Todos los servicios de Cercanías de Cantabria serán gratuitos hasta 2026

Lo que confirmó la ministra es que los sucesivos Presupuestos Generales del Estado de aquí hasta que funcione hasta el último de los 21 trenes comprometidos con Cantabria –el contrato recogía otros diez para Asturias– incluirán partidas finalistas para ello. Un compromiso que trasciende la actual legislatura. «En este tiempo ningún usuario de Asturias y Cantabria pagará por el transporte. Eso es lo que hemos acordado y hemos firmado», celebraba Revilla. Gratuidad en las líneas de ancho métrico (Feve) por las que circularán los nuevos trenes y también por las líneas de ancho ibérico (la conexión Santander-Reinosa de Renfe).

Esa reivindicación, que primero abanderó el presidente cántabro al escuchar la principal demanda de las Mesas de Movilidad de Cantabria la pasada semana y a la que después se sumó Barbón, fue el gran triunfo de la tarde. Pero lo cierto es que, una vez manifestado su enfado por un hecho que no tiene vuelta atrás, ambos dirigentes autonómicos lograron un pleno en sus reivindicaciones. Entraron pidiendo plazos concretos y un calendario para la ejecución de sus respectivos planes de Cercanías –el asturiano asciende a 1.100 millones y el cántabro a 970 millones– y la ministra lo comprometió. Llegaron pidiendo un cronograma estable para la entrega de los trenes y que se vayan poniéndose en funcionamiento a medida que se fabriquen y lo cosecharon. Exigían una revisión de las frecuencias y los tiempos para que vuelvan a su estado previo a la implantación del sistema de seguridad ASFA que ha afectado negativamente al servicio durante su fase de implantación y también lo lograron. Y antes incluso de cerrarse durante dos horas vieron como Sánchez hacía rodar dos nuevas cabezas. Esta vez de peso tras los «hilarantes ceses» –así los definió Revilla– de dos mandos intermedios de Adif y Renfe.

Incluso se vuelven con algún extra de la capital. Lo más destacado, que durante la revisión del actual contrato con la adjudicataria se desarrollará la cláusula que permitía incrementar de 31 a 38 el número de nuevos trenes a fabricar. Las siete máquinas que se podrán en servicio a mayores irán para Asturias con el objetivo de «reequilibrar»las diferencias iniciales entre los dos territorios. Pero sobre todo, que el Ministerio está redactando un segundo contrato de similares característica para renovar por completa las flotas cántabra y asturiana de las Cercanías de Feve y jubilar las máquinas actuales, que tienen una media de edad de 30 años y en algunos casos sobrepasan ya el máximo legal de 40 años. Y no es novedoso porque ya lo comunicaron Renfe y Adif la semana pasada durante la celebración en Santander de la Mesa del Ferrocarril, pero también aparece en el documento firmado la materialización de la integración ferroviaria entre las Cercanías de ancho métrico y ancho ibérico en ambas comunidades autónomas. Esto implica que se proporcionará una «oferta integrada» en ambos servicios y también existirá un billete y abono único. Que puedan usar los usuarios en los trenes de Feve y de Renfe.

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«Estamos poniendo las soluciones para que el agravio sea el menor posible para los usuarios. Trabajo para ofrecer a los usuarios del ferrocarril el mejor servicio posible, porque durante mucho tiempo no lo ha sido. Los cántabros y asturianos tienen en esta ministra una aliada», afirmó la responsable del departamento, que no cambió el rostro serio durante toda su comparecencia y volvió a pedir perdón a los afectados por el retraso. Caras largas pese al acuerdo. No en vano, lo que ocurrió con las dos dimisiones de la cúpula de Transportes fue una auténtica «voladura por parte del Ministerio», como reconoció el mandatario cántabro. Esa explosión orgánica implica la salida de Pardo de Vera como número dos del departamento y de Isaías Táboas como responsable de una de las empresas públicas más importantes del país. Pese a que el acuerdo pone fin al conflicto entre el Estado y las dos regiones afectadas, el rostro de la socialista estaba lejos de denotar alegría.

Se ha acordado que se concretarán los plazos de ejecución de las nuevas inversiones, pero aún no aparecen detallados en el nuevo protocolo. Eso se desarrollará en las próximas semanas. Y sí está ya mucho más concretado el calendario para el diseño –o mejor dicho, rediseño, esta vez sin errores– de los nuevos trenes: en verano se tendrán los bocetos, a finales de este año o principios de 2024 arrancará su ensamblaje y en 2026 comenzarán a circular sobre las vías.

Respecto al plan de mejoras –las que se pondrán en marcha desde ya más allá de las grandes inversiones en infraestructuras o material rodante–, la ministra aseguró que se llevarán a cabo pensando en los usuarios. Lo más gráfico es el proceso de acondicionamiento de los trenes actuales para «que puedan prestar un servicio mejor que el actual». Una vez que está descartado la petición cántabra de traer desde otros territorios –porque no había– trenes no nuevos pero sí algo más modernos que los actuales y que estuvieran disponibles, se procederá a mejorar todo lo posible los que funcionan hoy por Cantabria y Asturias. Reparar elementos de accesibilidad –los usuarios se quejan de que algunas máquinas se tiran meses con los accesos para personas en silla de rueda sin funcionar– o incluso las goteras que presentan algunos convoyes y que son un auténtico trastorno para los viajeros cuando llueve.

El protocolo de siete puntos, que al no ser un convenio tiene carácter simbólico y no es vinculante más allá del compromiso verbal de las partes –sobre todo del Ministerio, que es el que tiene que poner el dinero–, también incluye algunos compromisos más políticos que técnicos, pero que van en la línea de la asunción de errores por parte del Ministerio. El pago de la penitencia por «una chapuza de este calibre, que yo no he visto en 40 años», como volvió a enfatizar Revilla. ¿Cuáles? Por ejemplo, que Transportes se compromete a actuar con la máxima transparencia a la hora de informar a Cantabria y Asturias de los avances en la auditoría que han puesto en marcha Renfe y Adif. Y sobre todo en el primer punto del protocolo, que es algo así como un 'mea culpa' del Ministerio, aunque ahí también saca pecho por estar llevando a cabo una modernización sin precedentes en un servicio «deteriorado por la falta de inversión durante décadas». Este compromiso se quiere demostrar con la creación de la figura de un comisionado, una persona que se encargará de hacer seguimiento de los avances y verificar el cumplimiento de lo firmado. O como dijo Barbón, alguien al que llamar por teléfono y exigir responsabilidades en caso de que alguno de los puntos empiece a descolgarse.

Hasta ahí la parte práctica. La que afecta a los usuarios. Y a partir de ahí la política. La de las explicaciones de los ceses, la de la reiteración de las explicaciones ya dadas –la ministra tiene interés en que, más allá de los 'memes', a todo el mundo le quede claro que no se ha perdido dinero porque el fallo en la medición de los trenes se detectó en la fase de diseño, no de construcción– y la de los compromisos a futuro. «Desde el momento en que tuve conocimiento del tema me he dejado la piel para conocer todo lo ocurrido y para solucionar esta situación. Desde el primer día he dado la cara, hemos pedido disculpas, hemos reconocido el error, hemos depurado responsabilidades y hemos encargado una auditoría interna», se defendió Sánchez, que confirmó que hoy el Consejo de Ministros nombrará a los sustitutos ya anunciados.

Revilla primero apretó a la ministra por su desconocimiento de un error en el contrato que sus subordinados conocían desde febrero de 2021 y cuando Sánchez reconoció que se enteró por la información publicada en El Diario Montañés, el regionalista subió un poco el pie del acelerador. Pese a que sobre el papel la explicación de la socialista le resulta increíble, él la cree. «Expreso mi confianza en esta ministra de Transportes», insistió el regionalista, contento con el avance de los proyectos de su departamento en Cantabria y especialmente con los avances del AVE a Palencia, cuya primera piedra puso Raquel Sánchez.

En cualquier caso, Revilla vuelve a casa conforme y desagraviado:«Hemos venido a intentar que el agujero se tape. Ya está hecho».