«Ya tenía previsto comerme hoy un cocido lebaniego»
Pablo Rodríguez ·
Sopa, garbanzos y el compango a 40 grados en PotesSecciones
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Pablo Rodríguez ·
Sopa, garbanzos y el compango a 40 grados en PotesEstaba previsto y se cumplió con creces. Día de sofocos. A medida que fue avanzando la mañana, el bochorno y un aire que dificultaba coger aliento se iban apoderando del ambiente poco a poco. Pero lo que también estaba ya previsto en la agenda de ... Pablo Rodríguez era comerse un cocido lebaniego en Potes. Y los cuarenta grados de la jornada no le hicieron cambiar de idea.
Pablo no es nuevo. Todo lo contrario. Es un asiduo a la villa y se considera un lebaniego más por su estrecha vinculación a la comarca. Viene del sur y, a pesar del fuerte calor, buscó un lugar en la terraza de la sidrería La Majada, junto a la Torre del Infantado y el puente sobre el río Quiviesa. Bajo una sombrilla y con una caña, se dispuso a comer un buen plato de cocido. «Ya había decidido comer este plato tan representativo de la comarca y con esta sombra y la frescura que da el río, voy a degustar el manjar». Un valiente que dio más importancia a una de las «referencias de la gastronomía lebaniega» que a las altas temperaturas. Y eso que tenía claro que pegaba duro. «Durante muchos años siempre he venido a pasar aquí el verano y tengo muy buenos amigos, pero es verdad que nunca había vivido un calor tan sofocante como el que hace. Ya cuesta hasta poder respirar. A pesar de todo, veo muchos turistas en las calles y eso es fundamental para que conozcan este rincón tan maravilloso».
40º Potes
Eso hasta ese momento, claro. A las dos y media de la tarde –la hora del cocido–, el termómetro de la farmacia (en zona sombría), marcaba los cuarenta grados. A partir de esa hora, poca gente se veía andando por las calles, ya que se buscaba la sombra y un buen asiento fresco en las terrazas de la villa.
¿Qué hicieron los turistas para pasar el sofoco? Pues buscar un lugar ideal como el paseo del río desde el puente de San Cayetano y Las Vegas, donde a cada paso que se daba se iba viendo gente de todas las edades refrescarse en el agua. Unos, los más atrevidos, se bañaban en los pozos. Principalmente, en la unión del Quiviesa y del Deva. Otros, menos lanzados, mojaban los pies o se sentaban al borde del agua. Hasta los perros, buscaban el líquido elemento como medida para paliar el calor. Y todo, por supuesto, entre abanicos, botellas de agua y helados. Remedios para paliar el calor.
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