Testigos de 40 años de autogobierno

«Las transferencias en Justicia supusieron situarse a la vanguardia en la gestión de los medios materiales al servicio de la Justicia. Nada más transferirse la competencia, adoptamos una decisión arriesgada como fue la de implantar, en colaboración con el Gobierno de la comunidad de Navarra, y de modo compartido con el Poder Judicial, representado por el entonces presidente César Tolosa, un sistema propio de gestión procesal, Vereda. Fue una decisión compleja que con el tiempo se ha demostrado más que certera».

«La Autonomía ha puesto en valor nuestra idiosincrasia, tradiciones, historia, cultura y costumbres. Ha potenciado nuestro sentimiento de identidad y el reconocimiento de nuestra Comunidad a nivel nacional. Ha acercado las instituciones a los ciudadanos y, quizá lo más importante, nos ha otorgado la capacidad de autogobierno, con la gestión de servicios claves para nuestro bienestar, como la sanidad, la educación y las políticas sociales. El reto de cara al futuro es profundizar en una gestión eficiente».

«Cantabria ha ejercido sus aspiraciones de autogobierno hasta límites nunca antes imaginados y se han alcanzado en este periodo los niveles más altos de bienestar y de libertad en la región. Con la democracia y la autonomía nos ha ido bien. El Estatuto de Autonomía ha sido un instrumento eficaz para construir un orden económico y social mucho más justo. Ha servido para modernizar nuestro sistema productivo y para incrementar la actividad económica y el empleo».

«Una pregunta que aún sigue planteándose por muchos es si es preferible para Cantabria ser una Comunidad o formar parte de Castilla y León. Al margen de consideraciones sentimentales, más o menos fundadas, y de hipótesis no verificables sobre sí, formando parte de Castilla, Cantabria habría tenido un tratamiento preferencial, lo único cierto es que ser una Comunidad uniprovincial reporta una serie de privilegios fiscales y económicos evidentes para los cántabros».

«El efecto fundamental del autogobierno que consagra el Estatuto es que cada vez somos más dueños de nuestro propio destino como Comunidad; infinitamente más responsables de nuestras decisiones, para lo bueno y para lo malo. Cada uno a su nivel, desde los electores hasta los políticos, agentes sociales, profesores, medios de comunicación, creadores de opinión, influencers... Y a nadie se le escapa que estamos ante un momento crítico, cuya gestión va a condicionar, por muchas décadas, el bienestar de todos los cántabros».

«El Parlamento es el escenario simbólico de la génesis de Cantabria que, cuatro décadas después de la aprobación del Estatuto, disfruta de una autonomía consolidada y unas instituciones robustas tras superar, en las primeras décadas, algunos periodos complicados. Los cántabros reivindicamos hoy nuestra identidad mirando a Europa, lejos de ese nacionalismo que hace pequeños a los pueblos. Nuestro sentimiento de identidad se ha afianzado y nunca más volverá a perder su nombre, gracias a los ciudadanos la defendieron».

«Se cumplen veinte años desde que se cerrara el proceso de transferencias sanitarias. No habría sido posible sin que otros veinte años antes, el Estatuto de Autonomía estableciera el desarrollo legislativo y la ejecución en materia de sanidad e higiene, promoción, prevención y restauración de la salud, coordinación hospitalaria en general, incluida la de la Seguridad Social, así como la ordenación farmacéutica. En total 40 años, que son los que ahora celebramos. ¡Felicidades al Estatuto por posibilitar el nivel de autogobierno alcanzado!»

«La gestión de las competencias en Educación por la Comunidad Autónoma nos permite dar respuestas específicas a situaciones concretas, adecuando el proceso de enseñanza y los servicios educativos al contexto específico cántabro. Dentro de un marco común a toda España, se han adecuado las políticas a nuestra realidad y eso nos ha permitido planes específicos de atención a nuestra escuela rural, a la diversidad o una formación del profesorado. Necesidades que difícilmente se hubiesen atendido en una gestión centralizada».

«El Estatuto de Autonomía para Cantabria fue la decisión política más trascendente de nuestra historia dentro del marco común de integración que es la España de las autonomías, un marco de democracia, convivencia y libertad. El Estatuto nos proporcionó las herramientas necesarias para crecer y alcanzar el pleno ejercicio de autogobierno, un poderoso instrumento de transformación política, económica y social que nos ha permitido fortalecer nuestra identidad y alcanzar mayores cotas de bienestar».

«Cuando se creó en 1984 la Dirección General de Medio Ambiente, que yo dirigí, las competencias transferidas eran pocas y difusas, pero se hizo camino al andar y, con el esfuerzo de todos (pocos pero buenos, como Emilio Flor), se situó a Cantabria en un nivel de gestión ambiental que no desmerece de ninguna otra región. Mirando hacia atrás, fue una pena, por culpa del sectarismo, que ninguno de los que me sucedieron al frente de las responsabilidad de Medio Ambiente tuviera interés en que transmitiese mi desinteresada información y experiencia».

«Las transferencias en Educación afectaron primero a la Universidad, lo que supuso un gran paso, entre otras cosas, porque desde entonces los profesores disfrutan de un complemento económico. Le siguió la gestión en enseñanzas no universitarias. Se hizo gran hincapié en la adaptación del currículo, teniendo en cuenta a todas las escuelas rurales, incluso en las que menos niños había. También supuso un complemento económico para estos docentes y la creación de centros como la UNED y el Conservatorio de Música Jesús de Monasterio».