«Cuando rompes un techo te das cuenta de que hay otro más arriba»
Icíar Amorrortu | 43 años | Exdirectora de Sodercán ·
Fue la primera mujer en dirigir Sodercan en 35 años y defiende el talento «sin género» guiado por la perseveranciaSecciones
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Icíar Amorrortu | 43 años | Exdirectora de Sodercán ·
Fue la primera mujer en dirigir Sodercan en 35 años y defiende el talento «sin género» guiado por la perseveranciaTrabajo y esfuerzo constante. Bajo esas dos palabras que encierran toda una actitud vital, se mueven los parámetros de Icíar Amorrortu. Bilbaína de nacimiento, lleva ya más de una década siendo una vecina más de la capital cántabra. Casada con un santanderino y madre de ... mellizos, niño y niña, ella fue la primera mujer que en 35 años ocupó el cargo de directora de la Sociedad para el Desarrollo de Cantabria, Sodercan.
Antes de esa etapa, Amorrortu estuvo ligada al sector de la banca de inversión y al sector industrial. ¿Se les vienen a la cabeza muchas mujeres ocupando puestos relevantes en estas áreas? A ella tampoco. En su recorrido por consejos de administración, juntas de accionistas, patronatos o comisiones rectoras comprobó que «es muy habitual estar en minoría en ese tipo de reuniones». «Al principio lo notas -detalla- El lenguaje, la manera de comunicarse, los temas de conversación, los chistes...Todo es masculino». La solución es «adaptarse» a conversaciones o temas que en principio «no te interesan mucho o no son tu prioridad, porque tienes que desarrollar herramientas y recursos para ser una más». Eso sí, «aportando tú esa parte de trabajo extra o esfuerzo ante lo que te vas a encontrar».
¿Y cuando pasa a ser una mujer quien está al frente? A pesar de haber sido la primera en dirigir Sodercan en sus 35 años de andadura, Amorrortu afirma no haber sido «consciente» de determinadas situaciones o de ser «especialmente feminista», pero «el hecho de dar el salto a primera línea» sí le hizo fijarse en «fórmulas veladas, actitudes, comentarios, que te hacen ver claramente que eres mujer», algo que «a veces sienta mejor y otras peor». «Creo que sigue existiendo una diferencia por el hecho de ser mujer hoy en día en determinados puestos de responsabilidad, claro que sí».
La autoridad que debe imponerse en esos casos parte de las propias mujeres: «Tenemos que creernos que somos capaces de llegar hasta donde podemos, con los mismos deberes y ventajas que nuestros antecesores en el cargo». Una confianza que se desarrolla de una forma constructiva, generando equipos y «dando las mismas oportunidades a otras personas por el hecho de tener talento», no por ser mujeres u hombres. «Creo en el talento sin género y lo he promovido durante mi gestión». Hay que trabajarlo y pelearlo, estando pendiente de las oportunidades que surgen. «Yo no creo en los milagros», incide reforzando los gestos con sus manos y la misma tranquilidad que hilvana toda su conversación. «En mi caso todo ha sido fruto de esfuerzo, dedicación y sacrificio».
Los pilares de la actitud firme de Amorrortu se remontan a Doroti, su abuela, viuda con tres hijas que se convirtió en motor económico de su familia. Después llegaríaRosa María, su madre, que supo compaginar el negocio familiar con el cuidado de sus hijos. Constancia, esfuerzo, trabajo y la familia como epicentro forman su herencia.
«Veo en otros entornos que el hecho de levantar la mano y dar el paso da cierto miedo. Hay que tener seguridad en nosotras mismas», defiende, haciendo valer la ambición como un criterio necesario.
Entre conceptos como carrera, méritos a avances surge la maternidad. «Es complicado. Se habla de corresponsabilidad y es muy importante la persona que tienes a tu lado para afrontar retos profesionales. En mi caso somos un equipo», dice en referencia a su familia. Pero, reconoce «queda mucho por recorrer en el campo de la conciliación».
Mirando al pasado, a otras generaciones, Icíar Amorrortu considera que «Hemos avanzado muchísimo». «Hemos tenido oportunidades para formarnos, para viajar», pero sin perjuicio de eso, «nos encontramos en determinadas situaciones que no nos cuestionamos porque las consideramos normales; es lo que hemos aprendido».
Los años y la trayectoria obligan a abrir los ojos, en su caso verdes, para comprobar que «nadie nos regala nada» y que «queda mucho camino por recorrer». Siguen existiendo elementos menos sutiles que requieren «no estar solas», gestionar una red de contactos, hablar abiertamente de algunas cuestiones, rompes tabúes... «Aunque está de moda el empoderamiento, hay que separar el marketing de la parte menos glamourosa de este reto».
Ímpetu, decisión de avanzar, tesón, superación de barreras. Ir hacia delante, enumera. «Cuando rompes un techo te das cuenta de que hay otro más arriba», expone. Por eso «hay que tener la cabeza dura y no solo romper un techo, sino dos, tres o cuantos tengas por encima sin venirnos abajo a pesar de todas las piedras en el camino que nos vamos a encontrar», concluye.
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Pilar González Ruiz
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