Las incógnitas del doble asesinato de Eva Jaular y su hija

Según detallaron ayer tanto la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, como el alcalde de Villaescusa, Constantino Fernández, por el momento «no se ha encontrado nada» y «parece ser que se está buscando el cuchillo». De hecho, tal y como adelantó El Diario Montañés el sábado, los agentes pidieron la colaboración vecinal en caso de que encontrasen cualquier arma blanca.

Durante la jornada de ayer, efectivos del equipo de Criminalística de la Benemérita estuvieron examinando con detalle la vivienda en la que aparecieron los cuerpos sin vida de Eva y de su bebé, que era donde residían.

Como consecuencia del secreto de sumario que acordó el Juzgado de Instrucción Nº3 de Santander el viernes, un gran hermetismo rodea el caso. La información trasciende con cuentagotas. Durante la concentración celebrada ayer en Villaescusa, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, deslizó un dato escalofriante. «La madre fue degollada y la bebé apuñalada». De hecho, la imagen que se encontraron los agentes de la Guardia Civil cuando destaparon la lona que cubría los cuerpos fue tan impactante que «rompieron a llorar e incluso se abrazaron», según desveló el alcalde.

Pero los investigadores siguen recabando pruebas para determinar si el detenido fue el responsable de la muerte de su expareja y de su hija, de ahí que las pesquisas se centren en encontrar el arma del crimen. Aunque también es importante para el caso el resultado de la autopsia de las dos finadas.

Otra de las incógnitas que tienen que despejar los agentes de la Policía Judicial es cuándo se produjo el asesinato. A las doce del mediodía del pasado jueves, Eva llamó a la Guardia Civil desde el restaurante La Caracola de Somo alertando de que su expareja estaba en su casa y que la había increpado con actitud violenta. Aguardó unas horas hasta que a media tarde los agentes le confirmaron que lo habían expulsado de la vivienda y que podía regresar a casa.

Confiada, ella volvió al domicilio sobre las cinco y media de la tarde. Horas después, cuando ya había caído la luz, los agentes de la Benemérita se personaron una segunda vez en la vivienda, supuestamente avisados por la mujer. «El hombre salió de la casa con una mochila y se despidió, confirmando a los agentes que ya se iba, que no iba a hacer nada y que no pasaba nada», apuntó un testigo. Ese fue el último momento en el que al menos los agentes vieron con vida a Eva.

Al día siguiente, a las diez de la mañana, su madre y su hermano fueron a la casa, que estaba destrozada, pero no había rastro de ella ni de la bebé. Ya estaban muertas, con lo que el crimen tuvo que producirse entre el segundo aviso de Eva y la llegada a su casa de los familiares.

Los vecinos aseguraron a este periódico que no oyeron nada por la noche. De ahí surgen otras dos incógnitas. ¿Cómo cometió el asesino el doble crimen? Parece que fue con un arma blanca. ¿Y dónde? Es evidente que el autor intentó ocultar los cuerpos, ya que aparecieron cubiertos con una lona en el patio de la vivienda. El último interrogante por despejar y desde luego incomprensible es: ¿Por qué?