuela de Minas de la UC, refleja que existen muchas bolsas de mineral con una concentración media de zinc de entre el 10-15%. Pero también otras, más dispersas, que llegan hasta el 31%, según se puede leer en el documento que la compañía ha facilitado a sus socios e inversores.
La firma tiene pensado comenzar con las catas en los próximos meses y, por eso, la semana pasada se ha reunido con los alcaldes de Comillas, Udias, Ruiloba y Alfoz de Lloredo. Su idea es pedir ya las licencias para cerrar y vallar el perímetro de la antigua mina de Novales, así como reformar sus oficinas. Ya tienen contratados a un geólogo, un ingeniero y un encargado de los sondeos. «No nos han vendido ninguna moto. Tienen un proyecto serio y son transparentes», reconoce el alcalde de Alfoz, Enrique Bretones. Dentro de tres años, como máximo, lo sabremos.
La decepción
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