Pienso que esto que nos está pasando nos va a conectar con nuestra vulnerabilidad
Cuaderno de excepción, día 8 ·
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Cuaderno de excepción, día 8 ·
La niña y yo nos quedamos sentados en la calle, con los abrigos puestos, mientras el sol desaparece. Continuamos allí un buen rato después del anochecer, rodeados por la oscuridad. Debido al confinamiento no hay coches, así que se escuchan los pájaros. Se escuchan ... mejor, al menos, que antes de que todo se detuviera. Sus cantos se propagan por el aire sin las interferencias de la vida mecánica. Digo pájaros y no digo gorriones o mirlos o jilgueros porque no sé distinguir a ninguno. Cantan y no sé quiénes son. Qué ignorancia. Siento que hemos construido un mundo de espaldas a la vida. Ni siquiera sé poner nombre a las plantas de mi jardín, esas que no dejan de decirme cosas, me hablan y yo no las entiendo.
No recuerdo ni siquiera a qué especie vegetal pertenecía un seto brillante y florido que rodeaba mi casa y que hace unos años murió afectado por una enfermedad. Me dio mucha pena cómo se fue apagando. Todos los arbustos de su especie fueron desapareciendo, los veía marchitarse en los linderos de los caminos consumidos por algo que no alcanzaba a ver. Los jardineros tiraron la toalla. Una plaga, dijeron. Cosas así pasan constantemente, la vida es hermosa y terrible a la vez. Siempre ha sido así. El problema es que ahora nos toca a nosotros. Nos sentíamos por encima de la naturaleza y hemos caído en la cuenta de que somos parte de ella.
Gracias a nuestra inteligencia como especie, al esfuerzo de tantos y al conocimiento se minimizarán los daños, es verdad. Pero este sufrimiento de ver morir solos a tantos mayores nos va a dejar una cicatriz. Pienso que esto que nos está pasando nos va a conectar con nuestra vulnerabilidad. En un mundo donde el prestigio recae en la fortaleza, ahora nos toca reconocer que somos frágiles. Los que hemos vivido alguna tragedia personal antes de que el coronavirus llegara, un poco lo llevamos ya aprendido.
Encuentro cierta belleza en las descripciones científicas sobre el coronavirus. Los virus son parte de la naturaleza y todo en la naturaleza, incluso lo que genera sufrimiento, es fascinante. El virus parece invitarnos, como si fuera un símbolo, a que nos fijemos en lo pequeño. Ahora, recluidos en nuestras casas (aquellos que tenemos la fortuna de tener casa y de poder recluirnos mientras otros trabajan y asumen riesgos por nosotros) nos asomamos a los detalles diminutos que antes, en nuestra antigua vida acelerada, pasaban desapercibidos. Los miramos ahora, porque tenemos tiempo para hacerlo. Y vemos que bajo la superficie de las cosas, lo microscópico florece.
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