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Juan José Lázaro, director de la residencia de mayores San Francisco I, en Reinosa, describe la irrupción del virus en su centro como un ... estallido: primero aparecieron cuatro positivos sin síntomas en un peinado aleatorio que se realizó por pura precaución, dada la alta incidencia del virus en la comarca. Unos pocos días después, todo estaba fuera de control. En Villa Cicero, que también sigue luchando para encarrilar la situación, la detección del primer infectado resultó igualmente fortuita: el test reveló que uno de sus usuarios, que había sido trasladado al hospital por otra dolencia, lo tenía. Y, a grandes rasgos, es la historia que se repite en todas las residencias donde el covid ha entrado y se ha hecho fuerte: la detección de algún caso aislado, a menudo asintomático, precede a una avalancha de contagios.
Durante la primera ola se registraron 130 muertes en estos centros, desde septiembre han sido 81 más. De los 359 fallecimientos atribuidos al covid en Cantabria, 211 se han producido entre usuarios de residencias de mayores, más del 58%.
De la misma manera que los centros han logrado aguantar la embestida del virus durante buena parte de la segunda ola, permaneciendo ajenos a lo que ocurría en el exterior, ahora sucede al contrario: mientras fuera se advierte un marcado descenso de infecciones y casos activos, dentro luchan por volver a la normalidad.
La situación se dio vuelta en unas semanas. El día 1 de octubre se contaban cuatro usuarios enfermos en toda la región; el 1 de noviembre eran 90; un mes después, 249, un centenar de ellos diagnosticado el mismo 1 de diciembre. Quince días más tarde son 272 residentes infectados, además de 130 profesionales. La mayor parte de ellos supera el covid sin más complicaciones: de los 272, 151 permanecen en sus residencias, 58 han sido llevados al lazareto de Suances y menos de una cuarta parte, 63, están ingresados.
Los casos siguen concentrados en tres establecimientos: en San Francisco I, en Reinosa, tienen 88 usuarios enfermos; en San Cándido, en Santander, 64, y en Santa Ana (Santoña), 40.
La consejera de Políticas Sociales, Ana Belén Álvarez, reconoció ayer la «gran preocupación» del Gobierno por la elevada incidencia del mal en estos centros, con los que se mantiene un contacto «permanente».
Álvarez garantizó el apoyo de su departamento, facilitando los traslados de enfermos asintomáticos al centro covid de Suances para mantener limpias las residencias y aliviar su carga de trabajo, y recordó que hace unos días ha aprobado una subvención de 650.000 euros para minimizar el impacto económico de la pandemia en los geriátricos, que suspendieron los ingresos de residentes durante el primer estado de alarma y no pudieron cubrir sus plazas libres.
Respecto a la posibilidad de cerrar los centros durante las fiestas navideñas en previsión de un empeoramiento de la situación por la posible multiplicación de contagios derivada de un mayor contacto social, la consejera dijo que las residencias de mayores «no son cárceles» y que sus usuarios pueden entrar y salir de ellas porque «tienen los mismos derechos que aquellas personas mayores que viven en su domicilio particular».
Aunque los responsables de las residencias comparten estas reflexiones de la consejera, saben también que la imposibilidad de restringir el contacto con el exterior de sus usuarios les priva de un valioso instrumento de control de la enfermedad: de poco sirven sus precauciones en el manejo de los residentes y los protocolos para combatir los brotes cuando el virus tiene tantas puertas para entrar.
A día de hoy, los grandes focos localizados en residencias son la causa de los récords de incidencia que se marcan en varios municipios de la región, como los disparatados índices de Reinosa (1.210) y Bárcena de Cicero (1.177), y los también elevados de Santoña (662) o Potes (521), frente al descenso generalizado en toda Cantabria.
Según el último balance de Sanidad, correspondiente al lunes, se detectaron 70 positivos nuevos (11 menos que el día anterior), en un día en que también se redujeron en un centenar los casos activos, descendieron las hospitalizaciones (nueve ingresados menos) y bajó también la incidencia acumulada a siete y catorce días.
Desgraciadamente el covid volvió a mostrar su aspecto más letal al provocar media docena de muertes en una sola jornada, las de un hombre de 78 años y cinco mujeres con edades comprendidas entre los 60 y los 93.
La pandemia
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