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Lo último que imaginaba el protagonista de esta historia es que el pasado sábado, cuando acudió a Urgencias de Valdecilla «algo acatarrado» con la idea de hacerse una prueba radiológica después de haber tenido, «la semana anterior», su «tercera crisis asmática en los últimos ... dos años», el diagnóstico iba a ser positivo en coronavirus. «Claro que me sorprendió. Me quedé alucinado, acojonado incluso. No tenía fiebre, ni malestar. Para mí, el proceso había sido el mismo de otras veces, el asma. Días atrás no había estado al 100%, pero sin más. Utilicé el broncodilatador como en ocasiones anteriores y listo», cuenta este paciente desde la habitación de la séptima planta de la Torre D del Hospital Valdecilla en la que permanece aislado desde entonces, en contacto con la familia y los amigos a través del teléfono móvil y con el ordenador a mano para no descuidar del todo el trabajo durante el tiempo en cuarentena.
Él es uno de los diez casos afectados en Cantabria por el Covid-19, aunque «ojalá todos los coronavirus fueran como el mío, de verdad. Si ha pasado por mí, ni me he enterado. Estoy fenomenal, sin salir de las cuatro paredes de esta habitación, en la que me están atendiendo de lujo, pero podría estar perfectamente igual en casa». De hecho, desde el anonimato, accede a compartir su experiencia con El Diario Montañés para enviar «un mensaje de tranquilidad, porque todo esto se está desmadrando, se está sacando de contexto. Al final, la gente tiene que entender que el coronavirus no es más que un virus respiratorio, que es cierto que puede tener complicaciones en las personas con factores de riesgo, exactamente igual que la gripe, pero que también hay quien lo pasa sin darse cuenta».
Es más, se muestra convencido de que las personas que, en su caso, pudieron haber sido transmisores «ni siquiera sabían que lo eran». «Yo no he viajado a Italia, pero sí he tenido contacto con gente de Italia», asegura. Pero lo llamativo, a su juicio, es que «ninguna de esas personas está afectada». Y tampoco en su entorno más cercano, lo que el protocolo de actuación frente a la epidemia considera contactos estrechos, hay más positivos. «Mi pareja, con la que he dormido cada día, no lo tiene. Mis amigos, tampoco. Nadie a mi alrededor ha dado síntomas, lo que es muy importante, y demuestra que aunque el virus es altamente contagioso, porque no estamos inmunizados, tampoco es para alarmarse», dice este paciente que, como el resto de afectados que dieron positivo en los test de Microbiología, tiene entre 30 y 40 años y presenta un cuadro de infección leve. Tan leve, reitera, «que no he tomado ningún tipo de medicación desde que estoy hospitalizado. Yo me encuentro fenomenal». Y la prueba es que durante estos días de aislamiento, que no se le están haciendo especialmente largos, dedica un rato a hacer ejercicio, en forma de flexiones y abdominales.
«No sé aún el tiempo que me queda de ingreso -el protocolo establece un periodo de 14 días-, pero tengo la sensación de que estoy ocupando un sitio que puede hacer falta a alguien que lo necesita más que yo». No obstante, es consciente de que su condición de asmático -«consecuencia de un catarro mal curado hace dos años»- puede ser uno de los factores por los que se ha recomendado su hospitalización, frente a la opción del ingreso domiciliario, que Sanidad establece como prioritaria para todos aquellos casos que no revisten gravedad, siempre que exista la responsabilidad de autocuidado, se cumplan en todo momento con las medidas de higiene para evitar el contagio (cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar con pañuelos desechables o el codo flexionado, lavándose las manos inmediatamente después) y, por tanto, se garantice un aislamiento efectivo, lo que implica cero visitas. En los últimos seis días, las únicas caras que ha visto este joven ingresado en Valdecilla -más allá de las de las videoconferencias mantenidas a través del móvil o el portátil- han sido las del personal sanitario que, con todas las precauciones que marca el protocolo (traje de protección, guantes, mascarilla...), se encarga de su seguimiento.
«Tengo que destacar el trabajo brutal de las enfermeras, súper profesionales, cumpliendo al detalle con el protocolo de aislamiento», dice, instantes después de interrumpir la conversación con este periódico, precisamente, para responder por el intercomunicador a una de las llamadas del control de enfermería.
El suyo fue el primer contagio local. En el momento en el que le trasladaron a una de las seis habitaciones de aislamiento en la planta 7 sólo había constancia de un infectado en Cantabria -una mujer recién llegada de Venecia-.
A su juicio, ante la epidemia de coronavirus, que suma ya 280 infectados en España, entre ellos tres fallecidos, «hay una alarma exagerada. Se está viendo que corre como la pólvora, pero no se nos tiene que olvidar que convivimos a diario con muchos virus, y este será uno más». Eso sí, coincide con las voces que apuntan a que el Covid-19, además de causar incertidumbre y preocupación en la población, ha logrado ya despertar la conciencia colectiva sobre la importancia de la higiene y las medidas de prevención ante las enfermedades infecciosas. «Todos estamos aprendiendo a gestionar esta situación».
Pese a la «sorpresa» inicial del diagnóstico, asegura que su estancia hospitalaria transcurre con «tranquilidad». Tal vez para no alterar ese sosiego, «procuro ver poco la televisión» y «leer más informaciones de revistas científicas». Según uno de esos artículos, «el 85% de la población mundial puede acabar contagiado. Si la manera de contener la epidemia es tomando medidas drásticas, como suspender ciertos viajes o cancelar eventos multitudinarios, aunque lleven a paralizar un país, me parece genial».
La segunda parte pasa -opina- por «actuar de forma cabal. Hasta hace tres meses, nos poníamos malos con fiebre y resfriado y la solución era paracetamol y en casa ¿no?». La misma tranquilidad con la que cuenta a este periódico cómo transcurre su estancia hospitalaria ha tratado de transmitir en todo momento a su familia, que «lo lleva bien también». Con ganas de volver a casa y dar por superado el episodio coronavirus, este joven celebra estar «recuperado». Y la buena noticia es que «cuando acabe mi cuarentena», una vez probado que su círculo de contactos está libre de virus, se habrá cerrado la cadena de transmisión y «saldré inmunizado». Entonces, el recuerdo del Covid-19 no será peor que el de «cualquier gripe invernal que he pasado, cuando he estado más enfermo que ahora».
Altera Sanitaria
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