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El escritor y periodista Juan José Millás y el paleontólogo Juan Luis Arsuaga protagonizaron este viernes en el Ateneo de Santander una nueva cita del Aula de Cultura de El Diario Montañés, en la que presentaron el segundo de los títulos que han publicado de ... forma conjunta, 'La muerte contada por un sapiens a un neandertal'. En el acto, en el que estuvieron acompañados por Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo, y por el crítico Javier Menéndez Llamazares, los autores analizaron las claves del diálogo mantenido por ambos en el libro, en el que convergen el talante literario del autor de obras como 'La soledad era esto' –por la que recibió el Premio Nadal– y el científico del biólogo y paleontólogo, reconocido internacionalmente por sus trabajos en el yacimiento de Atapuerca.
En su charla, con la que abarrotaron el espacio cultural de la capital cántabra –dejando a numeroso público con las ganas por cuestión de espacio–, los autores asaltaron todo tipo de temas y tópicos con tanta originalidad como humor. De la selección natural y la sexual a los dispositivos que nos hacen la vida más fácil, pero también nos convierten en peores seres a nivel biológico; de la buena vida que llevaban nuestros antepasados paleolíticos a la bastante peor, aunque se piense lo contrario, de la actual; de la carencia de cultura científica en España a la importancia de las preguntas inocentes e ingenuas; las aberraciones que suponen inventos como la silla o la figura del anarquista Piotr Kropotkin. Hubo para todos.
Juan Luis Arsuaga, en su análisis sobre el periodo biológico de la vejez, afirmó apuntarse, dada la condición humana, «a la filosofía de procurar que cuando te mueras el cuerpo esté destrozado». A su juicio, «no hay nada más triste que morirte dejando un cuerpo nuevo. No quiero morir sin haber vivido, sino vivir deliberadamente, conscientemente, con los ojos abiertos y exprimiendo la vida al máximo». Millás, por su parte, explicó por qué hablan tanto de la vida en un libro titulado sobre la muerte: «No se puede hablar de la muerte sin hablar de la vida, pero había que titular el libro», afirmó entre las constantes risas del público, que disfrutó visiblemente a lo largo de todo el encuentro con los autores.
Fue Arsuaga, sin embargo, el que provocó más carcajadas gracias a su hilarante forma de relatar su peculiar visión de la realidad humana: «Entre los peores inventos que hemos desarrollado están la silla, los zapatos, la maleta de ruedas, el botón automático de la ventanilla...». ¿La razón? «Aunque se suele decir que la sociedad se está infantilizado, en realidad ocurre lo contrario, nos hemos ancianizado». No le faltaron ejemplos cercanos: «Cuando llegamos a Barajas para venir aquí, nos encontramos en una cinta automática de un kilómetro... y con una maleta de ruedas en la mano». Las consecuencias, destacó el afamado paleontólogo, son enormemente nocivas porque «todo está pensado para que no tengamos que hacer ningún esfuerzo, que es lo peor que le puede pasar a un dispositivo biológico como el ser humano, que está adaptado para realizar constantes esfuerzos».
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Álvaro G. Polavieja
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Frente al análisis científico, su compañero abordó el carácter literario del libro que presentaban: «Lo más interesante son las preguntas. ¿Por qué nos morimos? ¿Por qué a determinada edad empiezan a pasar esas enfermedades crónicas?». La clave del título, para el escritor, son las preguntas: «Esas son las preguntas que nos llevan de un lado a otro de España haciendo un viaje fantástico, doble o triple». «El primero es el viaje físico, pero hay otro más extraño, que es el que hacemos el uno hacia el otro».
Desde su punto de vista esa «es una de las claves del libro porque, como en todo gran libro de viajes, ocurre que el físico es la metáfora del viaje moral». Para el escritor, «un buen libro de viajes es aquel en el que sales distinto a como entraste, que es lo que nos ha pasado a nosotros tanto en estos dos libros como en el viaje entre nosotros». También abundó, parafraseando a su compañero, en que en este caso «los lectores salen distintos porque hacen un viaje estremecedor, desesperado». Cuando el acto tocaba a su fin, Arsuaga fue muy crítico con «la falta de cultura científica que hay en España y la identificación que se hace de la literatura con la novela». Eso, lamentó, «deja fuera a gente como Ramón y Cajal, Rosalía de Castro, Menéndez Pelayo u Ortega y Gasset».
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