Sanidad rechaza la propuesta de Revilla de recurrir a la sanidad privada para vacunar

Fue una situación paradójica. Porque, por un lado, el presidente confirmó que con el apoyo del personal de Padre Menni se hubiera tardado un día en vez de cuatro en vacunar a todo el personal y los residentes. O que en otros centros de la institución repartidos por el país sí que han vacunado ellos mismos. «Tenemos -dijo el presidente- que estar preparados para que no nos vuelva a coger el tema con un desfase entre vacunas y personas que necesitan que se las pongan. En Cantabria todas las vacunas que lleguen se van a colocar. Si las hay, no puede haber excusa para que no se pongan. Y ahí hay que movilizar. En situaciones de emergencia, lo público es extraordinario, pero la sociedad es una mezcla de público y de privado. Todos los que puedan echar una mano hay que aprovecharlo. Lo que me preocupa es que lleguen vacunas. Pero garantizo que las que lleguen se van a colocar y para eso no se puede despreciar la colaboración de personas cualificadas».

De hecho, añadió también la posibilidad de articular jurídicamente que médicos y enfermeras jubiladas que se han ofrecido pudieran participar en la campaña. Sobre todo pensando en marzo, ya con tres vacunas diferentes aprobadas. Y se mostró convencido de que Sanidad sería «receptiva» a la propuesta.

Pero no. Muy pocas horas después -y ante la insistencia de los periodistas- desde Sanidad se reiteró que «Cantabria afrontará la vacunación con medios propios» y se remitió a los informadores a las declaraciones del consejero, Miguel Rodríguez, en anteriores ocasiones. «Ya insistió en que, salvo que pase algo absolutamente extraordinario y Cantabria reciba una oleada de vacunas y se vea desbordada, el SCS está capacitado para afrontar la campaña como ya hace con la de la gripe».

Esa primera respuesta se amplió después con declaraciones de la propia gerente del Servicio Cántabro de Salud, Celia Gómez. Recordó, de entrada, que la campaña se inició en Cantabria «con un planteamiento de prudencia». Con la idea de «reservar -«y así lo hicimos en la primera entrega»- la mitad para las segundas dosis que hay que poner a los pacientes». «Sobre todo, hasta esperar que la frecuencia en los envíos de las vacunas se cumpliese como estaba previsto. Una vez ocurrió eso, hicimos un cambio en la forma de trabajar y empezamos a utilizar todas las vacunas disponibles que llegan cada semana, sabiendo que llegará un momento, que ocurre ya, en el que empezaremos a poner segundas dosis y a reservar para esas segundas dosis». Por eso, dijo, «ahora mismo» la limitación que existe está en el número de vacunas que llegan, «no en los recursos humanos para poder vacunar». «Nuestra capacidad es suficiente y no sólo es la de la Enfermería de Atención Primaria, también la de los hospitales».