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Eloy Velázquez trabaja cada día en su estudio, situado en una céntrica calle de Santander. Daniel Pedriza
«Las reglas del arte se diluyeron para dejar paso a una libertad sin límites»

«Las reglas del arte se diluyeron para dejar paso a una libertad sin límites»

El artista Eloy Velázquez es una de las voces más destacadas del panorama creativo en Cantabria. Autor ecléctico, combina técnicas y materiales para moldear un discurso siempre comprometido

Viernes, 18 de enero 2019, 12:54

Un libro en color sobre el impresionismo alemán le puso sobre la pista de su propia vocación. Allí descubrió que mancha y forma podían ser uno. Ahí también arrancó la trayectoria, diversa y ajetreada, del artista cántabro Eloy Velázquez (Santander, 1949). Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, Velázquez ha destacado tanto por su pintura como por sus grabados y, especialmente, por sus siempre sorprendentes esculturas. Ha participado en grandes exposiciones tanto nacionales como internacionales. Retirado de la docencia, sigue trabajando día a día en su estudio de Santander para dar forma a unas inquietudes que traslada con asombrosa facilidad a los espectadores de sus obras.

-Del París del 68 a Doctor en Historia del Arte... ¿Cómo surgió su vocación creativa y cómo se materializó en su profesión?

-Son solo dos paradas más en el largo camino de una vocación que nace en la infancia. Vocación y pasión que se han mantenido vivas a lo largo de mi vida. En el ejercicio del arte, como en cualquier actividad humana, experiencia y formación son las fuentes que alimentan permanentemente el proceso creativo. Si se apagan se cae en la reiteración y la rutina.

-Escultor, pintor, grabador... ¿Cuáles son sus técnicas habituales? ¿Por qué se decantó por ellas? ¿Qué obras destacaría de cada una de ellas?

-A principio de los noventa mis pinturas, realizadas sobre la masa del papel artesanal, comenzaron a engullir distintos materiales para convertirse prácticamente en bajorrelieves pintados. En mi exposición de la Fundación Botín de 1993, las esculturas ya compartían el espacio con las pinturas. A partir de esa fecha, de manera natural, la escultura fue adquiriendo mayor protagonismo sin que esto supusiera el abandono de la pintura y el grabado. Al final te decantas por la técnica que resulta más idónea para resolver el discurso plástico que quieres desarrollar. Cuando echas la vista atrás solo ves obras acabadas y lo único que destacas con nostalgia es el contexto en el que se realizaron.

-La escultura es la disciplina por la que es usted más conocido. ¿Qué le atrajo de ella? ¿Cuáles son los principales retos que encara un escultor a la hora de afrontar una obra o proyecto?

-La escultura, que no acababa de despegarse de la estatuaria decimonónica, necesitó la incorporación de los pintores para integrarse en las vanguardias. A finales del siglo XX terminó convirtiéndose en el cajón de sastre donde se ubicaban todo tipo de experimentos de difícil catalogación. Esta inmensa versatilidad de la escultura actual es lo que me atrae poderosamente. Con la aparición de nuevas técnicas, instrumentos y materiales las posibilidades expresivas se multiplicaron. Me apasiona la idea de enfrentarme a estos materiales para extraer de ellos la imagen corpórea - apenas esbozada- que ronda por mi cabeza. Me estimula esa lucha con (o contra) el material que culmina con la presencia contundente de la forma presentida, erguida en un suelo cubierto por los restos del combate.

-La madera es su musa, o al menos uno de sus materia les preferidos. ¿Por qué?

-La madera y la piedra son los primeros materiales que manipula el hombre prehistórico. Esa vinculación, en cierta medida, sigue latente en nosotros. Un buen día decidí rendirme a la atracción que sentía por la madera y comencé a descubrir poco a poco las posibilidades escultóricas de la talla y el ensamblaje, aplicados siempre desde una perspectiva contemporánea.

1. 'No Crossing' (Jorge Fernández) | 2.Eloy Velázquez en su estudio (Daniel Pedriza) | 3.'Marinero en tierra' (Antonio Manzano)
Imagen principal - 1. 'No Crossing' (Jorge Fernández) | 2.Eloy Velázquez en su estudio (Daniel Pedriza) | 3.'Marinero en tierra' (Antonio Manzano)
Imagen secundaria 1 - 1. 'No Crossing' (Jorge Fernández) | 2.Eloy Velázquez en su estudio (Daniel Pedriza) | 3.'Marinero en tierra' (Antonio Manzano)
Imagen secundaria 2 - 1. 'No Crossing' (Jorge Fernández) | 2.Eloy Velázquez en su estudio (Daniel Pedriza) | 3.'Marinero en tierra' (Antonio Manzano)

-Los materiales son para usted algo más que un soporte. ¿Cómo es su relación con ellos?

-Se trata de una relación amorosa. Hay siempre una atracción que me lleva a elegir un determinado material o un objeto encontrado. Tras el primer flechazo surge un fructífero diálogo con la materia o el objeto en cuestión. Desde los nudos de la madera, las betas o la pátina del tiempo se establece una relación que se mantiene viva hasta el final del proceso. Cualquier material que trabajo se convierte en soporte activo que colabora en la realización de la obra con la aportación de todo cuanto sugieren sus características físicas: color, texturas, defectos, erosiones...

-Sus obras trasladan siempre un discurso más allá de sí mismas. ¿Qué aspectos o realidades le inspiran a la hora de generar sus obras e iniciativas?

-A la hora de crear es muy difícil aislarse del contexto social en el que vivimos. En las instalaciones escultóricas 'Desde el sur del silencio' y 'No Crossing' sentí la necesidad y la responsabilidad de dar una nueva vida a las viejas vigas que habían sido manipuladas siglos atrás para cimentar la ampliación del puerto y que generosamente me habían donado. La contemplación de la belleza de sus texturas, las grietas y la rotundidad de las erosiones y cicatrices que el paso del tiempo había dibujado en ellas, me llevó finalmente a recrear una rotunda representación de los impactantes grupos humanos de refugiados que desde los telediarios han venido invadiendo nuestras casas y golpeado nuestras conciencias día tras día. El impacto visual de las viejas maderas apiladas en mi estudio, me llevaba irremisiblemente a la dantesca imagen de masa humana apiñada en una patera o encerrada en un campo de refugiados. Lo demás consistió en dejarse llevar.

-¿En qué proyectos está trabajando o cuáles tiene en perspectiva?

-Actualmente estoy ultimando un proyecto para exponer en el patio de la Biblioteca Central de Cantabria en el mes de mayo. Se trata fundamentalmente de una serie de relieves acompañados por un vídeo con música de Tomás Marco. Este proyecto formara parte de una propuesta multidisciplinar que itinerará por distintas ciudades españolas.

-Ha vivido la transición entre un concepto de arte mucho más estanco y tradicional y un modelo mucho más abierto y comprometido. ¿Es efectivamente así? ¿Cuál es la esencia de ese cambio? ¿Qué balance hace de dicha evolución?

-A partir de los años ochenta, que es la generación a la que pertenezco, se fue imponiendo el pensamiento posmoderno. Se terminaron las grandes narrativas excluyentes y se fueron asumiendo una gran diversidad de planteamientos y opciones que han venido marcando la enorme pluralidad de propuestas que hoy configuran el mundo del arte. Las reglas sobre lo que es (o no es) arte se diluyeron para dejar paso a una libertad sin límites que permitía abordar el proceso creativo sin cortapisas de ningún tipo. Fruto de estas circunstancias se generó una fecunda tolerancia en el ámbito artístico que se mantiene en nuestros días.

-En la era del consumismo materialista, ¿se ha convertido el arte un producto más? ¿Qué papel juega el arte en la sociedad actual?

-El arte contemporáneo sigue siendo un producto exigente para el consumidor, al que se le requiere un conocimiento previo y un acercamiento sin prejuicios. Sin embargo, los promotores culturales disponen de unas herramientas tecnológicas extraordinarias para facilitar el abordaje a los productos culturales. El arte y la cultura en general, solo llegarán a ser plenamente disfrutadas por la sociedad cuando desde la educación básica se creen las condiciones necesarias para ello. Hoy por hoy se trabaja en la dirección contraria. Por su parte el artista juega un papel importante en la sociedad, entre otras cosas aporta una visión del mundo con sus obras, dejando testimonio de la evolución de la sociedad.

-Además de su faceta artística, ha desarrollado una amplia trayectoria como docente en artes plástica. ¿Qué aportan la creatividad y los conocimientos artísticos a los jóvenes? ¿Por qué es importante que el arte tenga presencia en el sistema educativo?

-Una de las cosas más gratificantes de la docencia es ver como tus exalumnos se convierten en colegas y se abren camino en difícil mundo artístico. Muchos de nuestros artistas jóvenes pasaron por las aulas de arte del Santa Clara (Victor Alba, Alejandro Bombín, Sara Munguía, Okuda…). Bajo la dirección de Roberto Orallo se generó un ambiente muy abierto en el que profesores y alumnos compartimos y disfrutamos una apasionada relación con el arte. Hoy se puede constatar que nuestro sistema educativo ha ido relegando las enseñanzas artísticas, a pesar de reconocer que los países que las fomentan son los que obtienen mejores resultados académicos.

-¿Es posible vivir del arte? ¿Cree que la sociedad y las instituciones apoyan o potencian de una forma adecuada este sector y a los creadores? ¿Cómo ve la situación en nuestra comunidad?

-Afortunadamente es más difícil vivir sin el arte; por esta razón, a pesar de su alejamiento de la sociedad y del siempre escaso apoyo institucional, sigue habiendo artistas. El ejercicio del arte tiene un potente componente vocacional que permite al artista sobrevivir a las situaciones más difíciles. Teniendo en cuenta los parcos recursos disponibles, me atrevería a decir que el arte y la cultura en Cantabria gozan de un nivel más que aceptable.

-¿Cabe el arte en el mercado? Cuenta con obras en numerosas colecciones públicas y privadas. ¿Cómo definiría la relación entre ambos, el arte y el mercado artístico?

-El mercado del arte en España es ínfimo en relación con los países de nuestro entorno. En ello ha influido, sin duda, nuestra incorporación tardía a la Europa democrática. Por otro lado, la falta de una ley del mecenazgo y la carencia de una legislación específica que contemple las características del trabajo de los artistas, limitan las posibilidades de generar un mercado importante. Los responsables políticos de la cultura sacan pecho con las ferias de arte de Madrid, pero la cruda realidad es que sus cifras tan solo representan el tres por ciento del mercado europeo. Con estas premisas dedicarse al arte en España es una heroicidad que solo se explica desde una vocación inconmensurable.

-Desde su perspectiva, ¿cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta el arte contemporáneo?

-Uno de los retos más importantes será lograr que la sociedad conecte con el arte contemporáneo. Para ello es imprescindible hacer una autocrítica, fundamentalmente desde las instituciones culturales y educativas y tal vez hacer tábula rasa para no arrastrar viejos prejuicios. El futuro nos deparará productos cada vez más híbridos y de difícil ubicación, fruto de la disolución de las fronteras que separan las distintas técnicas, conceptos y formas de entender el arte. Se generarán nuevas opciones vinculadas a los avances tecnológicos y surgirán nuevas tendencias que darán respuesta a los contextos sociopolíticos que nos depare la sociedad globalizada en la que nos veremos engullidos. Si no hacemos nada para evitarlo, todo será de difícil digestión para un público cada vez más desinformado y alejado del arte de su tiempo. En todo caso, el arte seguirá por su cuenta dando respuestas a las contradicciones y circunstancias de la sociedad en la que se inserta.

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